Al sur del r¨ªoTungabhadra
Las huellas del m¨ªtico imperio de Vijayanagar, en la India meridional
En la parte meridional de la India, lindando con el mar Ar¨¢bigo, el estado de Karnataka conserva algunos lugares extraordinarios del mundo de sorpresas que constituye todo aquel inmenso pa¨ªs. Uno de esos lugares es la antigua Vijayanagar, centro del ¨²ltimo reino hind¨², capital que fue de un imperio que domin¨® el sur de la India y cuya magnificencia naci¨® del comercio de especias y algod¨®n. Destruida por los musulmanes a finales del siglo XVI, en el mismo emplazamiento donde estuvo la ciudad se alza ahora la peque?a villa de Hampi. El lugar resulta geol¨®gicamente excepcional: una extensi¨®n muy vasta cubierta de gigantescos pe?ascos gran¨ªticos, un berrocal ilimitado de color ocre que se hace dorado en los crep¨²sculos, salpicado de palmeras y bananos. Si se considera que, seg¨²n parece, el infinito pe?ascal fue arrojado all¨ª por el ej¨¦rcito de monos al que perteneci¨® Hanuman, como demostraci¨®n de su poder, no puede sorprender su extensi¨®n, ni su forma, ni lo descomunal y abigarrado de sus piezas rocosas.
En este paraje m¨ªtico, al sur del r¨ªo Tungabhadra, se asentaron en los siglos VI y VII los chalukyas, que han dejado preciosas muestras de su existencia y de su sentimiento sagrado y est¨¦tico en otros puntos no lejanos a Vijayanagar, como Aihole, Badami y Pattadakal. Pero Vijayanagar fue capital de un imperio al fin violentamente conquistado, y eso es bien perceptible en la importancia de los restos, que cubren casi 30 kil¨®metros cuadrados de templos y construcciones. En el enorme conjunto hay dos partes diferentes. Por un lado, la m¨¢s cercana al r¨ªo, que agrupa los templos drav¨ªdicos y los palacios hind¨²es y presenta los restos m¨¢s antiguos del conjunto, y, por otro, lo que se denomina el Recinto Real, donde es evidente la influencia de la arquitectura isl¨¢mica. En la parte hind¨², el visitante quedar¨¢ sorprendido al encontrar, en medio de tantas ruinas fantasmales, un templo vivo, el de Virupaksha, una forma de Shiva como se?or del r¨ªo, del que resaltan sus blancas torres o gopuras, la mayor de cerca de 60 metros de altura. Ante el templo, un enorme carro procesional de madera multicolor se?ala claramente que el lugar est¨¢ en pleno funcionamiento, y en los patios interiores abundan los peregrinos, los mendigos y los langures, monos osados en quienes no conviene confiar.
En la zona principal del templo, un monje parte con un golpe los cocos que ofrendan los peregrinos, para simbolizar la rotura del ego¨ªsmo, y otro se?ala las frentes de los visitantes con el rojo pigmento purificador. Estos monjes hind¨²es parecen muy apacibles, como si estuviesen hechos de una pasta diferente de la que compone al resto de los cl¨¦rigos del planeta. Una an¨¦cdota: en Hospet, la ciudad que enlaza Hampi con el resto del mundo, un joven turista entra en un templo de Kali, la terrible diosa negra de lengua roja, y se acerca al altar. El sacerdote le sobresalta se?alando su frente con el pigmento ritual y d¨¢ndole una especie de comuni¨®n con l¨ªquido y confites. Desasosegado, el joven turista le dice en ingl¨¦s que ¨¦l no cree en esa diosa. Imperturbable, el sacerdote le responde, tambi¨¦n en ingl¨¦s: 'Todos los dioses son la misma cosa'.
