El sexo del alcalde
La cosa est¨¢ que arde en los mentideros a¨²licos y en los pasillos de los partidos. Se est¨¢ dise?ando la gran movida de la designaci¨®n de candidatos a la alcald¨ªa de Madrid, un bomb¨®n electoral. Ni la izquierda ni la derecha lo tienen muy claro. Lanzan por ah¨ª globos sonda, cotejan al contrario, negocian, mamonean. Un somero recorrido por la parrilla de salida nos insin¨²a un posible cambio de sexo en la alcald¨ªa de Madrid. Tres damas est¨¢n al acecho, pero tres damas divinas, a saber: la sant¨ªsima Trinidad (Jim¨¦nez), la virgen de la Merced (do?a Mercedes) y santa In¨¦s (c¨®mo lo ves, Saban¨¦s). Hay algunas m¨¢s, pero lo tienen crudo.
En cuanto a las expectativas masculinas, ?lvarez del Manzano tiene un futuro pluscuamperfecto, s¨ª, pero incierto. Al parecer, no descarta volver a presentarse, avalado por su dif¨ªcil ubicaci¨®n estrat¨¦gica en el Gobierno de la naci¨®n y por las ostentosas mayor¨ªas absolutas conseguidas sin pizca de carisma. Hay que reconocer que Manzano ha conseguido levantar Madrid, adornarla con socavones perennes, obras sin fronteras, tr¨¢fico sin soluci¨®n y estatuas sonrojantes. ?lvarez del Manzano siempre triunf¨® gracias a la exquisita colaboraci¨®n del cacao de la izquierda aparatosa (sojuzgada por los aparatos del partido).
Y en esto, lleg¨® Leguina. No dej¨® mal sabor el paso por la presidencia de la Comunidad de este c¨¢ntabro progresista, estoico, erasmista, cantor de tangos y con pinta de fil¨®sofo revolucionario del XIX. Joaqu¨ªn Leguina rima con Sabina. De igual forma que a Sabina le consideran un infiltrado los poetas sedentarios de academia, de Leguina pueden sospechar los pol¨ªticos que es un esp¨ªa de los intelectuales. Leguina, empero, torea bien y domina el arte de la socarroner¨ªa l¨²cida.
No se pueden pedir peras a un Manzano, pero s¨ª se puede tener Esperanza para implorar Mercedes a la Trinidad, en presencia de Santa In¨¦s. San Joaqu¨ªn era el esposo de Santa Ana. Su nombre me sabe a Botella.
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