Encapuchados en Huelva y matr¨ªculas en Almer¨ªa
De todas las mujeres que ejercen la prostituci¨®n en la capital almeriense el n¨²mero de mujeres aut¨®ctonas que se ganan la vida con la venta de sexo apenas ronda la quincena. Poco se sabe de ellas desde que hace cuatro a?os movimientos vecinales de gran radicalismo emprendieran una campa?a para desplazarlas de los lugares donde sol¨ªan ejercer la prostituci¨®n: el parque de Nicol¨¢s Salmer¨®n y el barrio de El Zapillo.
Las patrullas de convecinos no dudaron, en sus escarceos por las calles al m¨¢s puro estilo Charles Bronson, en apuntar las matr¨ªculas de los coches de su supuesta clientela para espantarla. Con el tiempo, al desplazamiento f¨ªsico de sus lugares de trabajo al que se vieron abocadas se ha unido el desplazamiento en las preferencias de sus clientes con la llegada de inmigrantes j¨®venes de ?frica o Am¨¦rica. 'No es que sean mayores, es que est¨¢n m¨¢s demacradas porque las de Almer¨ªa son toxic¨®manas. Se prostituyen por droga y porque el chulo les exige dinero', explica la presidenta de la Asociaci¨®n para la Prevenci¨®n, Reinserci¨®n y Atenci¨®n de las Mujeres Prostitutas, Mercedes D¨ªaz.
El nuevo punto de venta se ubica en la carretera de Sierra Alhamilla, tras uno de los accesos a la autov¨ªa del aeropuerto. Las menos se sit¨²an en el barrio de Pescader¨ªa, en la carretera N-340 direcci¨®n a Aguadulce. S¨®lo dos mujeres mayores ejercen la prostituci¨®n con hombres ancianos en Puerta de Purchena, en pleno centro de la capital. La adicci¨®n a las drogas y la figura del chulo las disuade de cualquier petici¨®n de ayuda en asociaciones. 'Nunca llaman. Si conocemos a algunas es porque hemos ido en su busca para hablarles de nuestro centro, del peligro de las enfermedades contagiosas y para darles preservativos', concluye D¨ªaz.
Las prostitutas de Huelva viven tiempos tranquilos. Ejercen actualmente en la periferia de la ciudad, sin molestar a nadie y sin que nadie las moleste. Atr¨¢s quedaron tiempos de crispaci¨®n y de enfrentamientos con los vecinos de la barriada de El Molino de la Vega, que emprendieron en septiembre de 1990 una singular cruzada contra las prostitutas con el argumento de que no ocultaban sus relaciones con los clientes en una calle transitada por escolares, la avenida de Las Palmeras.
Los vecinos organizaron patrullas, integradas por encapuchados, que mantuvieron en la oscuridad de la noche duros enfrentamientos a palos con las prostitutas y los proxenetas. Hubo varios heridos. Y una enorme crispaci¨®n. Lo cierto es que las protestas vecinales llegaron tras una serie de altercados. En mayo de 1990, un cliente propin¨® una brutal paliza a una prostituta apodada La Gallega, que tuvo que estar tres meses en el hospital para recuperarse. Y la noche de Reyes de 1989, una prostituta, Juana D.D., muri¨® porque a su proxeneta le pareci¨® que hab¨ªa trabajado poco y le abri¨® el cr¨¢neo a puntapi¨¦s.
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