El todo y las partes
Ignoro qu¨¦ ha ocurrido exactamente con el BBVA y su dinero sumergido. Y como no soy perro perdiguero, omito entrar en averiguaciones hasta que jueces e inspectores descubran el rev¨¦s de la trama. S¨ª me gustar¨ªa, sin embargo, discutir una cuesti¨®n de ¨ªndole te¨®rica -y a su manera, tambi¨¦n detectivesca- que a prop¨®sito de todo esto se ha paseado por los medios. Me refiero al hecho de por qu¨¦ permiten los gobiernos que subsistan los para¨ªsos fiscales. Si los gobiernos se organizaran, adi¨®s a los para¨ªsos fiscales, y todos -los fiscos nacionales, se entiende- saldr¨ªan ganando respecto de la situaci¨®n actual.
Bien, ?qu¨¦ ocurre? Conforme a la versi¨®n m¨¢s popular, lo siguiente: que ciertos peces gordos, los del dinero acumulado y secreto, fuerzan, compran o seducen la voluntad de los gobiernos. Los hombres con sombrero tubo y un puro descomunal entre los dientes han tejido un orden paralelo al legal y pol¨ªtico, y as¨ª nos va de mal. Personalmente, desconf¨ªo de estas racionalizaciones maquiav¨¦licas. La experiencia hist¨®rica tiende a demostrar que nadie ha querido, en rigor, muchas de las cosas que acaban pasando. Pensemos, por ejemplo, en la Primera Guerra Mundial. No se conoce de cierto por qu¨¦ demonios estall¨®, y es probable, es casi seguro, que lo hizo contraviniendo los deseos reales de los beligerantes. Ello dicho, urge a?adir que si los ¨²ltimos no se hubieran comportado como se comportaron, no habr¨ªa habido Primera Guerra Mundial. Sobre las discordancias enigm¨¢ticas entre las actitudes individuales, y la acci¨®n colectiva, ha codificado mensajes consistentes la teor¨ªa econ¨®mica. Pero antes conviene detenerse un instante en el origen de los para¨ªsos fiscales.
?stos cobraron relieve hace m¨¢s de cincuenta a?os, al reinstalarse el control de cambios y aumentar la presi¨®n fiscal. Ciertos enclaves, dotados de autonom¨ªa por motivos hist¨®ricos, o por el proceso de descolonizaci¨®n, ofrec¨ªan a los evasores tres ventajas clave: anonimato en los registros, automatismo cambiario e impuestos cero. Y hacia all¨ª fueron desfilando los caudales. Ahora viene la pregunta del mill¨®n: ?por qu¨¦ no se han sofocado esos edenes del ahorro sigiloso?
Cortar la inversi¨®n en los para¨ªsos es complicado. Siempre puede acudirse a terceros pa¨ªses. Para que no haya terceros pa¨ªses es menester una acci¨®n concertada de todos los pa¨ªses simult¨¢neamente. Y aqu¨ª, en la cl¨¢usula todos, est¨¢ el intr¨ªngulis. Razonemos por retorsi¨®n: ?por qu¨¦ no se bloquean las inversiones procedentes de lugares excusados? Si se hiciera tal, los evasores tendr¨ªan que gastarse su dinero en pi?a colada o en la pesca del caim¨¢n -dos de las pocas cosas que produce el Caribe-, y ya no les traer¨ªa cuenta ser evasores. Pero el caso, h¨¦las!, es que todos es una palabra peliaguda. Si un gobierno enfilara el camino de la virtud en solitario, los dem¨¢s se beneficiar¨ªan de las inversiones que ¨¦l ha rechazado. Y estar¨ªa perjudicando entonces su econom¨ªa, am¨¦n de dejar intactos los para¨ªsos.
La teor¨ªa econ¨®mica abunda en ejemplos de estados colectivamente deseables que nunca se alcanzar¨¢n por agregaci¨®n de decisiones individuales y voluntarias. En esta categor¨ªa entran, por cierto, los bienes p¨²blicos: Mancur Olson ha argumentado convincentemente que los bienes p¨²blicos no se sufragar¨¢n a trav¨¦s del mercado pese a que todos estar¨ªan mejor si pagaran a escote. El asunto no est¨¢ en que seamos irracionales. Est¨¢ en que la suma de conductas sucesivamente racionales no tiene por qu¨¦ llevar a una situaci¨®n racional en su conjunto.
Los bienes p¨²blicos, seg¨²n Olson, s¨®lo acertar¨¢n a asegurarse con medidas coactivas, dictadas por una instancia superior. Encontramos aqu¨ª, por as¨ª decirlo, una justificaci¨®n de la pol¨ªtica hobbesiana, urdida o cocinada con los instrumentos de la econom¨ªa neocl¨¢sica. Tambi¨¦n en esto se apunta un paralelo sabroso con el contencioso de los para¨ªsos fiscales. Tras la tragedia del 11 de septiembre, EE UU ha decidido que conviene combatir la opacidad a toda costa. Y parece que se est¨¢ moviendo para que los para¨ªsos fiscales sean menos paradis¨ªacos. El inter¨¦s obra lo que no ha obrado la armon¨ªa de los pueblos. Quien lo encuentre raro, que levante la mano.
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