Luis Lucia
La concesi¨®n a t¨ªtulo p¨®stumo de la Alta Distinci¨® de las Corts Valencianes al pol¨ªtico democristiano valenciano Luis Lucia Lucia (1888-1943) constituye un paso m¨¢s hacia la debida normalidad con que la democracia valenciana debe asumir su historia, y, especialmente, la m¨¢s reciente, en la medida que la primera mitad del siglo XX contin¨²a muy presente.
Tuve ocasi¨®n de escribir ya en el 93, con motivo del cincuentenario de la muerte de Lucia -que, desde luego, pas¨® desapercibida para la clase pol¨ªtica, para el periodismo, y, por ello, para todos los valencianos-, que el olvido a que fue sometida la figura de Luis Lucia por el franquismo, y con ¨¦l, por buena parte de los antiguos correligionarios de la DRV y de la CEDA que se sumaron al r¨¦gimen de Franco, era casi tan clamoroso como el inexplicable silencio del 93, casi veinte a?os despu¨¦s de la muerte del general.
De Lucia se hab¨ªa ocupado t¨ªmidamente la UDPV, de ef¨ªmera vida en democracia, y algunos estudiosos valencianos del derecho, de la pol¨ªtica, de la historia y de la sociolog¨ªa como objeto de estudio (Tom¨¢s Villarroya; J. V. Marqu¨¦s; su propio nieto, Llu¨ªs Aguil¨® Lucia; y ya con dedicaci¨®n m¨¢s exhaustiva, Rafael Valls y, especialmente, Vicent Comes, su bi¨®grafo y editor), pero ni la democracia cristiana, ni la Iglesia, ni los movimientos sociales cristianos, ni el nacionalismo cultural, ni instituci¨®n alguna vieron necesidad de recuperar ese nombre de entre los singulares de nuestro legado de valencianismo y de concordia. Claro que, a los valencianos de la democracia nos cuesta recuperar el santoral civil, y, de hecho, puede decirse que excepto media docena de escritores y alg¨²n rey al que se le supone m¨¦rito sin lugar a cr¨ªticas, la n¨®mina de reconocimientos se agota en el r¨®tulo de plazas nuevas o en vetustos estudios universitarios.
Con el reconocimiento reciente de Lucia puede parecer que se le hace toda la justicia que sin duda merec¨ªa el personaje, pero ser¨ªa bueno que el esfuerzo de historiadores y estudiosos (modestamente he contribuido a su recuperaci¨®n reeditando su obra de 1930, En estas horas de transici¨®n -edici¨®n de Vicent Comes-, como primer t¨ªtulo de la colecci¨®n Estudi General-Textos Valencians que dirijo en la Instituci¨® Alfons el Magn¨¤nim de la Diputaci¨® de Val¨¨ncia) y, ahora, el del Parlamento Valenciano, se vieran acrecidos con una iniciativa de m¨¢s solvencia y durabilidad para que todo no quede en una emotiva restituci¨®n de ef¨ªmeros vuelos.
Entre las palabras que Pilar Lucia pronunci¨® en la repleta sala de l'Andana de la sede de las Cortes Valencianas en nombre de toda su familia y como agradecimiento a la distinci¨®n que se le otorgaba a su padre no faltaron las de una justa recriminaci¨®n por los olvidos de antes y las tardanzas de ahora; fueron, como toda su intervenci¨®n, palabras debidas hacia el hombre de raz¨®n y paz que fue el legendario dirigente de la DRV y ministro de la Rep¨²blica, a quien las dos Espa?as helaron el coraz¨®n, conden¨¢ndole sucesivamente y sin piedad, por m¨¢s que ninguna de las dos se atrevi¨® a cumplir la sentencia mayor, aunque consiguieran el objetivo de su silencio, su cautiverio, y, finalmente, de su precipitada muerte. Para que la memoria de aquel cristiano hombre de bien y valenciano ejerciente perdure entre los valencianos como lo que quiso ser ser¨ªa interesante honrarle con la constituci¨®n de una Fundaci¨® d'estudis per a la pau i la conc¨°rdia que lleve su nombre; idea que brindo a las instituciones y a la sociedad civil.
Vicent.franch@eresmas.net
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