'Ballotage'
El fracaso de las presidenciales francesas nos permite a los europeos escarmentar en cabeza ajena, extrayendo amargas lecciones de los errores de los dem¨¢s. Tres argumentos se han dado para explicar esta pifia.
1. Ha sido culpa de la irresponsabilidad de los electores con menor nivel de estudios, mal aconsejados por su miedo a un futuro superpoblado de inmigrantes. 2. Es una crisis de la democracia representativa, ahora reconvertida en democracia de audiencia (Manin), que hace de los comicios un mero espect¨¢culo audiovisual, como esos concursos tipo Operaci¨®n Triunfo, donde vencen los candidatos m¨¢s eficazmente populistas. 3. El problema arranca de la ingenier¨ªa constituyente, dado el fracaso del sistema electoral.
Parece m¨¢s convincente la tercera raz¨®n, como consecuencia imprevista del sistema de elecci¨®n a dos vueltas. Esto permite desdoblar el voto, votando primero de modo expresivo (voto ideol¨®gico, voto de castigo, voto l¨²dico, voto de protesta antisistema), cuando parece que la cosa todav¨ªa no va de veras, como si se tratase de una experiencia prematrimonial entre cohabitantes. Para luego, dos semanas despu¨¦s, votar en serio de forma instrumental (voto ¨²til, voto interesado, voto responsable), cuando llega con la segunda vuelta la hora de la verdad y hay que pasar por la alcald¨ªa para firmar el contrato conyugal. Es verdad que las encuestas anunciaban que Jospin pod¨ªa descolgarse, pese a su honrado cumplimiento program¨¢tico. Pero, como en el cuento del pastorcillo y el lobo, nadie crey¨® a los pastores medi¨¢ticos y el lobo Le Pen se comi¨® al cordero Jospin.
Esto supone desnaturalizar el artificio electoral conocido como ballotage, que originalmente implicaba la nulidad de una elecci¨®n cuando ning¨²n candidato lograba mayor¨ªa absoluta. Pero ahora se ha convertido en una primera seudoelecci¨®n ficticia, una especie de megaencuesta o ensayo general con todo, donde el presidencialismo mayoritario que en teor¨ªa debiera presidir la elecci¨®n es sustituido por una especie de espurio parlamentarismo proporcional que convierte la funci¨®n en una jaula de grillos o en una tragicomedia.
Lo cual ya es malo de por s¨ª, pero a¨²n hay algo peor, si semejante mecanismo expulsa de la segunda vuelta a los candidatos m¨¢s l¨®gicos para sustituirlos por otros absurdos o imposibles, como ha sucedido ahora. El pr¨®ximo domingo los franceses tendr¨¢n que elegir entre un corrupto impune y un fascista impenitente, lo que obligar¨¢ a la mayor¨ªa absoluta del electorado a votar en contra de sus convicciones, quedando Chirac reelegido s¨®lo por defecto, y no en virtud del juicio retrospectivo que su pasada ejecutoria merezca, como si se tratase de una votaci¨®n de censura constructiva donde el candidato alternativo resulta pol¨ªticamente inviable.
De ah¨ª que ya se plantee refundar la V Rep¨²blica. Pero no para excluir a las candidaturas antisistema, como sostienen los inquisidores que persiguen disidentes en caza de brujas. Sino para eliminar los efectos perversos de la cohabitaci¨®n, que si en Estados Unidos funciona bien, limitando los abusos del poder presidencial, es porque all¨ª hay aut¨¦ntica separaci¨®n de poderes. Y desde luego, para reformar el artificioso sistema electoral, que falsifica la voluntad popular permitiendo unos resultados no queridos por los electores.
Y algo de esto sabemos tambi¨¦n en Espa?a, pues tambi¨¦n nuestra ingenier¨ªa electoral prefabrica mayor¨ªas absolutas de dise?o que no coinciden con la voluntad expresa de los electores. Si Chirac va a ser presidente con un 20% de los votos, en Espa?a se puede lograr la mayor¨ªa absoluta con el 30%. Lo cual se agrava con un mecanismo de censura constructiva que blinda al presidente del Gobierno, haci¨¦ndolo casi irresponsable ante el Parlamento. As¨ª resulta un modelo espa?ol formalmente parlamentario proporcional, pero cuyo bonapartismo efectivo poco tiene que envidiar al franc¨¦s. Y de esta manera no hay separaci¨®n de poderes que valga.
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