Representantes y representados
Una de las razones que se dan para exigir que haya m¨¢s mujeres en las Cortes Espa?olas, en los parlamentos aut¨®nomos -incluyendo la Generalitat de Catalu?a- y en los gobiernos municipales es que las mujeres, que constituyen el 51% de la poblaci¨®n espa?ola y catalana, est¨¢n subrepresentadas en los ¨®rganos de gobierno de este pa¨ªs. S¨®lo el 22% de los representantes pol¨ªticos espa?oles son mujeres. Parece l¨®gico, por tanto, que deba corregirse este d¨¦ficit de representatividad, a fin de que la mitad de nuestra ciudadan¨ªa est¨¦ mejor representada por sus iguales en los organismos de decisi¨®n pol¨ªtica. Esta justa petici¨®n de correcci¨®n del d¨¦ficit de representatividad asume que las representantes pol¨ªticas ser¨¢n, por lo general, m¨¢s sensibles a las necesidades y preocupaciones de las mujeres que los hombres puesto que aqu¨¦llas conocen mejor la experiencia cotidiana de ser mujer que ¨¦stos. Es de sobras conocido que los hombres son menos conocedores y por tanto menos sensibles a los problemas de la cotidianidad familiar (como son la muy reducida disponibilidad de servicios p¨²blicos de ayuda a la familia tales como escuelas de infancia de cero a tres a?os o servicios domiciliarios de ayuda a personas dependientes) que las mujeres.
La comunalidad en la experiencia cotidiana entre representantes y representados es considerada como un elemento muy importante en la representatividad democr¨¢tica. Otra raz¨®n que se aduce para corregir tal d¨¦ficit de representatividad es que es importante para la mujer verse representada no s¨®lo por hombres, sino tambi¨¦n por mujeres a fin de ver que no existe discriminaci¨®n en contra de su sexo en la sociedad en que vive. El simbolismo de la representatividad es enormemente importante en una cultura democr¨¢tica. Estos son argumentos de peso que explican la presi¨®n popular para que haya m¨¢s mujeres entre nuestros representantes pol¨ªticos. Ahora bien, es interesante se?alar que esta argumentaci¨®n que considero l¨®gica, razonable y convincente no se aplique con igual intensidad para corregir el mayor d¨¦ficit democr¨¢tico existente en este pa¨ªs, que es la discriminaci¨®n de clase. Me explicar¨¦.
En contra de lo que se asume en la sabidur¨ªa convencional de Espa?a, en este pa¨ªs y en Catalu?a hay clases sociales, y su importancia en configurar la experiencia cotidiana es fundamental. En realidad, la clase social a la que la persona pertenece es la caracter¨ªstica que permite predecir con mayor exactitud los a?os de vida que cada persona tiene (o esperanza de vida), su nivel educativo, el tipo de vivienda en la que reside, el tipo de trabajo que realiza y muchos otros indicadores de calidad de vida. La evidencia cient¨ªfica existente no apoya la sabidur¨ªa convencional que asume que las clases sociales est¨¢n desapareciendo y / o que la mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa es o se siente clase media. Antes al contrario, la evidencia existente muestra que hay clases sociales y que la manera como la gente vive y muere depende de su ubicaci¨®n en la estructura social. Un ejemplo entre muchos otros, es el an¨¢lisis de c¨®mo y cu¨¢ndo la gente muere. Como promedio, los miembros de la burgues¨ªa viven dos a?os m¨¢s que los miembros de la peque?a burgues¨ªa, la cual vive dos a?os m¨¢s que las clases medias profesionales, las cuales viven dos a?os m¨¢s que la clase trabajadora cualificada, la cual vive dos a?os m¨¢s que la clase trabajadora no cualificada, la cual vive dos a?os m¨¢s que los desempleados cr¨®nicos o con temporalidad cr¨®nica. En total hay 10 a?os de vida de diferencia entre los dos extremos sociales (en la UE son siete a?os).
