Globalizaci¨®n
Resulta conmovedora la actitud de Jos¨¦ Luis Angulo, alcalde de J¨®dar, pueblo de la provincia de Ja¨¦n, promoviendo entre sus vecinos el reclutamiento de voluntarios para luchar por la causa palestina. Angulo posaba para este peri¨®dico frente a la fachada del ayuntamiento, que lucir¨¢ sus banderas a media asta, incluida la de los ¨¢rabes, mientras dure la invasi¨®n israel¨ª. He mirado al alcalde detenidamente. No parece un talib¨¢n. Ni siquiera un exaltado. Con su jersey de cuello redondo, con su camisa por dentro, tan formal, con su bigote entrecano y ese aire de profunda tristeza, m¨¢s l¨®gico en un entrenador de Segunda B cargado de hijos que en un alcalde incendiario, Jos¨¦ Luis Angulo parece normal. De hecho, hubo un tiempo en que era normal comprometerse con causas justas aunque estuviesen en la otra punta del mundo. Hoy ser¨ªa impensable que un pa¨ªs reclutara voluntarios para luchar en el extranjero. Im¨¢genes como la de Olof Palme movilizando a los suecos (?a los suecos!) contra las ¨²ltimas penas de muerte firmadas por Franco son piezas de museo. No digo ya ejemplos como los de Orwell o Gerald Brenan, que dejaron sus pa¨ªses estables y civilizados para enrolarse en el ejercito republicano. Esos son casos cl¨ªnicos. No hay m¨¢s que ver c¨®mo ha terminado ese pobre diablo estadounidense que se uni¨® a los talibanes antes de que estos fueran declarados oficialmente Terroristas Internacionales. En nuestro mundo ya no cabe un generoso ej¨¦rcito de brigadistas internacionales. Como mucho, un destacamento de cascos azules holandeses, de esos que no movieron un dedo -eran neutrales- para impedir que el general Mladic aniquilara a los musulmanes de Srebrenica. Hace unos d¨ªas el gobierno holand¨¦s se enter¨® de la noticia, y todos los ministros dimitieron. Otro gesto bastante anormal.
Lo del alcalde de J¨®dar se presentaba, o lo le¨ªa yo, con una cierta melancol¨ªa y desaz¨®n; como la simp¨¢tica extravagancia de un viejo comunista. Lo que me desazona es que estos gestos, en otro tiempo naturales, hoy ni siquiera parecen heroicos, sino anormales. Esta desmesurada solidaridad sale en los papeles con la misma ternura con que se habla de una sand¨ªa gigante. Rarezas. Imagino a los vecinos de J¨®dar, me imagino a m¨ª mismo murmurando por lo bajo, dando codazos de complicidad a mis paisanos y sonriendo con infinita conmiseraci¨®n mientras este quijotesco personaje brama contra Israel y pide voluntarios jienenses para la Intifada.
Hoy nadie se extra?a de que una paellera est¨¦ fabricada en Taiwan, pero nos parece extraordinario que desde J¨®dar se solidaricen con Palestina. Cada vez nos resulta m¨¢s ex¨®tico e incomprensible el compromiso con causas que no sean las locales. Es curioso este auge del provincianismo (vestido, eso s¨ª, con los fant¨¢sticos y vaporosos trajes de la Identidad Cultural) en la era de la globalizaci¨®n. Pero qu¨¦ globalizaci¨®n ni qu¨¦ ni?o muerto. Si el mundo estuviera verdaderamente globalizado, los suecos ya se hubieran manifestado contra la reforma del PER; y entre nosotros, unos acudir¨ªan a la llamada de Jos¨¦ Luis Angulo y otros organizar¨ªan en el real de la Feria de Sevilla una huelga de casetas contra la pol¨ªtica de Berlusconi.
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