La fuerza de la l¨®gica

El acuerdo de las dos plataformas de televisi¨®n de pago, Canal Sat¨¦lite Digital, del Grupo Sogecable, y V¨ªa Digital, de Telef¨®nica, supone el triunfo de la l¨®gica econ¨®mica y empresarial sobre el modelo intervencionista que quiso imponer el Gobierno de Aznar. Nadie puede obligar a una empresa privada a perder indefinidamente miles de millones. Por ello es de resaltar la decisi¨®n del presidente de Telef¨®nica, C¨¦sar Alierta, de anteponer los derechos de los accionistas a cualquier inter¨¦s pol¨ªtico exterior a la compa?¨ªa misma.

La evidencia ha demostrado la inviabilidad del modelo te¨®rico del Gobierno para las televisiones digitales. De las tres principales ofertas previstas en la pizarra, una, Quiero TV, est¨¢ en liquidaci¨®n; y las otras dos, que ahora se fusionan, ven¨ªan soportando importantes p¨¦rdidas, sobre todo la que lidera Telef¨®nica. Cab¨ªan dos opciones: que una de las dos empresas quebrase, de forma que la superviviente se quedase con todo el mercado, o unir los esfuerzos de ambas. La segunda opci¨®n era la m¨¢s racional: evita situaciones traum¨¢ticas y permite defender mejor los derechos de los abonados.

Los problemas de la televisi¨®n digital no afectan s¨®lo a Espa?a. En Alemania y el Reino Unido han suspendido pagos el grupo Kirch y la compa?¨ªa ITV, respectivamente; en Italia se han fusionado Telepi¨² y Stream, en una operaci¨®n pendiente de aprobaci¨®n por la Comisi¨®n Europea. Las dos plataformas espa?olas han reaccionado a tiempo y por eso sorprende la reacci¨®n sumaria del ministro de Fomento, Francisco ?lvarez Cascos: 'Si los monopolios p¨²blicos son rechazables, los monopolios privados son insufribles'. Fue el propio Cascos quien, en enero de 1997, indic¨® que 'el mercado audiovisual espa?ol aconseja el desarrollo de una plataforma ¨²nica', aunque sin duda deb¨ªa referirse a la que ¨¦l patrocinaba desde el Gobierno. El modelo de crear un marco artificial de competencia sobre la base de mantener en p¨¦rdidas a las empresas es una fantas¨ªa inviable. Y as¨ª lo han entendido los inversores, que ayer saludaron el anuncio de fusi¨®n con una fuerte revalorizaci¨®n en Bolsa.

La apelaci¨®n de Cascos al monopolio es, por tanto, mera ret¨®rica. La fusi¨®n deja a una sola empresa en el mercado de televisi¨®n de pago, pero no existe monopolio de iure, puesto que no est¨¢ limitada la concurrencia. Nada impide que otra empresa invierta para ofrecer nuevos contenidos. El mercado televisivo tampoco es un espacio cerrado; las ofertas por sat¨¦lite fluyen libremente. El pluralismo de la oferta es el bien mayor que debe protegerse en la operaci¨®n y no puede argumentarse que la fusi¨®n reduce ese pluralismo cuando los hogares espa?oles reciben diariamente multitud de ofertas de televisi¨®n por sat¨¦lite, dos cadenas p¨²blicas, varias auton¨®micas y locales y otras dos privadas, adem¨¢s de los numerosos canales de cable, cuando las propias plataformas ofrecen programaciones diferentes y plurales, imposibles de identificar con una ¨²nica posici¨®n ideol¨®gica.

Las autoridades de competencia, en Espa?a y en Europa, deben examinar la operaci¨®n hasta el m¨ªnimo detalle; y deber¨ªan ser las autoridades europeas quienes establecieran las condiciones en las que la fusi¨®n es compatible con la transparencia del mercado y el respeto al derecho de los abonados. El acuerdo, en definitiva, si es bien instrumentado, ir¨¢ en beneficio de todos, incluido el pluralismo de la oferta.