El centro del universo
Glasgow concentra la rivalidad m¨¢s profunda entre dos clubes de f¨²tbol
Los ingleses inventaron el juego, pero los escoceses le dieron vuelo. Ellos introdujeron los sofisticados detalles y convirtieron al f¨²tbol en el acontecimiento que es hoy. Escoceses fueron los primeros jugadores profesionales en los equipos de la Inglaterra industrial; escoceses fueron los creadores del juego del pase; escocesa fue la escuela que oblig¨® a cambiar reglas como el fuera de juego; escoceses, y muy orgullosos de su origen, fueron Matt Busby, entrenador del Manchester United de los a?os 50 y 60, y Bill Shankly, arquitecto del gran Liverpool. Y escoc¨¦s hasta los huesos es Alex Ferguson, el t¨¦cnico del Manchester actual. Ferguson es de Glasgow, o m¨¢s a¨²n de Govan, un distrito de una de las ciudades donde el f¨²tbol es m¨¢s que un juego. Es religi¨®n. Literalmente. En definitiva, es la ciudad del Celtic y del Glasgow Rangers. Eso no es poca cosa. Es la mayor rivalidad del mundo, por encima de la que mantiene, por ejemplo, River y Boca Juniors en Buenos Aires. Al fin y al cabo, hay un sustrato m¨¢s profundo en su existencia que el estrictamente futbol¨ªstico. Est¨¢ la religi¨®n y lo que representan ambos equipos. Uno, el Celtic -que tiene el honor de ser el primer equipo brit¨¢nico que gan¨® la Copa de Europa (1967)- representa esencialmente el mundo cat¨®lico y los v¨ªnculos con su querida Irlanda, hasta el punto de que no son pocos lo que le consideran un club m¨¢s irland¨¦s que escoc¨¦s. Otro, el Rangers, tiene una declarada ra¨ªz protestante. Tampoco le faltan v¨ªnculos con Irlanda, o cuanto menos con los unionistas que acuden, como los cat¨®licos de Belfast o Derry, regularmente y de forma masiva, a los duelos que mantienen desde hace bastante m¨¢s de un siglo estos dos equipos.
Old Firm se denomina a cada uno de los partidos que enfrentan al Celtic y al Rangers. Duelos terribles a veces: en 1975 hubo dos intentos de asesinato, un ataque con hacha, nueve navajazos y 35 denuncias por asalto. En realidad, todo lo relacionado con el f¨²tbol resulta excesivo en Glasgow, donde s¨®lo hay un lugar neutral, Hampden Park, escenario de la final de la Copa de Europa el mi¨¦rcoles y vieja casa de la selecci¨®n escocesa.
En 1989 el Rangers permiti¨® su primer jugador cat¨®lico tras la II Guerra Mundial. Se llamaba Mo Johnston y era delantero centro. La mayor¨ªa de los hinchas del Rangers nunca contabiliz¨® sus goles. Si ganaba el equipo 2-0 y Johnston marcaba uno, entonces la victoria era por 1-0. Si ganaba 1-0, y Johnston era el autor del gol, eso era un empate. No le quer¨ªa la hinchada de su equipo y sent¨ªa tanto el rencor de la del Celtic que tuvo que vivir en Edimburgo. No le sirvi¨® de garant¨ªa de tranquilidad. Su domicilio fue atacado varias veces, alguna de ellas con latas de gasolina incendiadas. El peri¨®dico Scotland on Sunday le denomin¨® el Salman Rushdie del f¨²tbol escoc¨¦s.
El Celtic, cat¨®lico por definici¨®n, ha contado hist¨®ricamente con unos pocos protestantes en sus filas, pero su ra¨ªz no se altera por mucho que ahora tengan suecos. Son dos clubes que definitivamente se toman muy a pecho aquella vieja definici¨®n de Shankly: 'El f¨²tbol no es un juego, es algo mucho mas importante que todo eso'. Para los hinchas de ambos equipos la sensaci¨®n de pertenencia alcanza la eternidad. El Rangers tuvo que dejar de abonar su c¨¦sped con las cenizas de sus hinchas muertos, primero porque la demanda era alt¨ªsima y, desde luego, por las sospechosas calvas que se apreciaban en la hierba de Ibrox Park. En la naturaleza de esta ciudad y de sus equipos est¨¢ el orgullo de lo diferente. Cuando se trata de f¨²tbol poco les importa Inglaterra y sus grandes equipos, ni tampoco que la trayectora del Celtic y Rangers haya declinado en los ¨²ltimos 20 a?os. Importa poco porque en Glasgow se sienten el centro del universo en cuestiones de f¨²tbol. Si luego la realidad dice otra cosa, es lo de menos. Lo importante es el Celtic o el Rangers. Uno de los dos. Jam¨¢s los dos.
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