La discreta atracci¨®n de Britten
Veinticinco a?os despu¨¦s de su muerte, la figura de Benjamin Britten contin¨²a agigant¨¢ndose. En el universo oper¨ªstico es ya un 'cl¨¢sico'. A veces, incluso, se dice de ¨¦l que es el m¨¢s mozartiano de los compositores l¨ªricos de la segunda mitad del XX. El adjetivo mozartiano se aplica con m¨²ltiples significados, pero siempre lleva consigo un tono elogioso. ?Por qu¨¦ se aplica lo de mozartiano a Britten? Entre otras razones por su cercan¨ªa. La m¨²sica de Britten tiene un aire de sencillez, de inmediatez. Es comunicativa, tiene misterio. El compositor ingl¨¦s no ha sido un innovador desde el punto de vista ling¨¹¨ªstico, pero sus propuestas se han caracterizado por un compromiso human¨ªstico, un meticuloso rigor musical sin forzar la experimentaci¨®n y un sentido art¨ªstico receptivo a los valores reflexivos de la palabra cantada. La ¨®pera es el g¨¦nero en el que sus inquietudes se han manifestado de forma m¨¢s natural. Con ¨¦l, el teatro l¨ªrico ingl¨¦s ha recobrado una plenitud que no ten¨ªa desde Purcell. Y es que Britten quiz¨¢ no deslumbre, pero enamora con un tipo de atracci¨®n discreta y afectiva. De las que permanecen con el paso del tiempo.
En Espa?a, las representaciones de las ¨®peras de Britten no han pasado inadvertidas en los ¨²ltimos a?os. Billy Budd ha sido uno de los espect¨¢culos m¨¢s conseguidos de la programaci¨®n del Liceo de Barcelona despu¨¦s de la reconstrucci¨®n y Peter Grimes se recuerda como una de las cumbres de la nueva etapa del Teatro Real de Madrid. Curlew River fue un descubrimiento en el teatro de La Abad¨ªa con la visita del teatro Almeida de Londres, y La vuelta de tuerca caus¨® sensaci¨®n en La Zarzuela con Ronconi o, con un montaje m¨¢s humilde de una compa?¨ªa alemana, en la Escuela de Canto de San Bernardo. La memoria cercana de Britten es f¨¦rtil en nuestro pa¨ªs y a su conocimiento se une ahora Sevilla, pues el teatro Maestranza presenta el pr¨®ximo martes 30 de abril, en los ¨²ltimos coletazos de la resaca de la feria, The Rape of Lucretia (La violaci¨®n de Lucrecia), su t¨ªtulo oper¨ªstico inmediatamente posterior a Peter Grimes, que algunos traduc¨ªan hace unas d¨¦cadas aqu¨ª como El rapto de Lucrecia, m¨¢s por las circunstancias que por otra cosa. Y es que era muy fuerte para ciertas sensibilidades que en una ¨®pera se hablase de violaciones ya desde el enunciado. Lo que ha cambiado el mundo de la ¨®pera, y el mundo en general.
La violaci¨®n de Lucrecia
por el pr¨ªncipe Tarquinius, hijo del tirano etrusco Tarquinius apodado El Soberbio, es un tema de resonancias hist¨®ricas, reflejado en la literatura desde Tito Livio hasta Shakespeare, y en la pintura con evocadores cuadros de Tiziano, Tintoretto, Veron¨¦s, Durero o Cranach, entre otros. El libreto de Ronald Duncan para la ¨®pera de Britten est¨¢ inspirado en la obra Le Viol de Lucr¨¨ce, de Andr¨¦ Obey. El estreno en Glyndebourne el 12 de julio de 1946 cont¨® con un reparto de lujo encabezado por la contralto Kathleen Ferrier y el tenor Peter Pears con la direcci¨®n musical de Ernest Ansermet. Las repercusiones de la proximidad de la Segunda Guerra Mundial se dejan notar en la elecci¨®n de un tema centrado en el salvaje ataque a la virtud por medio del abuso de la fuerza, y en la potenciaci¨®n de la f¨®rmula de ¨®pera de c¨¢mara con un n¨²mero reducido de instrumentistas para salvar las dificultades de financiaci¨®n econ¨®mica en tiempos de crisis. Doce ejecutantes resuelven los problemas orquestales de esta singular ¨®pera: dos violines, viola, violonchelo, contrabajo, flauta, oboe, clarinete, fagot, trompa, arpa y percusi¨®n, aunque algunos instrumentistas los simultaneen con otros de la misma familia. Britten no abandonar¨ªa en varias obras a lo largo de su carrera la sonoridad, las proporciones y el estilo del English Opera Group, con el que estren¨® La violaci¨®n de Lucrecia.
La producci¨®n que se va a
ver en el Maestranza de Sevilla procede del teatro Carlo Felice de G¨¦nova, donde se estren¨® en noviembre de 1999, con direcci¨®n esc¨¦nica de Daniele Abbado. De aquellas representaciones se mantienen tambi¨¦n en la capital hispalense el director musical Jonathan Webb y algunas cantantes como Annie Vavrille (Lucrecia) o Gabriella Sborgi (Blanca). La ¨®pera est¨¢ concentrada en dos actos, cuatro escenas, contando con el contrapunto de un coro masculino y otro femenino que comentan la acci¨®n y se reducen, en plena contenci¨®n num¨¦rica que no expresiva, a una sola persona cada uno. Obvio es decir que la programaci¨®n de una ¨®pera como La violaci¨®n de Lucrecia en Sevilla abre nuevas perspectivas al principal teatro l¨ªrico andaluz. Tal vez sea el anuncio de una voluntad de ampliaci¨®n de un repertorio demasiado convencional hasta el momento. De todos modos se hab¨ªa dado alg¨²n aviso con las actividades de la sala peque?a en las ¨²ltimas temporadas. La reacci¨®n del p¨²blico ser¨¢ decisiva. El Maestranza ha dado ya, en cualquier caso, suficientes muestras de madurez y curiosidad como para poder pronosticar que la ¨®pera de Britten se saldar¨¢ con una buena acogida, a poco que interpretativamente la representaci¨®n est¨¦ a la altura de las expectativas levantadas.
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