Catalu?a y el pensamiento secuestrado
Iba a escribir este art¨ªculo con la habitual tranquilidad que me da el saberme s¨®lo comprometida conmigo misma, ajena a los l¨ªcitos intereses de clan, de grupo, hasta de partido. La soledad pol¨ªtica comporta sus riesgos, ciertamente, entre ellos la ausencia de red cuando una cae en picado, pero tambi¨¦n es un espl¨¦ndido fuel para coger velocidad mental. Si me permiten, incluso dir¨¦ que es el ¨²nico estadio realmente fiable del pensamiento libre. Con ello, por supuesto, no pongo en cuesti¨®n el motor de ideas que pueden representar los grupos organizados si se comprometen realmente con la realidad -es decir, si quieren transgredirla-, pero no descubro nada si aseguro que s¨®lo aquellos que est¨¢n formados por hondas personalidades individuales son capaces de pensar en colectivo. El fiasco de los partidos pol¨ªticos actuales, por ejemplo, radica justamente en su incapacidad de generar pensamiento y, sobre todo, de ser creibles cuando consiguen generarlo. El estrecho l¨ªmite que separa la ideolog¨ªa de la propaganda ha sido tantas veces violado que hoy por hoy est¨¢ casi todo contaminado.
Dec¨ªa, pues, que iba a escribir desde mi reconquistada soledad con la alegre despreocupaci¨®n que da la cosa cuando voy y leo el art¨ªculo que public¨® el catedr¨¢tico Manuel Cruz el martes pasado y entro en duda metaf¨ªsica. ?Soy de los comentaristas que escriben para cabrear a un sector de la poblaci¨®n, y as¨ª conseguir cartas al director furibundas, en una especie de triunfo por cabreo? ?O soy de los que escriben para contentar a otro sector y as¨ª conseguir cartas al director entusiastas alz¨¢ndome con el triunfo por peloteo? Y una, que sinceramente nunca piensa en el otro lado del espejo cuando escribe, que tiene el aplaudi¨®metro tan cargado como el cabre¨®metro, y que le importa tres pepinos fracasar o triunfar en el predicamiento de sus ideas, quiz¨¢ porque busca m¨¢s el debate que el dogma, una no sabe de golpe qu¨¦ funci¨®n es la suya en la vida. Descubrir, adem¨¢s, que las cartas al director son tan fundamentales en el ¨¦xito de una misi¨®n es tanto como entender el ejercicio de la dial¨¦ctica como una religi¨®n. A mi respetado Cruz, pues, le dir¨¦ que siento mucho a?adir un tercer colectivo de plumas p¨²blicas a sus dos notables clasificaciones: el de los que no estamos por la labor de triunfar o fracasar en cada art¨ªculo, bastante por encima o por debajo de esa f¨²til trampa de la vanidad, sino que siempre triunfamos en la medida que s¨®lo aspiramos a pensar en voz alta. Sin misiones en la vida. Con las trampillas de las verdades todas abiertas, para que se cuele la disidencia, para que nuestras verdades lo sean siempre a medias.
Sin embargo, entiendo la reflexi¨®n del se?or Cruz porque la situaci¨®n del pensamiento en Catalu?a da para esas prevenciones y muchas m¨¢s. ?Qui¨¦n piensa libremente en Catalu?a? ?Existe ese concepto? ?Se dan las condiciones para que, en su caso, posea prestigio? Tengo para m¨ª que la libertad de pensamiento est¨¢ restringida por factores tan consolidados que son hasta invisibles. No formar parte de un clan significa tanto como no poseer un trozo del pensamiento global, lo cual deslegitima de entrada la posici¨®n de lo pensado. Voy a permitirme una peque?a y por supuesto personal radiograf¨ªa de la cuesti¨®n desde una posici¨®n previa: creo que existe un cierto pensamiento libre en Catalu?a, pero que est¨¢ secuestrado, incapaz de influir m¨¢s all¨¢ de cen¨¢culos de divina inaccesibilidad y m¨¢s divina inutilidad. Lo dem¨¢s est¨¢ tan sometido a la tiran¨ªa de las lineas transversales que dividen nuestro territorio mental que, o no piensa libre, o si lo hace ni lo parece ni sirve para nada. Primera l¨ªnea transversal, la nacional. Todo aqu¨ª es nacional o antinacional de manera que el pensamiento que intenta establecer puentes a¨¦reos entre esos dos absolutos es inmediatamente sospechoso para unos y otros. Compartimentado en blindados y estancos, no existe el matiz, sino el dogma. El pensamiento, pues, en lo nacional, pasa a ser una religi¨®n. La segunda l¨ªnea transversal, estrechamente ligada a la primera, divide el mundo entre la ahistoria, con una Catalu?a id¨ªlica que par¨® el reloj entre la Renaixen?a y la m¨ªtica feudal, y la poshistoria, que no s¨®lo niega la memoria, sino que la desprecia.
De esa manera resulta imposible pensar un pa¨ªs que sintetice pasado y futuro sin que lo esencialice o lo trivialice: como si la modernidad hubiera sido engullida por esas dos formas de posmodernidad. Aunque act¨²a con menos perversi¨®n que la primera l¨ªnea, esta segunda no es banal. Como no lo es la tercera, la que divide el mundo entre el dogma progresista y el antiprogresista. Lejos de entenderse el progresismo como un estado permanente de tensi¨®n intelectual, se entiende como un catecismo de obligado cumplimiento: amar¨¢s a todas las ONG, creer¨¢s en la bondad de los sindicatos, odiar¨¢s a EE UU por encima de todas las cosas, etc¨¦tera. Si en lo nacional no hay puente a¨¦reo, me atrevo a decir que entre lo progre y lo anti no hay ni minib¨²s de verano. Y, sin embargo, qu¨¦ prolijas en inteligencia pueden ser las zonas colindantes.
Luego est¨¢n las l¨ªneas transversales que marcan los clanes, los paraguas bajo los cuales el pensamiento oficial se ha acomodado y hasta aburguesado, negando todo cr¨¦dito a quienes est¨¦n a la intemp¨¦rie. ?Se puede pensar en Catalu?a fuera de los circuitos oficiales del pensamiento? Y sin embargo parecer¨ªa que s¨®lo a la intemperie puede nacer el pensamiento libre. Pero intenten ustedes influir fuera de influencias y recibir¨¢n el sonoro sopapo de la indiferencia m¨¢s absoluto. Algo de ello s¨¦... En fin. Entre que el pensamiento, entendido como un generador de dudas, est¨¢ en crisis profunda de influencia y que en Catalu?a lo tenemos secuestrado por nuestros propios miedos, pa¨ªs enfermo de casi todo, pero sobre todo de mediocridad, me parece posible afirmar que en Catalu?a se interpela mucho y se piensa poco.
Fuera de clan no se piensa, y si se piensa, es bajo riesgo del loco de la colina de turno. Dentro de clan tampoco se piensa, pero se repite mucho, confundida ya la ideolog¨ªa con la propaganda. ?Zonas intermedias donde respirar? Haberlas, hailas, pero de momento son bastante in¨²tiles. Y el pensamiento in¨²til, ?sirve como pensamiento?
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