Tintes e inciensos
Frente al templo de Virupaksha, el visitante encontrar¨¢ el bazar de Hampi, en que no s¨®lo podr¨¢ descubrir las curiosas ofrendas religiosas aut¨®ctonas, figuritas, im¨¢genes, tintes e inciensos, sino cuadernos primorosos de papel de arroz, curiosas postales antiguas, muchas referentes a la vida del Gandhi, hermosos tejidos de t¨¦cnicas variadas y otras artesan¨ªas poco comunes, incluso en los bazares m¨¢s selectos del resto del pa¨ªs. Muy cerca, el visitante no puede dejar de conocer el templo de Vithala, sin duda el m¨¢s gigantesco instrumento musical del mundo, pues sus pilares incontables de granito est¨¢n concebidos para emitir sonidos en distintos tonos al ser percutidos, bajo las peque?as b¨®vedas que sirven como cajas de resonancia. El templo, con una nave subterr¨¢nea, est¨¢ destinado a Visn¨², ese dios que crea la vida del universo mientras danza, y que hace que el universo desaparezca cuando se echa a dormir encima de la gran serpiente. Imaginarse lo que debi¨® de ser este templo cuando eran ta?idas a la vez sus columnas por manos expertas, para acompa?ar las danzas sagradas, pertenece m¨¢s al mundo de los sue?os que al de la vigilia. Hay que confiar en que el entusiasmo con que los gu¨ªas golpean sin tino los pilares gran¨ªticos, para atender la curiosidad de los visitantes, no acabe da?ando esta maravilla arquitect¨®nica y musical. En esta zona los puntos de inter¨¦s son muchos, como la estatua de Narabimba, el hombre-le¨®n, o el peque?o templo cercano a ella en que un yoni se mantiene atravesado por un lingam. Tampoco deben dejarse de lado el templo de Tiruvengalanatha, en que se muestran im¨¢genes er¨®ticas, ni el complejo de Kotalinga, sobre el r¨ªo, que si se desea se puede cruzar en las peculiares barcas circulares de cuero que all¨ª se utilizan.
El otro conjunto importante se halla a unos tres kil¨®metros al sur. All¨ª el visitante encontrar¨¢ restos de la enorme muralla, de m¨¢s de 30 kil¨®metros de per¨ªmetro, que protegi¨® la ciudad, as¨ª como alguna de sus puertas defensivas. En esta zona hay varias construcciones que parecen llevarnos directamente al imaginario de las Mil y una noches, como el Ba?o de la Reina, un delicioso pabell¨®n que, a juzgar por los restos de canalizaciones y estanques que lo rodean, tuvo que ser un lugar muy deleitoso, as¨ª como el llamado Lotus Mahal, otra especie de peque?o ed¨¦n acu¨¢tico destinado al disfrute de la soberana y sus compa?eras de har¨¦n. Las cuadras de elefantes, enormes portales abovedados y adosados, pueden dar una idea de lo que sin duda fueron los fastos de la capital en sus mejores momentos.
Las malas lenguas dicen que entre las ruinas infinitas y los pe?ascos acechan bandidos para desvalijar a turistas incautos, y que los mosquitos transmisores de la malaria siguen presentes. Pero qu¨¦ menos que correr alg¨²n riesgo para visitar un lugar que crearon los monos divinos y donde Visn¨² sigue bailando para que todo sobreviva.
GU?A PR?CTICA
Prefijo tel¨¦fonico: 00 91 83 94
- Air India (91 541 92 60; www.airindia.com). Vuelos desde Madrid con Iberia a Par¨ªs o Londres; y luego, v¨ªa Mumbai, a Bangalore. Ida y vuelta, 755 euros, m¨¢s tasas. - De Bangalore, tomar el tren a Hospet, y all¨ª, taxi o autob¨²s a Hampi.
- KSTDC Mayura Bhavaneshwari (415 74). Dentro de las ruinas. Hampi. La doble, 11,34 euros. - Rahul Guest House (416 48). Hampi. La doble, 6,72 euros.
- Oficina de Turismo de la India en Madrid (913 45 25 87). - www.theindiatravel.com
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