'En el 'bel canto' est¨¢s desnudo, s¨®lo t¨² y tu voz'
Juan Diego Fl¨®rez naci¨® rodeado de m¨²sica criolla y creci¨® con ella. Su padre, Rub¨¦n Fl¨®rez, se ganaba la vida cantando este repertorio popular en Per¨², pa¨ªs donde naci¨® el tenor en 1973. Pero nadie en su entorno pod¨ªa imaginar lo que vendr¨ªa despu¨¦s. El chiquillo, a quien le hac¨ªa til¨ªn la m¨²sica ligera y m¨¢s tarde el rock and roll, se ha convertido en una estrella de la ¨®pera. As¨ª que, de cultivar como guitarrista en un grupo de Lima los caminos de sus admirados m¨²sicos, desde los amables The Beatles y Simon y Garfunkel a otros coqueteadores del satanismo como Led Zeppelin o amantes del kilowatio y el alcohol de quemar como AC/DC, se decidi¨® a explotar su voz para convertirse en el campe¨®n del repertorio de Rossini que es hoy. Ah¨ª, en el coraz¨®n del bel canto, Fl¨®rez ha descubierto una aut¨¦ntica mina de la que no subir¨¢ hasta que lo pique todo: 'En el bel canto queda un aut¨¦ntico fil¨®n por explotar', anuncia.
Y es que no s¨®lo de Rossini vive este tenor, joven, moreno, rizoso, de porte alto, sonrisa t¨ªmida y voz segura de s¨ª misma. Si bien ha explorado muchas de las ¨®peras habituales, desde El barbero de Sevilla y La Cenicienta a Viaje a Reims, Guillermo Tell o La italiana en Argel, hasta otras menos conocidas del m¨²sico italiano genial e irreverente, como Semiramide, La donna del lago o Matilde di Shabran, dice que le gustar¨ªa adentrarse m¨¢s en Donizetti y Bellini, las otras dos cumbres del belcantismo, y luego en el repertorio franc¨¦s. 'Estar¨¦ en el belcantismo hasta que pueda. Es una corriente de la historia de la m¨²sica muy hermosa y muy grande. Tampoco me importa repetir. Uno puede cantar La italiana en Argel toda la vida', dice en conversaci¨®n telef¨®nica desde Par¨ªs, donde estaba para ver a su novia, la tambi¨¦n cantante Laura Giordano.
Le trae al pairo que la gente
diga que uno no puede seguir en ese repertorio a cierta edad. 'Pavarotti dijo una vez que el belcantismo era para los j¨®venes. Pero si uno puede conservar la voz para ese tipo de canto, ?por qu¨¦ dejarlo?'. Le gusta el riesgo que suponen este tipo de papeles: 'Necesitas audacia, descaro y la seguridad tambi¨¦n de que tienes las notas porque si no es embarazoso. En el bel canto est¨¢s s¨®lo t¨² y tu voz, desnudo'. Y tambi¨¦n la amplitud del repertorio.
No le falta raz¨®n. Hace cien a?os, los tenores rossinianos eran una rara avis. Se escenificaban muy pocas ¨®peras de don Gioachino, El barbero de Sevilla y poco m¨¢s, pero la crisis de ceguera est¨¦tica ha ido remontando y hoy se cuentan por miles a los seguidores y practicantes del belcantismo. Dentro de ¨¦stos, Fl¨®rez destaca con t¨¦cnica y elegancia de prodigio. Desde su debut en 1996, con 23 a?os, en Pesaro, precisamente en el Festival Rossini, con Matilde di Shabran, el cantante ha subido alto y r¨¢pido: Covent Garden, ?pera de Par¨ªs, Scala de Mil¨¢n, Metropolitan... Escenarios que casi no lleg¨® a so?ar desde que estudiaba en el conservatorio de Lima o incluso ya en el Curtis Institute de Filadelfia, donde fue becado para perfeccionar sus estudios.
Pero ya ha pasado a la historia de la m¨²sica en su pa¨ªs, donde han existido cuatro tenores de car¨¢cter: 'Alessandro Granda, que trabaj¨® con Toscanini, Luigi Alba y Ernesto Palacio, que ha sido mi maestro', dice ¨¦l. Todo indica que la estirpe seguir¨¢. Porque en Am¨¦rica Latina existe en estos tiempos toda una cantera para la ¨®pera mundial: Jos¨¦ Cura en Argentina, Ram¨®n Vargas en M¨¦xico, ¨¦l en Per¨²... Triunfan por todas partes. Fl¨®rez ve una explicaci¨®n. 'El gusto por los boleros, por el tango, dan una forma de cantar muy sentida, de mucho sentimiento, hay que interpretar, no s¨®lo cantar para hacerlo bien, quiz¨¢ por eso somos buenos para la ¨®pera', asegura.
