Gotti se despide a lo grande
M¨¢s de cien coches f¨²nebres acompa?an al ¨²ltimo gran jefe de la Mafia neoyorquina hasta una tumba junto a Lucky Luciano
Vivi¨® a lo grande y se despidi¨® a lo grande. John Gotti, jefe de la familia mafiosa Gambino, fue enterrado ayer en un cementerio de Queens (Nueva York) con el exceso y la pompa del que todos conoc¨ªan como el don elegante. Durante hora y media, una comitiva de cien coches f¨²nebres se despidi¨® del barrio en el que vivi¨® y trabaj¨® ante la mirada at¨®nita y nost¨¢lgica de sus habitantes. Gotti, de 61 a?os, el ¨²ltimo gran jefe de la Mafia estadounidense, muri¨® el pasado lunes de un c¨¢ncer de garganta en una c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad de Misuri en la que cumpl¨ªa cadena perpetua desde 1992.
Gigantescas composiciones florales con sus grandes aficiones abr¨ªan el cortejo f¨²nebre: un caballo de carreras, una copa de champa?a, unas cartas de p¨®quer, un puro habano, el s¨ªmbolo del equipo de b¨¦isbol de los Yankees y unos guantes de boxeo en rosas y claveles que se iban esparciendo con el viento desfilaron en Cadillac negros. Detr¨¢s iba el f¨¦retro dorado de Gotti, en un sencillo coche de la funeraria Papavero, donde permaneci¨® durante dos d¨ªas. Cerraban la comitiva decenas de largu¨ªsimas limusinas negras de lunas tintadas.
Bajo un espeso cielo gris, la procesi¨®n pas¨® frente al Club de Caza y Pesca de Bergin, la organizaci¨®n sin fines de lucro que sirvi¨® de fachada y alberg¨® durante 30 a?os el cuartel general del capo. All¨ª acud¨ªa todo los d¨ªas a recibir los informes de sus lugartenientes y a darse un corte de pelo, siempre pulcro, en una silla de barbero. El FBI instal¨® all¨ª sus primeras escuchas cuando Gotti empez¨® a despuntar en la familia Gambino. Las cosas han cambiado. Ahora el club comparte la peque?a casa con la carnicer¨ªa Joe, que 'acepta todo tipo de encargos de cordero'.
El cortejo pas¨® luego ante la casa de Gotti en Howard Beach, donde, en 1980, su hijo Frank, de 12 a?os, fue atropellado por un vecino del cual nada se supo una semana despu¨¦s. Frank compartir¨¢ ahora la gigantesca cripta familiar con su padre. La ceremonia privada, oficiada por un sacerdote, fue breve. No hubo misa. La familia prefiri¨® no pedirla sabiendo que la di¨®cesis de Brooklyn no se la conceder¨ªa. La Igesia cat¨®lica prefiere no honrar a mafiosos tan conocidos.
Gotti no estar¨¢ del todo solo. El cementerio de St. John es una historia necrol¨®gica de la Mafia de Nueva York. All¨ª reposan algunos de los capos m¨¢s conocidos: Lucky Luciano, el m¨ªtico jefe de los Genovese; uno de sus sucesores, Vito Genovese; Joe Colombo, jefe de la familia del mismo nombre, asesinado por los Gambino; Salvatore Maranzano, que en los a?os treinta cre¨® el sistema de las cinco familias, ejecutado por orden de Luciano; Neill Dellacroce, uno de los jefes del clan Gambino y protector de Gotti, y Carmine Galante, m¨¢ximo responsable de la familia Bonanno en los setenta.
S¨®lo unos familiares -entre ellos, su mujer Victoria, su hija Victoria y su hermano Richard- asistieron a la ceremonia. Sus otros dos hermanos, Peter y Gene, y su hijo John no consiguieron permisos para salir de la c¨¢rcel. El FBI se encarg¨® de identificar al resto de los asistentes. Durante los dos d¨ªas que dur¨® el velatorio, una discreta vigilancia policial iba controlando la identidad de los que se acercaban a rendir un ¨²ltimo tributo.
A Queens le dio un tremendo ataque de nostalgia. Muchos de sus habitantes se acercaron a presenciar la comitiva f¨²nebre fascinados por la parafernalia de otro tiempo. 'No justifico lo que ha hecho, pero ha sido un personaje en este barrio; siempre hemos o¨ªdo hablar de ¨¦l. He venido a recordarle, no a honrarle', dec¨ªa una vecina. 'Esto es malo, malo. ?Qu¨¦ ejemplo estamos dando a nuestros hijos?', se quejaba el gerente del motel Grand, rodeado de sus empleadas polacas, boquiabiertas ante la comitiva y el tropel de fot¨®grafos y periodistas. Apenas se le o¨ªa por el ruido de los helic¨®pteros de las televisiones. El don se habr¨ªa sentido satisfecho.
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