Ultras
Los skaters se ponen sus pantalones anch¨ªsimos, los dejan caer a la altura de las caderas, se calzan las zapatillas de deporte, cuelan la cabeza a trav¨¦s de varias camisetas enormes que les dejan el cuerpo libre de movimientos dentro de ellas, se adornan con anillos y pulseras y agarran bajo el brazo el pat¨ªn dispuestos a volar y a retorcerse en el aire con asombrosas piruetas que resuelven clav¨¢ndose en el suelo sobre el precario equilibrio de las tablas. Son una mezcla urbana entre atletas y bailarines, entre gimnastas de ¨¦lite y ni?os arriesgados, y es un placer verlos saltar sobre los pelda?os de piedra de los grandes edificios del paseo de la Castellana, deslizarse por sus rampas, encogerse en el vac¨ªo y voltear la espalda para dibujar un segundo la dif¨ªcil geometr¨ªa de un art¨ªstico mortal. Son pac¨ªficos, rigurosos, hedonistas y les gusta escuchar hip-hop. 'Los ¨²nicos que no nos quieren mucho son los polic¨ªas, que de vez en cuando vienen a echarnos', dice uno de ellos, 'y los skin nazis, claro, que se meten con todo el mundo'.
El mi¨¦rcoles del partido Madrid-Bar?a, los skaters no hab¨ªan aparecido por la zona del Bernab¨¦u, pues ya saben c¨®mo se las gastan los Ultra Sur. En esa tarde de fanfarria y multitudes, de unidades m¨®viles y autobuses de aficionados, de banderas e insignias y bufandas, aqu¨¦lla era una zona de alt¨ªsimo riesgo para ellos: montones de nazis y decenas de polic¨ªas. Y eso que los skaters no contaban con un enemigo m¨¢s, que se agazapaba cobarde dentro de una mochila abandonada en un coche en la plaza de Lima. A las 16.55 estallaba la bomba. Para qu¨¦ entrar en consabidas consideraciones al respecto que no sean las de agradecer al azar que aquel escenario no se convirtiera en una sangrienta carnicer¨ªa. Pero sangre hubo. Y la m¨¢s indignante no fue la que derramaron los heridos afortunadamente leves de la deflagraci¨®n, sino la de los periodistas agredidos por los violentos de Ultra Sur, porque esos nazis se despacharon con ellos a sus anchas delante de las narices de una polic¨ªa que, seg¨²n todas las declaraciones de afectados y testigos, no intervino para defender a las v¨ªctimas, ni apale¨® a esas bestias a porrazos como hacen con los okupas que desalojan o con los estudiantes que se manifiestan o con los manifestantes antiglobalizaci¨®n: un esc¨¢ndalo.
Los Ultra Sur campan por sus despreciables respetos con la pasividad c¨®mplice de las fuerzas de seguridad y con el benepl¨¢cito de los directivos de sus equipos de f¨²tbol, con su t¨¢cita tolerancia. Y no tan t¨¢cita: dicen que los Ultra Sur disponen de locales cedidos por su presidente en los que acumulan su material terrorista, sus afiches y banderas fascistas, su parafernalia violenta. Los Ultra Sur disponen, con el consentimiento de los clubes, de los socios, de los aficionados y del resto de la sociedad, de un espacio reservado en el campo de juego, de unas gradas en las que se re¨²nen y se exhiben. Nadie ha impedido esa aberraci¨®n, nadie los ha disuelto, nadie los ha reducido por la fuerza, que es como se reduce a los peligrosos. Est¨¢n ah¨ª, y todos podemos ver sus caras y sus gestos, comprobar las formas de su amenaza. ?Por qu¨¦? ?Es que todo lo referente al f¨²tbol, aun su lado m¨¢s negro, es intocable? ?Por qu¨¦?
?Por qu¨¦ no intervino la polic¨ªa cuando estaban pateando en el suelo al fot¨®grafo de El Peri¨®dico de Catalu?a Antonio Jim¨¦nez? ?Por qu¨¦ cuando un periodista de CNN+ les pidi¨® ayuda para que socorrieran a un compa?ero que estaba siendo apaleado por los nazis los polic¨ªas se limitaron a dejar marchar a los agresores pero tuvieron la desfachatez de pedir la documentaci¨®n a las v¨ªctimas? ?D¨®nde est¨¢n detenidos los malnacidos que se ensa?aron tambi¨¦n, seg¨²n palabras de la propia polic¨ªa, 'con alg¨²n inmigrante que pasaba por la zona'? ?Qu¨¦ locura es ¨¦sta? ?Es que los polic¨ªas eran colegas, conocidos, amigos, familiares, c¨®mplices de los nazis? Hay que exigir responsabilidades, investigar qui¨¦nes eran esos indeseables en los que hemos depositado la confianza de nuestra seguridad y juzgar su delito. ?Ser¨ªan los mismos polic¨ªas que se dedican a perseguir skaters porque escuchan m¨²sica negra y visten atuendos que no son de su agrado (acostumbrados, claro, a las botas militares...)? Y hay que exigir que, de una vez por todas, se desmantele esa pantomima de afici¨®n que es el Fondo Sur, nido de terroristas identificados: aparte de ser delincuentes peligrosos, no est¨¢n las cosas como para permitir a los fascistas dar un solo paso m¨¢s.
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