El caso del ¨¢rbol en la marquesina
- Medicamentos menguantes. 'Hay una serie de medicamentos sin receta a los que, cada poco tiempo, les suben un poquit¨ªn el precio y les reducen otro poquit¨ªn su contenido', cuenta Jorge, 'por lo que en mi familia hemos decidido tomar la mitad de estos medicamentos, a ver qu¨¦ nos pasa', confiesa.
- Paseos y matanzas. 'Les llamo para chivarme de que Kofi Annan se dedica a pasear ancianitos por Madrid y Colin Powell tres cuartos de lo mismo, pero con adultos in¨²tiles, mientras Palestina es masacrada', se queja un lector.
- Sem¨¢foros de duraci¨®n err¨¢tica. 'No s¨¦ qu¨¦ pasa en Madrid desde hace un mes o as¨ª, porque los sem¨¢foros duran cada vez m¨¢s', protesta indignada Jacinta. 'Me parecer¨ªa bien si la medida obedeciera al deseo de satisfacer la necesidad de seguridad de los peatones', advierte, 'pero me temo que no se trata de nada de ello, porque en cada esquina los sem¨¢foros duran un periodo de tiempo diferente', se?ala.
- Sirenas in¨²tiles. 'Creo que tanto las ambulancias como algunos veh¨ªculos de servicios p¨²blicos, como fuerzas y cuerpos de la seguridad del Estado', dice Mar¨ªa Antonia, 'no parecen percibir que cuando ponen en marcha las sirenas de sus veh¨ªculos de manera innecesaria crean alarma psicol¨®gica entre centenares de ciudadanos que creen que la ciudad y la tranquilidad colectiva son perfectamente compatibles. Es una verdadera verg¨¹enza que suelten las sirenas a pleno volumen en tantas ocasiones, cuando la mera alarma de tipo ¨®ptico les permitir¨ªa abrirse paso seguro para todos', a?ade.
- ?Emergencia o privilegio? 'Es cada d¨ªa m¨¢s bochornoso ver c¨®mo los veh¨ªculos de la Polic¨ªa Nacional y tambi¨¦n de la Municipal, sin causa justificada, se adentran con sus motocicletas por las medianas de grandes rutas, por ejemplo, el paseo de la Castellana, a la altura de Nuevos Ministerios', cuenta Laura. 'Uno podr¨ªa admitir que se trata de emergencias y desistir de tal cr¨ªtica, pero, cuando la misma pareja de motoristas, todos los d¨ªas, en torno a las tres de la tarde, sin un exceso de tr¨¢fico, se dedican a invadir la mediana poniendo en peligro a peatones y automovilistas, uno se pregunta cosas'.
- Un ¨¢rbol dentro de una marquesina. 'Da gusto ver un detalle en Madrid, precisamente en un cine de la calle de Alcal¨¢, n¨²mero 80', dice M¨¢ximo. 'Se trata de una acacia, ese ¨¢rbol tan poco valorado pero que, durante tantos a?os, ha estado regalando sombra y frescor a los madrile?os. Bueno', explica, 'pues una marquesina de ese cine tiene un agujero, conscientemente abierto en ella, para permitir el crecimiento de un ¨¢rbol, cuyo tronco atraviesa la marquesina y crece sin impedimento. Me parece uno de los ejemplos, casi ¨²nicos, del respeto de la arquitectura civil por el arbolado madrile?o, lo cual merece la felicitaci¨®n ciudadana'.
- Ojo a los andamios. 'Me parece no bien, sino magn¨ªfico, que los trabajadores se protejan de los accidentes laborales con sus cascos y correajes', afirma Mariano. 'Pero lo que no me parece ni medio bien es que debajo de los andamios no haya redes ya no ¨²nicamente para proteger a los trabajadores, sino tambi¨¦n a los transe¨²ntes de la eventual ca¨ªda de objetos, precisamente, desde esos andamios. Es un riesgo terrible', advierte, 'ya que la aceleraci¨®n experimentada por los objetos en su ca¨ªda en virtud de la fuerza gravitatoria les confiere una aceleraci¨®n que transforma peque?as cosas en verdaderos proyectiles mortales que, en ca¨ªda libre, pueden, desde luego, matar a un ni?o y herir muy gravemente a un adulto', razona. 'Y eso pasa con ca¨ªdas de objetos de cuatro o cinco alturas, as¨ª que no digamos ya de los andamios colgados a alturas superiores', a?ade.
- Espacios reservados sin justificaci¨®n. 'Aqu¨ª en Madrid todo el mundo lo pone todo en cuesti¨®n, menos el espacio dedicado a las prohibiciones de estacionar que miles de comercios, garajes a pie de calle, organismos oficiales, instituciones de todo pelaje, aunque no los empleen, se reservan para s¨ª a costa del automovilista', se lamenta Ana Mar¨ªa. 'Mientras eso sucede, los vecinos de los barrios donde se producen esos excesos sin justificaci¨®n circulamos por las calles como verdaderas rastrojeras en busca de un mero hueco para estacionar. Aunque, en definitiva', reconoce, 'algunas instituciones oficiales, como la polic¨ªa, en principio, parecen m¨¢s justificadas para ocupar esos espacios, en otras entidades, sobre todo privadas, resulta m¨¢s irritante ver esos huecazos reservados para no se sabe qui¨¦n'.
- Crecimiento veloz sin servicios. 'Hay barrios interiores de Madrid que est¨¢n creciendo a gran velocidad', recuerda Mar¨ªa Fernanda, 'pero este crecimiento de poblaci¨®n no se ve acompa?ado por un crecimiento similar de los servicios o los accesos. Es el caso de la zona de la calle de T¨¦llez y aleda?os', precisa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.