Ciudades y campos
Este libro admirable, realmente admirable, pasa por ser la obra capital de Raymond Williams (1921-1988), uno de los m¨¢s eminentes cr¨ªticos ingleses del ¨²ltimo siglo. Y lo ser¨ªa no s¨®lo por la hondura, la amplitud y los alcances de sus an¨¢lisis, sino tambi¨¦n por el talante radicalmente human¨ªstico que lo anima, por la vibraci¨®n moral que emite tanta y tan aguda inteligencia, por su sobrio y l¨²cido llamamiento a la resistencia.
-?La resistencia? ?A qu¨¦?
Lo m¨¢s honesto ser¨ªa responder: la resistencia al capitalismo; una resistencia que para Williams constituye 'la forma decisiva de la necesaria defensa humana'. Pero es f¨¢cil imaginar la sonrisa condescendiente con que tantos han de recibir una declaraci¨®n tan altisonante, tan c¨¢ndida, tan ripiosamente... ?marxista?
EL CAMPO Y LA CIUDAD
Raymond Williams Traducci¨®n de Alcira Bixio Pr¨®logo de Beatriz Sarlo Paid¨®s. Buenos Aires, 2001 416 p¨¢ginas. 27,05 euros
-?S¨ª, eso!
Por lo que conviene puntualizar -como hace Beatriz Sarlo en el esclarecedor pr¨®logo a esta edici¨®n- que el materialismo cultural de Williams ocup¨® siempre una posici¨®n exc¨¦ntrica, disidente, en relaci¨®n al marxismo ingl¨¦s. Pero que s¨ª, en efecto, a qu¨¦ disimularlo: entre las ense?anzas de un libro como ¨¦ste se cuenta la de que el marxismo contin¨²a constituyendo, se quiera o no, una excelente herramienta de an¨¢lisis; sobre todo cuando se trata de refutar, como hace Williams, ciertas formas de pensamiento (cada vez m¨¢s conspicuas y arrogantes, por cierto) que, empe?adas, como parecen, en la persistencia de determinados conceptos, terminan por proponer 'versiones de la historia que logran suprimir la historia'.
La intenci¨®n rectora de este ensayo (publicado originalmente en 1973) es demostrar c¨®mo el campo y la ciudad, los papeles que han desempe?ado en el imaginario cultural del hombre moderno, las mistificaciones de las que han sido objeto, su propia historia, sus transformaciones, sus relaciones mutuas, son resultado com¨²n de un mismo proceso b¨¢sico: el desarrollo del capitalismo. De lo que aqu¨ª se trata es de poner en evidencia, en relaci¨®n a estas dos realidades, en qu¨¦ amplia medida la conciencia que, a trav¨¦s del tiempo, se ha ido teniendo de ellas ha quedado determinada, en todos los sentidos, por la orientaci¨®n de fondo de unos modos de producci¨®n (los del capitalismo tanto industrial como agr¨ªcola) a tal extremo imperantes que su l¨®gica interna ha terminado por asimilarse a la de una 'realidad necesaria' de la cual parecer¨ªa que no queda otro remedio que aprender. Algo esto ¨²ltimo que tendr¨ªa por principal efecto dejar de reconocer hasta qu¨¦ punto la crisis del campo y de la ciudad, marcos supuestamente alternativos de la existencia humana, obedecen a la crisis del sistema que durante los ¨²ltimos siglos los ha configurado.
Lo caracter¨ªstico del m¨¦todo
anal¨ªtico de Williams, y lo que se?ala su altura como cr¨ªtico, es la constante problematizaci¨®n del punto de vista desde el que una determinada realidad es contemplada. 'Porque lo que puede conocer no es solamente una funci¨®n de los objetos, de lo que est¨¢ all¨ª para ser conocido. Es tambi¨¦n una funci¨®n de los sujetos, de los observadores, de lo que se desea conocer y de lo que necesita ser conocido'. Con esto bien asumido, llega Williams a vislumbres, a menudo incomodadores, acerca de los criterios que, de forma m¨¢s o menos subliminal, obran en la construcci¨®n de lo que ¨¦l llama 'tradiciones selectivas' (pero todas lo son); o sobre las 'estructuras de sentimiento' en que adquieren resonancia, por ejemplo, idealizaciones de la vida rural como la que propone la sensibilidad 'neopastoral' y sus derivaciones. Williams se muestra especialmente admonitorio con las falsificaciones sentimentales del campo y de la naturaleza, tan a menudo subterfugio de evasi¨®n frente a las situaciones reales. Y asimismo advierte con cu¨¢nta frecuencia la oposici¨®n entre el campo y la ciudad act¨²a como una ficci¨®n ¨²til 'para promover las comparaciones superficiales y evitar las aut¨¦nticas'.
Sirvi¨¦ndose de documentos principalmente literarios, se ci?e Williams a una ¨²nica tradici¨®n, la inglesa, altamente representativa, por otro lado, del proceso que se propone investigar. As¨ª, este libro ofrece un sesgado pero muy revelador recorrido por la literatura inglesa a partir del Renacimiento, con enjundiosas calas en autores como Richardson, Fielding, Defoe, Crabbe, Eliot, Austen, Wordsworth, Blake, Dickens, Hardy, Conan Doyle, James, Lawrence, Joyce, entre muchos otros menos conocidos. El lector obtiene de esta forma la visi¨®n panor¨¢mica en que se encuadra la secuencia analizada por el mismo Williams en Solos en la ciudad: la novela inglesa de Dickens a D. H. Lawrence, obra aparecida en 1970 (y traducida al espa?ol por Nora Catelli, Debate, 1997).
Es imposible dar cuenta, ni siquiera sumar¨ªsima, de la riqueza expositiva de Williams. Cabe imaginarse legiones de estudiosos prolongando, en sesudas tesis, las ideas incontables que aqu¨ª se dejan caer a menudo de pasada, como fogonazos que alumbran, en cualquier direcci¨®n, territorios todav¨ªa por explorar. As¨ª ocurre, por ejemplo, cuando sugiere Williams c¨®mo, a lo largo del XIX, la mansi¨®n campestre, marco, durante siglos, de un cierto estilo de vida, se convierte, perdida ya su funci¨®n neur¨¢lgica, en un espacio abstracto, teatral, disponible para la representaci¨®n de situaciones de aislamiento, lo cual la convierte en escenario favorito de intrigas policiales (pi¨¦nsese en las novelas de Agatha Christie o en una pel¨ªcula como la reciente Gosford Park, de Robert Altman). O cuando se?ala c¨®mo la relaci¨®n de las metr¨®polis con las colonias proyecta, a escala planetaria, la de la ciudad con el campo, y sugiere a continuaci¨®n que el turismo y cierta literatura de viajes cumplen las funciones que en su momento satisfizo la literatura pastoral.
Los editores destacan una frase de Marshall Berman en la que, a prop¨®sito de este libro, se habla de 'pasi¨®n ideol¨®gica' y de 'integridad personal'. Son t¨¦rminos que suenan extra?os, en la actualidad, referidos a un trabajo de investigaci¨®n realizado con un impresionante despliegue de erudici¨®n y de sabidur¨ªa. Pero dan la medida justa de c¨®mo, en el caso de Williams, el rigor intelectual no enfr¨ªa el testimonio de la propia experiencia (Williams era descendiente de trabajadores del campo), ni excluye tampoco la dimensi¨®n liberadora que sustenta y justifica, en ¨²ltima instancia, el conocimiento. Tambi¨¦n en este sentido constituye este libro, escrito con desenvuelta pero indiscutible autoridad, toda una lecci¨®n.
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