Un padrino de la vieja escuela
Fallece en su cama a los 97 a?os Joe 'Bananas', un mafioso m¨ªtico
Hay un axioma en la Mafia que refleja con iron¨ªa la elevada tasa de mortalidad de este gremio laboral: si uno acaba el d¨ªa con vida, dicen los g¨¢nsteres, significa que ha tenido un buen d¨ªa en el trabajo. Joe Bonanno, uno de los mayores capos de la historia de la Mafia, muri¨® este fin de semana en Arizona a los 97 a?os de edad. 'Qui¨¦n habr¨ªa dicho hace 50 a?os que Bonanno morir¨ªa de causas naturales', dijo ayer uno de los fiscales que persigui¨® sin ¨¦xito a este padrino siciliano.
Bonanno fue un mafioso contradictorio. Cuando Luciano y Lucchese pavoneaban su fortuna y su poder por las fiestas de Manhattan o Miami, Bonnano, que ya regentaba una de las familias mafiosas de Nueva York, guardaba un perfil bajo y ni siquiera vest¨ªa con chaquetas cruzadas. Apenas se le ve¨ªa en p¨²blico; prefer¨ªa celebrar las victorias en reuniones poco concurridas en las que hab¨ªa menos riesgo de ser asesinado. Bonanno, que s¨®lo hab¨ªa sido detenido en una ocasi¨®n por llevarle las pistolas a Al Capone, era de la vieja escuela. Pensaba que la ostentaci¨®n romp¨ªa con la tradici¨®n siciliana.
S¨®lo usaba tel¨¦fonos p¨²blicos y nunca hizo dos llamadas desde la misma cabina
Con el paso del tiempo, ¨¦l mismo se salt¨® una de las normas intocables del crimen organizado, aquella que obliga a sus integrantes a no abrir la boca salvo en el sill¨®n del dentista: public¨® su autobiograf¨ªa en 1983. El libro, titulado Un hombre de honor, es un cat¨¢logo de coartadas, un manual de instrucciones de la profesi¨®n, una declaraci¨®n de los principios sicilianos y la ¨²nica confirmaci¨®n de aquello que sus compa?eros de trabajo siempre han negado: la existencia misma de la Mafia.
No lo dice abiertamente, incluso rechaza pronunciar la palabra 'mafia' y asegura que ese t¨¦rmino 'crea mucha confusi¨®n, porque en realidad se refiere a un proceso, a unas normas de relaci¨®n entre hombres'. Se quejaba de que la 'Tradici¨®n', as¨ª, con may¨²scula, se fue deteriorando desde que las familias comenzaron a aceptar miembros no sicilianos, que no entend¨ªan los 'ideales de lealtad absoluta hacia los l¨ªderes'. La definici¨®n de su trabajo como capo es antol¨®gica: 'Ser padre de una familia era como ser un jefe de Estado. Ten¨ªa que mantener el orden interno y resolver asuntos exteriores con otras familias'.
Durante sus 30 a?os al frente de la familia Bonanno -una de las cinco grandes que se repartieron Nueva York- nunca hubo fiscal capaz de actuar contra ¨¦l. Cuando se jubil¨® para evitar ser jubilado por la v¨ªa tradicional mafiosa, Bonanno invirti¨® su dinero en negocios legales que lo convirtieron en multimillonario. Hab¨ªa construido un imperio de productos l¨¢cteos y de inversiones inmobiliarias que extend¨ªan sus negocios a California, Arizona y Canad¨¢, mucho m¨¢s all¨¢ del distrito que regentaba en sus comienzos, Brooklyn. La fiscal¨ªa de Arizona sospechaba que Bonanno segu¨ªa al frente de un clan mafioso. S¨®lo usaba tel¨¦fonos p¨²blicos y nunca utilizaba la misma cabina para dos llamadas. Pero nadie pudo demostrar que hac¨ªa algo ilegal.
Lucky Luciano sol¨ªa decir que detr¨¢s de cada gran fortuna hay un crimen. A Bonanno se le atribuyen decenas de asesinatos y 'accidentes', pero no se sent¨® en un banquillo por ninguno. S¨®lo, a punto de cumplir los 70, ingres¨® en prisi¨®n durante algunos meses por obstrucci¨®n a la justicia (en investigaciones a sus negocios) y desacato. '?Que me detengan si incumplo una ley! ?Pero primero que lo demuestren!', dec¨ªa.
Lleg¨® a ser presidente de La Comisi¨®n, una especie de tribunal mafioso creado en los a?os treinta para resolver las disputas entre las familias. En los sesenta, Carlo Gambino y Thomas Lucchese descubrieron que Bonanno pretend¨ªa acabar con ellos, pero el g¨¢nster que deb¨ªa hacer el trabajo, Joseph Colombo, cant¨®. Bonanno era el gran capo del pa¨ªs y quer¨ªa eliminar a cualquier aspirante a la sucesi¨®n. Para evitar que le ataran una roca a los pies en el fondo de un lago, Bonanno desapareci¨® durante dos a?os. Luego dijo que hab¨ªa sido 'secuestrado' y no fue 'liberado' hasta que Gambino y Lucchese le dieron garant¨ªas de que le perdonaban. En esa ¨¦poca ya le hab¨ªan puesto el apodo con el que se le conoce: Joe Bananas, un mote que odiaba. Nadie se atrev¨ªa a citarlo en su presencia.
'Sus valores y sus principios habr¨ªan sido los mismos si hubiera estado al frente de la Mafia o de General Motors', dijo su hijo, Salvatore Bonanno. Sus amigos aseguran que ten¨ªa buen car¨¢cter, algo nada despreciable en su trabajo. Como dec¨ªa Al Capone, 'con una sonrisa se llega lejos, pero m¨¢s lejos a¨²n con una sonrisa y una pistola'.
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