Historia y goles
La semana pol¨ªtica ha tenido el contrapunto deportivo en la conquista de la Copa de Europa por el Real Madrid, ecum¨¦nica entidad deportiva que despierta fervores sin cuento en todos los rincones del planeta. Lo digo incluso desde Bilbao (que no forma parte de lo que se llamaba 'Euskadi profunda', pero s¨®lo porque toda Euskadi ya lo es), desde ese Bilbao nocturno de mi propia casa. Mientras se jugaba el partido, yo estaba ocupado en otras cosas, pero los mugidos que se elevaban por el patio interior me fueron dando cuenta de los goles madridistas. Qu¨¦ mejor demostraci¨®n, al fin y al cabo, de la proverbial pluralidad vasca: hab¨ªa por aqu¨ª, en mi mismo edificio, unos apasionados seguidores del conjunto madrile?o, precisamente aqu¨ª, donde se presum¨ªa que todos ¨¦ramos seguidores del Athletic. Por mi parte, reconozco que en esto del f¨²tbol s¨ª que me he convertido en un perfecto equidistante. Una equidistancia m¨¢s, en opini¨®n de los profetas iracundos.
Pero la semana hab¨ªa tra¨ªdo tambi¨¦n la detenci¨®n de comandos, colaboradores, informadores y otras categor¨ªas laborales del siniestro entramado etarra. Por traer trajo tambi¨¦n el robo de unas troqueladoras de matr¨ªculas de coche, curiosos aparatos de los que reconozco no saber absolutamente nada, salvo que se manejaban hasta ahora con absoluto descontrol. Cuando exigencias europe¨ªstas me obligaron a cambiar la matr¨ªcula del coche (Ya saben: para portar al fin la bandita azul, y la E de nuestra patria, Estonia) me sorprendi¨® la facilidad con que cualquier taller dispon¨ªa de ese curioso artefacto, y c¨®mo la matr¨ªcula en cuesti¨®n pod¨ªa cambiarse sin que hubiera por parte del interesado la m¨¢s m¨ªnima gesti¨®n ante una alta autoridad. Uno no tiene vocaci¨®n de ministro de Interior (ni siquiera de viceconsejero de lo mismo), pero est¨¢ claro que las troqueladoras deben de ser importantes: de otro modo ETA no las robar¨ªa. Qu¨¦ pena que nadie haya ca¨ªdo en la cuenta de estas cosas para prevenirlas de alg¨²n modo. Hay d¨ªas en que se derrumba toda fe en la polic¨ªa, ya porte boina, plato o singular tricornio.
La semana trajo tambi¨¦n el ascenso electoral en Holanda de los seguidores de Pim Fortuyn, el pol¨ªtico recientemente asesinado y que ya ha sido calificado como radical ultraderechista. Muy posiblemente sea cierto que era un ultra, aunque tambi¨¦n es muy probable que, en la tolerante y acogedora Holanda, las medidas de control de inmigraci¨®n que el ultra propusiera no fueran ni la mitad de la mitad de la mitad de las que aplican los democr¨¢ticos Estados Unidos en sus democr¨¢ticas fronteras, o las que aplica, con no menor firmeza democr¨¢tica, la Guardia Civil en las costas de Andaluc¨ªa. La pol¨ªtica tiene estas cosas: que a veces nos confunde una cuesti¨®n de perspectiva. Es algo parecido al propio concepto de tolerancia, algo que parece estar en peligro en Francia, Austria u Holanda, pero que desde luego donde no est¨¢ en peligro es donde no existe: en Sud¨¢n, Afganist¨¢n o Arabia Saud¨ª. A ver qui¨¦n se atrever¨ªa a colgar del retrovisor, rumbo a Medina, una estatuilla de pl¨¢stico mariana. Cosas de la xenofobia, por no aludir directamente al racismo, tan peligroso en Europa como en Zimbabue, donde los cuatro blancos que quedan deben de estar ahora mismo haciendo las maletas, dejando esas granjas en las que nacieron sus hijos, y sus padres, y ellos mismos, sin que a nadie le conmueva ese drama.
Pero de todas estas cosas (el robo de troqueladoras, el racismo gay de Pym Fortuyn, el racismo verde-lagarto en Tarifa o el racismo negro de Mugabe) nos ha salvado, como siempre, el f¨²tbol. Ciertamente hay cosas que se justifican por s¨ª mismas: el gol de Zidane fue gesta propia de un h¨¦roe de la mitolog¨ªa griega. L¨¢stima ser tan equidistante como para no tener unos colores deportivos: aquel gol deb¨ªa celebrarse m¨¢s all¨¢ de lo tribal, m¨¢s all¨¢ de la trifulca facha producida alrededor de la plaza de Cibeles.
Ha sido una semana intensa, pero todo sabe a poco. Todo sabe a poco despu¨¦s del gol de Zidane, que al fin pude degustar, en los innumerables res¨²menes televisivos de la ¨¦pica victoria. Eso es lo mejor que queda de la semana: un par de goles que har¨¢n historia. Ojal¨¢ todas las semanas se limitaran a dejar cosas as¨ª.
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