Malentendidos sobre el socialismo vasco
El autor se?ala que en el socialismo vasco hay distintas posturas sobre la pol¨ªtica a realizar, discrepancias con el PP, y no resignaci¨®n a la hegemon¨ªa nacionalista.
En un reciente art¨ªculo ('Ox¨ªgeno para ETA', EL PA?S del pasado 6 de abril), Fernando Savater criticaba a la actual direcci¨®n del PSE-EE, en t¨¦rminos que considero injustos o inexactos y que, adem¨¢s, me obligan a hacer alguna reflexi¨®n previa sobre las posiciones de los intelectuales en relaci¨®n con el problema vasco. De entrada, tengo que manifestar sin rodeos el reconocimiento a la labor desarrollada por Savater y otros intelectuales y gente de la cultura en la defensa de la democracia, frente al terrorismo y el nacionalismo excluyente.
Para los socialistas vascos, que nos hab¨ªamos sentido solos durante muchos a?os en la lucha contra el terrorismo y en la defensa de la Constituci¨®n, la aparici¨®n de voces que por su prestigio y trayectoria daban un aval decisivo a la denuncia de lo que ocurr¨ªa en Euskadi, represent¨® algo muy importante. Aunque no oculto la preocupaci¨®n de que muchos de esos intelectuales, o al menos algunos de los m¨¢s conocidos, ven ahora con desconfianza o abierta cr¨ªtica nuestra pol¨ªtica. En algo hemos tenido que fallar para que esto ocurra. Pienso, no obstante, que tampoco estar¨ªa de m¨¢s que los propios intelectuales se plantearan si no est¨¢n cayendo en un excesivo esquematismo en sus planteamientos, al tratar sobre la situaci¨®n de Euskadi y las posiciones de mi partido al respecto. Algo de esto me parece observar en el art¨ªculo de Fernando Savater, cuando leo: 'Durante largo tiempo (...), los concejales socialistas fueron con m¨¢s o menos dificultades 'gente maja', que se mov¨ªa con relativa normalidad por sus localidades, trataban a todo el mundo y no necesitaban llevar escolta ni vivir fuera, como los concejales populares... que era a quienes mataban. Pero despu¨¦s vino el asesinato de Froil¨¢n Elespe y cundi¨® el des¨¢nimo y las dimisiones, porque nadie puede seguir siendo 'majo' con dos escoltas pis¨¢ndole los talones'. 'Con un poco de esfuerzo y la comprensi¨®n nacionalista... pueden volver a intentar reintegrarse en la 'normalidad'... Los concejales, por el momento, no se f¨ªan y siguen dimitiendo; en cambio, los populares, resignados ya desde hace mucho a no ser 'majos', aguantan mejor el tir¨®n'.
Se equivocan quienes ven en la pluralidad del constitucionalismo vasco peligro o amenaza
No entrar¨¦, por razones obvias, en la cuesti¨®n de a qui¨¦nes ETA mat¨® antes o qui¨¦nes aguantaron mejor o peor. Me limitar¨¦ a decir que lo que se desprende de esas afirmaciones -falta de solidaridad con las v¨ªctimas antes o falta de firmeza ahora por parte de los socialistas- es tremendamente injusto con quienes, a riesgo de sus vidas, llevan muchos a?os defendiendo las libertades en Euskadi. Y es injusto dar a entender que los concejales socialistas han vivido, o ejercido sus cargos, tranquilamente hasta ahora. Pensar eso es desconocer lo que ha estado ocurriendo desde hace tiempo en el Pa¨ªs Vasco. Por ejemplo, lo que han tenido que soportar los concejales socialistas en mucho municipios del interior de Guip¨²zcoa, al ser los ¨²nicos representantes constitucionalistas en tales ayuntamientos.
Y no se trata s¨®lo de localidades peque?as o del interior. ?Qu¨¦ pronto se han olvidado, por lo visto, los intentos de aut¨¦ntico linchamiento sufridos por el alcalde y concejales socialistas de Renter¨ªa, en la ¨¦poca de la denominada guerra de las banderas! ?Qu¨¦ pronto se ha olvidado el constante acoso y los atentados que han sufrido las sedes socialistas en muchas localidades vascas! ?C¨®mo se han olvidado las v¨ªctimas mortales de la casa del pueblo de Portugalete, por acci¨®n del terrorismo callejero! Y los escoltas, desgraciadamente para muchos socialistas, no son algo reciente, sino una compa?¨ªa que no han podido quitarse de encima desde hace d¨¦cadas.
