Bush vuelve a la Tierra

Por una vez el clamor internacional ha servido de algo. Los blindados de Sharon asolan Cisjordania; Yasir Arafat agota las provisiones de boca en su encierro de Ramala; el mundo ¨¢rabe se convoca para enmascarar su impotencia ante el tratamiento al que Israel somete al pueblo palestino; Jerusal¨¦n niega a los enviados de la UE el permiso para visitar al rais; y un coro, que va desde el secretario general de la ONU, Kofi Annan, hasta la ¨²ltima canciller¨ªa del planeta, pide la implicaci¨®n norteamericana en el conflicto mientras el presidente Bush parece no darse por enterado, y, s¨²bitamente, el jueves, toma la palabra para adoptar lo que hoy, por fin, parece toda una pol¨ªtica.

En esencia, la Casa Blanca embala en una de cal y varias de arena lo que es un giro radical sobre el semisilencio consentidor de no hacer nada. Si acusa a Arafat de estar como se encuentra por no sofocar el b¨¢rbaro terrorismo de su gente, pide tambi¨¦n que las tropas israel¨ªes se retiren de la Palestina aut¨®noma, y lo hace demandando expl¨ªcitamente 'el cese de toda actividad colonizadora en los territorios ocupados'. Pod¨ªa haber dicho 'congelaci¨®n de las colonias', pero sus palabras s¨®lo cabe interpretarlas como una enf¨¢tica petici¨®n de que Israel deje de acumular colonos en una tierra sobre cuya posesi¨®n gravita cualquier soluci¨®n de paz para el conflicto.

Entre los movimientos que conlleva la intervenci¨®n de Bush est¨¢n la primera entrevista del enviado especial norteamericano Anthony Zinni con el presidente palestino, que Sharon se negaba a consentir hasta ahora, y, en especial, el env¨ªo a la zona del secretario de Estado, Colin Powell, para forzar un alto el fuego que permita la reanudaci¨®n de los contactos israelo-palestinos.

El primer ministro, Ariel Sharon, tendr¨¢ unos d¨ªas para difuminar la necesidad de plegar velas hasta que llegue Powell. Pero es dif¨ªcil que, ante este giro casi copernicano en la postura de Washington, pueda seguir por mucho tiempo fingiendo tal sordera. Antes de la llegada del secretario de Estado, el primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, conferencia con Bush este fin de semana en su rancho-cuartel general de Tejas, y por mucha que haya sido su obsecuencia a los silencios del presidente Bush, aplaudir¨¢ su viaje de regreso al planeta Tierra. Londres quiere a Washington en el centro mismo del fregado porque eso le puede dar alg¨²n atisbo diplom¨¢tico en la pugna sin pasar por la UE, tan desairada por Israel ¨²ltimamente. De igual forma, la Liga ?rabe se reuni¨® ayer para coordinar acciones -?cu¨¢les, m¨¢s all¨¢ de la protesta a voz en cuello?- ante la agon¨ªa de la Palestina aut¨®noma. De todo ello podr¨ªa deducirse al menos la pr¨®xima liberaci¨®n de Arafat, aunque no hay que subestimar la contumacia de un l¨ªder israel¨ª persuadido de que el 11 de septiembre constituye su carta ganadora.

Pero aun con Powell a la b¨²squeda de un alto el fuego, incluso si milagrosamente amainara el terrorismo, todo ello remite a la cuesti¨®n m¨¢s de fondo: ?hay algo que de verdad quiera negociar Sharon? Powell ha ganado tal vez una batalla, pero ni Sharon ni sus incondicionales de Washington van a dar la guerra por perdida.