La voluntad republicana
?LA IZQUIERDA espa?ola estar¨ªa dispuesta a votar a Aznar para frenar a un Le Pen local? Creo que formular la pregunta es el mejor modo de evaluar el masivo voto de la izquierda francesa a Chirac. La voluntad republicana -que tanta hilaridad provoca en pa¨ªses con mucha menos tradici¨®n democr¨¢tica- ha de ser muy fuerte, ha de estar muy instalada en la conciencia, para ir a votar, por simple patriotismo democr¨¢tico, a un candidato que, como todo el mundo sabe, si no fuera presidente estar¨ªa ante la justicia francesa. Todos sab¨ªan que Chirac ganaba en cualquier caso, el voto de la izquierda no le era necesario para ser presidente, sino para que triunfaran los valores democr¨¢ticos. Y la izquierda se lo dio sin rechistar, primero en la calle y despu¨¦s en las urnas.
Naturalmente, para que esto pueda ocurrir tiene que haber una tradici¨®n com¨²n entre derecha e izquierda que se renueve c¨ªclicamente. Chirac, a pesar de sus devaneos, la reafirm¨® al no apoyarse en el Frente Nacional, en 1997, para impedir el acceso de la izquierda al Gobierno. Si en Espa?a nos parece dif¨ªcil que la izquierda se volcara con Aznar en una situaci¨®n parecida es porque los caminos desde los que viene cada uno -desde el franquismo y desde el mito de la resistencia- hace ya algunos a?os que van en paralelo, pero todav¨ªa no han convergido del todo. Y precisamente por esto no tenemos a un Le Pen. Sus potenciales imitadores a¨²n se sienten incluidos en el vasto campo -de la extrema derecha al universo liberal- sobre el que construy¨® su mayor¨ªa absoluta Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. El d¨ªa que el PP tenga un l¨ªder m¨¢s liberal o que pierda el poder -el poder es un poderoso im¨¢n capaz de mantener unidas las cosas m¨¢s diversas- probablemente empezar¨¢ a levantar cabeza la extrema derecha que evidentemente existe. Pero aquel d¨ªa, los dos caminos ya se habr¨¢n encontrado en una tradici¨®n democr¨¢tica com¨²n. Con lo cual ya ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil una fecunda reacci¨®n ante la tempestad (para decirlo al modo del general De Gaulle) como la que ha tenido la izquierda francesa. Y no olvidemos que en el Pa¨ªs Vasco el fascismo lleva a?os campando a sus anchas y no ha habido todav¨ªa una reacci¨®n democr¨¢tica suficiente para acabar con ¨¦l.
El problema de este sobresalto republicano que ha tenido Francia es que unos y otros, por la pereza frente a cualquier innovaci¨®n que muestran siempre las burocracias pol¨ªticas, den la excepcionalidad por terminada y piensen que el peligro ha pasado. El lado negativo del domingo de reparaci¨®n republicana es la fidelidad del electorado de Le Pen. A pesar de la masiva campa?a medi¨¢tica en su contra, no ha habido arrepentidos; es m¨¢s, Le Pen ha ganado algunos votos. No s¨¦ si sus electores son fascistas o no, lo que s¨ª s¨¦ es que no pueden alegar ignorancia: sab¨ªan perfectamente lo que votaban.
Si se intenta componer un poco el retrato robot del votante del FN predomina el var¨®n -la cultura machista se resiste a morir- que durante los ¨²ltimos a?os ha tenido momentos pr¨®speros, pero que se siente ante la frustraci¨®n de no haber acabado de llegar o de haber ca¨ªdo en un nuevo retroceso. Huido de los antiguos referentes de clase, no quiere ni remotamente o¨ªr hablar de ellos, pero al mismo tiempo se siente inseguro ante tanto cambio, empezando por su propio papel como macho. Europa y los inmigrantes son los chivos expiatorios de su resentimiento. El problema es que este retrato robot corresponde a un grupo de ciudadanos que, al ritmo que se hacen las cosas, es probable que cada vez sea m¨¢s numeroso. La ¨¦poca dorada de la socialdemocracia sirvi¨® para que un amplio sector de la clase obrera se instalara en las clases medias y ahora la pasi¨®n desregularizadora y desprotectora de la derecha est¨¢ abriendo un abismo en estas clases intermedias que sienten el v¨¦rtigo de ver el vac¨ªo a sus pies.
En esta situaci¨®n, como ha dicho Joan Rigol, el presidente del Parlamento catal¨¢n, lo peor es 'dejar que sean los xen¨®fobos y los demagogos los que hagan el diagn¨®stico del problema' y ponerse todos a su rueda (que, dicho sea de paso, es lo que ha ocurrido demasiadas veces en el Pa¨ªs Vasco). De nada servir¨¢ la afirmaci¨®n republicana del pasado domingo si derecha e izquierda no saben proponer un nuevo reformismo y se limitan a asumir el mimetismo del miedo. Triste ser¨ªa que el 82% se dejara arrastrar por los temas y obsesiones del 18% o se columpiara en el 'no pasa nada'.
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