El suelo
Desde hace unas semanas, cuando no son horas de trabajo y no puede ensordecer el estruendo de las m¨¢quinas, me gusta m¨¢s que nunca pasear por la calle Hortaleza, que est¨¢ en obras y cortada al tr¨¢fico. Sea cual sea mi destino, ese tramo de calle levantada se ha convertido en un placer. Parece una inocua perversi¨®n por mi parte, si la calle de Hortaleza est¨¢ descuajeringada, descoyuntada; si en las aceras te obstruyen el paso la vallas amarillas y la calzada se ha vuelto un barrizal. Pero la raz¨®n es muy sencilla: gracias a estar en obras, la calle Hortaleza se ha convertido circunstancialmente en peatonal.
Seg¨²n datos aportados hace pocos d¨ªas por este peri¨®dico, en los pr¨®ximos 15 o 20 a?os se llevar¨¢n a cabo 16 proyectos de construcci¨®n de viviendas que agotar¨¢n el suelo urbanizable de Madrid. Dehesa Vieja en San Sebasti¨¢n de los Reyes, por el norte; Futura Parla, por el sur; Camino Bajo en Rivas Vaciamadrid; Operaci¨®n Campamento, por el noroeste; y cerca de medio de mill¨®n de personas m¨¢s que vivir¨¢n en el este; tales ser¨¢n los l¨ªmites geogr¨¢ficos que estrechar¨¢n la ciudad sobre s¨ª misma al tiempo que ensanchar¨¢n su paisaje de ciudad inacabable. S¨®lo al oeste, el monte del Pardo y la Casa de Campo intentar¨¢n como puedan resistirse a ser abatidos por el hormig¨®n y los cimientos. En total, la cifra es de unas 300.000 nuevas viviendas previstas. Mientras tanto, el centro envejece y se asfixia de tr¨¢fico y de desorden.
La pregunta que asalta de inmediato ante estos datos es cu¨¢l es la necesidad de este crecimiento y por qu¨¦ la idea de crecimiento urban¨ªstico, que en todo el mundo ha dado resultados social y ecol¨®gicamente desastrosos, sigue siendo barajada como una opci¨®n para esa supuesta necesidad. Seg¨²n fuentes de Urbanismo, en Madrid hay 'una gran demanda de viviendas'. Pero, ?puede ofrecerse todo aquello que se demanda? Seg¨²n esa teor¨ªa, el Gobierno entrar¨ªa en frontal contradicci¨®n consigo mismo, pues no ha actuado bajo esa premisa en lo que a la acogida de inmigrantes se refiere, por poner un ejemplo, que tiene su relaci¨®n con el tema que nos ocupa. Como bien apuntaba el concejal de Izquierda Unida Justo Calcerrada, no son precisamente los inmigrantes los que personificar¨ªan esa demanda, pues la mayor¨ªa de ellos s¨®lo quiere ahorrar hasta hacerse con un peque?o capital que les permita regresar a sus pa¨ªses. Eso en el caso de los que hayan conseguido burlar las exigencias de la Ley de Extranjer¨ªa, simplemente un permiso de residencia (permiso de permanencia: dejar de ser un ilegal), un permiso de trabajo y, en definitiva, un puesto remunerado. Han llegado a hablar de 'invasi¨®n' de inmigrantes: ?no es la de las constructoras la aut¨¦ntica invasi¨®n que asuela nuestro territorio? ?No se puede considerar que los l¨ªmites de nuestra capacidad, y por tanto de la raz¨®n, est¨¢n mucho antes de donde acaba el ¨²ltimo metro cuadrado de suelo urbanizable?
Es sabido que el suelo se convierte en urbanizable a trav¨¦s de recalificaciones de dudosa legitimidad. 'Hay que dar sentido a todos esos suelos que no tienen valor agr¨ªcola, forestal o medioambiental', dice el concejal de Urbanismo, del PP, Ignacio del R¨ªo. ?Valor? S¨ª, valor en euros. Porque, ?se ha intentado una reforestaci¨®n que devolviera a Madrid, a su poblaci¨®n, un valor en calidad de vida, en salud, en un sentido de relaci¨®n con el espacio que no convierta a la ciudad, a¨²n m¨¢s, en un lugar inhabitable decorado con arbolillos raqu¨ªticos? Si no queda m¨¢s sitio, si no cabe m¨¢s gente, ?por qu¨¦ forzar medidas contranaturales y contrasociales? La respuesta a todas estas preguntas se encuentra en una sola palabra: especulaci¨®n.
Por su parte, Sigfrido Herr¨¢ez, edil del PP de Vivienda y Rehabilitaci¨®n Urbana, reconoce que en el centro de la capital 'no sirve de nada hacer un desarrollo estupendo si no se cuida el centro hist¨®rico para que no evejezca o lo tome la marginalidad. Si se muere el coraz¨®n de Madrid, se muere la ciudad'. El edil tiene raz¨®n s¨®lo en la ¨²ltima parte. Porque, si se da una vuelta por el centro, comprobar¨¢ que son personas j¨®venes las que est¨¢n esforz¨¢ndose por mantenerlo vivo y digno; que marginalidad es un t¨¦rmino ambiguo; y que si gran parte del centro no fuera ese foco de contaminaci¨®n que es, se salvar¨ªa. Porque el coraz¨®n no le falla: basta darse una vuelta por la Hortaleza peatonal.
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