Los 'comedores de sombreros' piden revancha
Los franceses dan marcha atr¨¢s e incluso sus m¨¢s ac¨¦rrimos enemigos se ven obligados a pedir el voto para Chirac
Los franceses aman de nuevo la pol¨ªtica. Al menos por unos d¨ªas, hasta la celebraci¨®n de la segunda vuelta electoral. Los partidos pol¨ªticos reciben solicitudes de ingreso despu¨¦s de muchos a?os de lento desangrarse. Hay colas para garantizar el llamado voto por procuraci¨®n el pr¨®ximo domingo, en el caso de las personas que estar¨¢n ausentes y no podr¨¢n dirigirse a su colegio electoral. Las asambleas tumultuosas han renacido en las universidades y liceos, as¨ª como las manifestaciones en la calle, organizadas por enormes coordinadoras de sindicatos, partidos y asociaciones, muchas de ellas surgidas como setas de la nueva politizaci¨®n. Es el caso de Raz l'Pen, que quiere decir m¨¢s o menos Hartos de Le Pen, y de No Pasar¨¢n, en espa?ol, de evidente significado. Una nueva generaci¨®n de j¨®venes est¨¢ inici¨¢ndose en la vida pol¨ªtica en este subid¨®n antilepenista que est¨¢ prendiendo por todos lados. Jean-Marie Le Pen, maestro de la provocaci¨®n, ha designado a su rival Jacques Chirac como 'el jefe del Frente Popular'.
Jacques Chirac apenas necesita hacer campa?a en esta segunda vuelta electoral
Los partidos reciben solicitudes de ingreso tras muchos a?os de lento desangrarse
Algo de raz¨®n no le falta e incluso se queda corto. Han llamado a votar por Chirac sus m¨¢s encarnizados enemigos: Arnaud de Montebourg, el diputado socialista que promovi¨® su procesamiento por corrupci¨®n; Eric Halphen, el juez que intent¨® romper la inmunidad presidencial de Chirac y le cit¨® infructuosamente a declarar; el semanario sat¨ªrico Le Canard Enchain¨¦ y la instituci¨®n que es Le Monde, entre los peri¨®dicos que m¨¢s le han criticado y denunciado por sus mangoneos en la alcald¨ªa de Par¨ªs y en la financiaci¨®n de su partido, el neogaullista RPR; y pol¨ªticos de todo bordo, desde el l¨ªder antiglobalizaci¨®n Jos¨¦ Bov¨¦ hasta Daniel Cohn-Bendit, incluyendo naturalmente al secretario general del Partido Socialista, Fran?ois Hollande, al ecologista Jean-No?l Mam¨¨re y al soberanista Jean-Pierre Chev¨¨nement. Los numerosos site de Internet que hac¨ªan mofa del presidente de la Rep¨²blica se han convertido en espont¨¢neos propagandistas suyos. 'El mundo podr¨ªa ser peor y las pulgas convertirse en perros. Vota Chirac', dice una de las p¨¢ginas web. Todos se ven obligados a 'comerse el sombrero', el equivalente franc¨¦s de 'envain¨¢rsela'. Est¨¢ claro, pues, qui¨¦n le est¨¢ haciendo la campa?a a Chirac.
El voto del pr¨®ximo domingo parece no ofrecer dudas, a la luz de lo que ocurri¨® el 21 de abril. Cuanto m¨¢s alto sea el porcentaje para Le Pen peor para Francia. Abstenerse o votar en blanco es el equivalente al voto disperso de la primera vuelta. Sirve para los ciudadanos confiados que anteponen su preferencia ideol¨®gica a la eficacia, como hicieron muchos en la anterior elecci¨®n. El ¨²nico voto que sirve para limitar al m¨¢ximo el tama?o electoral de Le Pen es el voto a favor de Jacques Chirac. Si Chirac consigue el 80% o incluso m¨¢s, quedar¨¢ remendado el roto que lucen ahora los ropajes de la pobre Rep¨²blica. Cuanto m¨¢s se acerque Le Pen al 50%, m¨¢s herida quedar¨¢ la ya maltrecha imagen de la moza Marianne ante los franceses y ante el mundo. De ah¨ª la presi¨®n sobre el derrotado Lionel Jospin para que no se limite a pedir un voto contra Le Pen y anuncie lisa y llanamente que hay que votar a Chirac.Jacques Chirac apenas necesita hacer campa?a en esta segunda vuelta. No necesita tampoco el enfrentamiento directo con su rival. Esta tarea se la hacen los votantes de Jospin de la primera vuelta y los que quer¨ªan votarle en la segunda. La campa?a del presidente est¨¢ ya centrada en las legislativas. Sobre todo, porque la actual campa?a contiene un serio peligro para la derecha democr¨¢tica. 'D¨¦mosle a Chirac la votaci¨®n de Rep¨²blica bananera que merece', ha dicho acerbamente Montebourg. La izquierda quiere ahogar al presidente reelegido en una victoria insignificante por excesiva, convertida en un plebiscito republicano contra Le Pen. Hay voces incluso que especulan con pedir la dimisi¨®n de Chirac al d¨ªa siguiente. De ah¨ª que la idea de frente antifascista o republicano haya sido rechazada por el presidente, que se atiene a la literalidad de los hechos: ¨¦l ha ganado la primera vuelta, va a ganar la segunda y de este impulso sacar¨¢ las fuerzas para obtener una mayor¨ªa presidencial en la Asamblea Nacional que le permita gobernar con comodidad desde la derecha. Todo lo otro -la verg¨¹enza de Francia, el frente anti-Le Pen y la nueva generaci¨®n politizada- es muy interesante para lo que queda de semana hasta el domingo, pero no debe contar para nada m¨¢s.
Chirac intenta modular sus discursos de campa?a para no desmovilizar a su propio electorado, no desmentir el antifascismo de la izquierda y a la vez legitimar su victoria como propia. No puede criticar las manifestaciones de la generaci¨®n anti-Le Pen, porque son la parte m¨¢s juvenil y vistosa de su campa?a, pero debe advertir contra los desbordamientos y los peligros de capitalizaci¨®n por parte de Le Pen, un pol¨ªtico especialmente c¨®modo en el papel de ogro pol¨ªtico devorador de j¨®venes dem¨®cratas e inmigrantes. El presidente intenta permanecer ajeno, como si ya hubiera sido reelegido y hoy ya fuera el 6 de mayo. La proyecci¨®n de las legislativas sobre la segunda vuelta es lo que puede permitirle asentarse en su territorio. El abrazo del oso del frente republicano anuncia, en cambio, una inminente campa?a a favor de una nueva cohabitaci¨®n, en la que la victoria excesiva sea compensada con una mayor¨ªa de izquierdas. Los comedores de sombrero, ah¨ªtos por el amargo manjar electoral que apurar¨¢n el 5 de mayo, est¨¢n pidiendo ya la revancha.
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