Entrando ya m¨¢s en el fondo de la cuesti¨®n, Savater afirma lo siguiente acerca de los integrantes de la actual direcci¨®n del PSE-EE: 'Lo malo es que sin ser nacionalistas parecen haber interiorizado la normalidad hegem¨®nica del nacionalismo. Se dir¨ªa que han llegado a la conclusi¨®n de que para seguir siendo socialistas en el Pa¨ªs Vasco hay que resignarse a la ropa de camuflaje nacionalista, hay que mimetizarse con el paisaje. Basta para ello, por el momento, desmarcarse en¨¦rgicamente del PP e intentar recuperar su antiguo estatuto de 'gente maja', a?orada consideraci¨®n que es imposible alcanzar si se mantiene un antinacionalismo inc¨®modamente militante'.
Leyendo esto, cualquiera dir¨ªa que la 'a?orada' ¨¦poca a la que alude Savater ha sido un camino de rosas. La realidad ha sido muy distinta. Yo mismo recuerdo que hace m¨¢s de veinte a?os, en 1980, tuve que ir a Urretxu a reconocer el cad¨¢ver del primer socialista asesinado en Euskadi, Germ¨¢n Gonz¨¢lez. Cuatro a?os m¨¢s tarde, asesinaron a Enrique Casas y despu¨¦s, en un goteo incesante que dura hasta hoy, a m¨¢s compa?eros que est¨¢n en la mente de todos.
Tampoco en el plano de las relaciones pol¨ªticas hemos sido los socialistas esa especie de 'gente maja' arropada por el nacionalismo. Recuerdo campa?as electorales en que a nuestro candidato Txiki Benegas los nacionalistas parodiaban en sus carteles, haci¨¦ndole aparecer con metralleta y gabardina. Recuerdo tambi¨¦n, en pleno Gobierno de coalici¨®n, las campa?as de linchamiento sufridas por Ram¨®n J¨¢uregui, cuando el nacionalismo consider¨® que amenazaba su hegemon¨ªa. Tengo muy presente el tratamiento que los socialistas hemos venido recibiendo en los medios p¨²blicos de comunicaci¨®n de Euskadi. Pero quisiera profundizar algo m¨¢s en la valoraci¨®n poco entusiasta de la nueva direcci¨®n socialista por parte de Fernando Savater. A mi entender, se asienta en tres malentendidos que no se corresponden con la realidad y que me gustar¨ªa aclarar. Estos malentendidos son: primero, en el Congreso han ganado los pronacionalistas o claudicantes frente a los partidarios de la firmeza; segundo, la nueva direcci¨®n del PSE-EE quiere desmarcarse del PP para congraciarse con el nacionalismo; y, tercero, los socialistas est¨¢n resignados a aceptar la hegemon¨ªa nacionalista y, por tanto, han renunciado a propiciar la alternativa en el Pa¨ªs Vasco.
En cuanto a la primera cuesti¨®n, se procede a la distinci¨®n maniquea entre socialistas firmes y blandos, antinacionalistas y pronacionalistas; cuando la realidad es que, como en cualquier otra organizaci¨®n viva y democr¨¢tica, existen distintas apreciaciones sobre la pol¨ªtica a realizar. As¨ª ha sido siempre en el socialismo vasco, no s¨®lo durante toda la transici¨®n, sino en ¨¦pocas m¨¢s lejanas. Ya desde su fundaci¨®n, Perezagua tuvo como rival moderado a Carretero. Por no hablar, m¨¢s tarde, de la disputa entre la vieja guardia y Prieto. Unido a todo ello est¨¢n las diferencias territoriales que, ya en 1918, hac¨ªan exclamar a una revista nacionalista que 'en las minas cantan la internacional, en Bilbao exclaman viva Espa?a y en Eibar gritan Gora Euskadi'. No es, por tanto, nada nueva, ni negativa, la pluralidad del socialismo vasco.