Tampoco es cierto que la mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa se defina como clase media, lo cual ¨²nicamente ocurre cuando se le pregunta al encuestado si es miembro de la clase alta, media o baja (tal como se hace err¨®neamente en varias encuestas de la Administraci¨®n p¨²blica tanto central, como auton¨®mica y local), en cuyo caso, como es predecible, la gran mayor¨ªa responde que pertenece a la clase media. Cuando se le pregunta a la ciudadan¨ªa de una manera un tanto m¨¢s rigurosa si es miembro de la clase alta, de la clase media o de la clase trabajadora, hay m¨¢s gente que declara ser de clase trabajadora que de clase media. Seg¨²n la encuesta del CIS de noviembrede 2001, el 51% es clase trabajadora y s¨®lo el 34% clase media, incluyendo en tal categor¨ªa tanto las viejas como las nuevas clases medias.
No es f¨¢cil conseguir informaci¨®n sobre la clase social de los representantes pol¨ªticos en Espa?a, pero s¨ª en cambio puede obtenerse una variable que est¨¢ relacionada con la clase social, que es la educaci¨®n, puesto que el 70% de graduados universitarios, por ejemplo, procede de familias de clase media alta y alta. Pues bien, la mayor¨ªa de parlamentarios en Espa?a (a nivel estatal y auton¨®mico) son graduados universitarios. El porcentaje de la ciudadan¨ªa en general que son graduados universitarios y tienen estudios superiores, sin embargo, es s¨®lo del 14%, lo cual muestra la distancia social existente entre los representantes y los representados en nuestra sociedad.
Se me dir¨¢ que la profesionalizaci¨®n de la pol¨ªtica conlleva esta situaci¨®n que explica esta distancia social. Ahora bien, no hay ninguna evidencia que muestre que los pocos representantes pol¨ªticos que hoy existen en nuestras instituciones representativas que eran miembros de la clase trabajadora antes de salir elegidos representantes (el 6%) sean menos eficaces en su representatividad que los que pertenecen a otras clases sociales. Antes al contrario, los problemas de la cotidianidad de las clases populares tendr¨ªan mayor atenci¨®n y visibilidad pol¨ªtica si hubiera menos distancia entre los representantes y los representados. La reciente protesta popular en contra de la adquisici¨®n por parte de los representantes pol¨ªticos del derecho de acceso a las m¨¢ximas pensiones tras un periodo de servicio de s¨®lo cuatro a?os obedece precisamente a este deseo de reducir esta distancia social.de 2001, el 51% es clase trabajadora y s¨®lo el 34% clase media, incluyendo en tal categor¨ªa tanto las viejas como las nuevas clases medias.
No es f¨¢cil conseguir informaci¨®n sobre la clase social de los representantes pol¨ªticos en Espa?a, pero s¨ª en cambio puede obtenerse una variable que est¨¢ relacionada con la clase social, que es la educaci¨®n, puesto que el 70% de graduados universitarios, por ejemplo, procede de familias de clase media alta y alta. Pues bien, la mayor¨ªa de parlamentarios en Espa?a (a nivel estatal y auton¨®mico) son graduados universitarios. El porcentaje de la ciudadan¨ªa en general que son graduados universitarios y tienen estudios superiores, sin embargo, es s¨®lo del 14%, lo cual muestra la distancia social existente entre los representantes y los representados en nuestra sociedad.
Se me dir¨¢ que la profesionalizaci¨®n de la pol¨ªtica conlleva esta situaci¨®n que explica esta distancia social. Ahora bien, no hay ninguna evidencia que muestre que los pocos representantes pol¨ªticos que hoy existen en nuestras instituciones representativas que eran miembros de la clase trabajadora antes de salir elegidos representantes (el 6%) sean menos eficaces en su representatividad que los que pertenecen a otras clases sociales. Antes al contrario, los problemas de la cotidianidad de las clases populares tendr¨ªan mayor atenci¨®n y visibilidad pol¨ªtica si hubiera menos distancia entre los representantes y los representados. La reciente protesta popular en contra de la adquisici¨®n por parte de los representantes pol¨ªticos del derecho de acceso a las m¨¢ximas pensiones tras un periodo de servicio de s¨®lo cuatro a?os obedece precisamente a este deseo de reducir esta distancia social.
Vicen? Navarro es catedr¨¢tico de Pol¨ªticas P¨²blicas en la Universidad Pompeu Fabra.
Vicen? Navarro es catedr¨¢tico de Pol¨ªticas P¨²blicas en la Universidad Pompeu Fabra.
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