Vive con tranquilidad un mundo en el que es f¨¢cil que un joven de sus caracter¨ªsticas se deslumbre. 'Estoy tranquilo, voy a un ritmo justo, trato de ver las cosas como son, con la cabeza bien puesta. Me ayuda mucho mi excesiva capacidad autocr¨ªtica', dice. 'Veo siempre el pelo en el huevo. Me interesa m¨¢s el canto que el glamour, ¨¦ste es un trabajo para artesanos. El que se la cree toda y piensa que ya lleg¨® a su meta, se pierde por all¨ª'.
Adem¨¢s cree que nunca se acaba de aprender, que es una carrera de fondo. El hecho de que un gran director como Ricardo Chailly, con su Orquesta y Coro Giuseppe Verdi de Mil¨¢n, haya grabado el disco Arias de Rossini con ¨¦l, le infunde energ¨ªa positiva: 'Chailly ama el belcantismo y le gusta tener el control completo, exige mucho, le gustan los tempos r¨¢pidos, hay que estar a su altura', cuenta.
Pese a demostrar en la grabaci¨®n, que contiene fragmentos de Semiramide, Otello, El barbero de Sevilla, La gazza ladra, La italiana en Argel, Zelmira, La donna del lago y La Cenicienta, su dominio total del compositor, a Fl¨®rez no le gusta que le cuelguen la etiqueta de rossiniano: 'Es mi plato fuerte, digamos, pero no es mi ¨²nico repertorio'.
Lo dice pero no estar¨ªa dispuesto a jurar que no quiere serlo. Se nota en c¨®mo define su visi¨®n del compositor: 'Es muy dif¨ªcil. Hay que tener facilidad en el registro agudo y coloratura. Me encanta hacer estos papeles, me dan una sensaci¨®n especial, es una adrenalina constante. Debes cantar bonito, con legato, es decir, suavidad y con energ¨ªa en el momento de los fuegos artificiales, estar fuerte en el aspecto atl¨¦tico vocal'. Una mezcla explosiva.
La t¨¦cnica y los malos ratos
JUAN DIEGO FL?REZ aparecer¨¢ este a?o dos veces en Espa?a. La primera, en junio, en el Festival Mozart de A Coru?a, donde dar¨¢ un recital; la segunda en Barcelona, donde cantar¨¢ La donna del lago en el Liceo la pr¨®xima temporada. Madrid comprob¨® su madera de m¨²sico en el Teatro Real el mes pasado, donde Fl¨®rez sali¨® como un torero de un mal trago. Una maldita flema se le instal¨® en los registros graves en mitad de un recital en el Teatro Real de Madrid y Fl¨®rez se qued¨® sin voz pero esquiv¨® el mal fario. 'Fue al final del primer bloque de arias. Par¨¦ y adelant¨¦ el descanso. Pero volv¨ª a salir y, aunque no hab¨ªa desaparecido la flema, pude cantar'. Lo dice como si fuera suerte o milagro. Pero no, su triunfo fue obra de la t¨¦cnica prodigiosa que lleva consigo. 'Lo importante es saber qu¨¦ hacer. La t¨¦cnica sirve para eso, para salir de los apuros. Lo que hice fue sacar la voz de los graves y ponerme en el registro agudo', cuenta.
Y es que con un debut como el que tuvo en Pesaro en 1996, Fl¨®rez se ha demostrado que puede con casi todo. 'Cantaba un papel secundario en Ricardo e Zoraide. Bruce Ford, el tenor principal de Matilde di Shabr¨¢n se puso enfermo dos semanas antes de hacerlo y cancel¨®. Entonces, el director art¨ªstico, que me hab¨ªa visto cantar, me lo ofreci¨®', cuenta Fl¨®rez. '?Crees que puedes aprenderte el papel en dos semanas', le dijo. El jovencito debutante se puso nervioso, pero por dentro, como los grandes, sin demostrar un tembleque. 'Ped¨ª ese tiempo para hacerme a la idea, la decisi¨®n la ten¨ªa tomada. Era que s¨ª, pero yo no pod¨ªa creerlo'. Y con aquel triunfo en Pesaro, comenz¨® a comerse el mundo con los ingredientes de un m¨²sico que dej¨® de componer ¨®peras precisamente para inventar recetas de cocina: el gran Rossini. J. R. M.
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