Hac¨ªa mucho fr¨ªo
Cuando yo era peque?a, viv¨ªa en mi pueblo. Hac¨ªa tanto fr¨ªo que las ni?as, para ir a la escuela, ten¨ªamos que llevar cada una nuestra calefacci¨®n. Era una caja de lata. En la tapa ten¨ªa unos agujeros y por asa un alambre. La caja iba llena de rescoldo de la candela y sobre ella, una vez en clase, pon¨ªamos nuestros peque?os pies helados, que estaban metidos en unas botillas de suela de goma.
Empezaba la clase de Historia de Espa?a. La maestra:
-Quitad los pies de encima de la lata, huele a goma quemada.
Las ni?as: pies fuera.
La maestra:
-Sale humo. Alguna de las latas tiene un tiz¨®n y nos atufamos.
En este momento mir¨¢bamos debajo del pupitre, abr¨ªamos la lata y aprovech¨¢bamos para remover con el l¨¢piz de madera el rescoldo encendido que a¨²n quedaba. La maestra:
-Huele a madera quemada.
No aprendimos mucho de los celtas, celt¨ªberos e iberos, pero con tanto ajetreo nos olvid¨¢bamos del fr¨ªo.
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