El segundo malentendido es considerar que existe la tentaci¨®n de desmarcarse del PP como f¨®rmula para congraciarse con el PNV. ?Por qu¨¦ no buscar, sin embargo, la explicaci¨®n m¨¢s sencilla? ?La de que discrepamos de la pol¨ªtica y de las actitudes del Gobierno y del PP, algo que se suma a la desconfianza tradicional de los socialistas hacia la derecha? Y, por otra parte, ?c¨®mo no discrepar y desconfiar del PP cuando, coincidiendo con asesinatos recientes de compa?eros nuestros, los dirigentes de la derecha nos acusan y calumnian, diciendo de nosotros que somos condescendientes con el terrorismo o que nos entregamos al nacionalismo? ?C¨®mo no discrepar del PP cuando vemos que la situaci¨®n vasca, lejos de tratarse como una cuesti¨®n de Estado, se utiliza constantemente como arma de campa?a electoral?
El tercer malentendido es el de la resignaci¨®n y aceptaci¨®n sumisa de la hegemon¨ªa nacionalista, con el corolario de la renuncia a ser su alternativa. No conozco a ning¨²n socialista vasco resignado a la hegemon¨ªa del nacionalismo. Eso es algo que va en contra de nuestra historia y nuestras se?as de identidad como partido. Lo que ocurre es que, en pol¨ªtica, no s¨®lo basta con proclamar los objetivos, sino, adem¨¢s, llevar a cabo una estrategia que permita alcanzarlos. Y pensamos que la forma de lograr esa alternativa no es hacer lo que dice el PP. Primero, porque discrepamos de muchas de las pol¨ªticas del PP y, adem¨¢s, porque estamos convencidos de que una especie de bloque PP-PSOE resta fuerza al conjunto de la oposici¨®n y de que, en cambio, la diversidad y la autonom¨ªa de cada formaci¨®n suma y hace factible la alternativa.
La alternativa s¨®lo es posible sumando votos y parlamentarios. Y, para ello, hace falta un socialismo vasco m¨¢s fuerte. Y para serlo, pensamos que es mejor mantener nuestra personalidad y autonom¨ªa propia, ser consecuentes con nuestra historia y nuestra sociolog¨ªa. S¨®lo desde esa diversidad y esa pluralidad ser¨¢ posible la alternativa. El constitucionalismo vasco es plural y diverso. Se equivocan quienes ven en esa diversidad un peligro o una amenaza. Y flaco favor hace al constitucionalismo vasco quien quiere convertirlo en algo monol¨ªtico, donde se excluye a todo aquel que se salga de las consignas del Gobierno de turno. Sobre todo cuando se pretende que reneguemos de nuestra historia pol¨ªtica, dando por malo aquello que entendemos que fue bueno: la etapa de colaboraci¨®n con el nacionalismo que mantuvimos en el pasado. Una etapa que, con todos sus errores, fue sumamente fruct¨ªfera para el Pa¨ªs Vasco, en t¨¦rminos de unidad democr¨¢tica contra el terrorismo, sometimiento al ordenamiento constitucional, expansi¨®n del pluralismo, colaboraci¨®n y cooperaci¨®n entre el Gobierno vasco y el Gobierno central, desarrollo auton¨®mico y avance econ¨®mico. Aunque la experiencia no pueda volver a repetirse, dado el giro posterior del nacionalismo hacia posiciones soberanistas y excluyentes.
Me gustar¨ªa que estas consideraciones pudieran contribuir en algo a disipar el escepticismo de Fernando Savater sobre la pol¨ªtica del socialismo vasco. Pero no quisiera terminar este art¨ªculo sin invitarle a que reflexione sobre algo que me parece importante: y es que las tres cuestiones que he mencionado, y que para determinados intelectuales honestos son preocupaciones leg¨ªtimas y razonables, para otros, el Gobierno de Aznar, por ejemplo, son mera cuesti¨®n de propaganda. Mucho me temo que, detr¨¢s de las grandes palabras sobre los intereses de Estado y la alternancia en Euskadi, se esconden el inter¨¦s de la derecha y sus terminales medi¨¢ticas por utilizar el problema vasco como arma electoral contra los socialistas en toda Espa?a. Y eso tambi¨¦n deber¨ªa preocupar a nuestros intelectuales. Aunque s¨®lo fuera para no caer en la extra?a situaci¨®n de que se analiza y juzga sin piedad el menor gesto de un colectivo acosado que hace pol¨ªtica jug¨¢ndose la vida, mientras que nadie repara en las responsabilidades pol¨ªticas de aquellos que tienen todo el poder de la naci¨®n.
Jes¨²s Eguiguren es presidente del Partido Socialista de Euskadi-PSOE.
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