Lecci¨®n digital italiana
La autoridad independiente italiana de defensa de la competencia ha puesto unas condiciones tan duras a la compra de la deficitaria Stream por Vivendi-Telepi¨´ que ¨¦sta considera que hacen inviable la operaci¨®n. Es comprensible el objetivo expresado por la autoridad italiana de 'favorecer la entrada de nuevos operadores en el sector de la televisi¨®n de pago, el desarrollo de sistemas alternativos de retransmisi¨®n y la protecci¨®n de los consumidores'. Pero el organismo italiano ha terminado por asfixiar un tipo de televisi¨®n cuyo desarrollo responde no s¨®lo al inter¨¦s de las empresas que la promueven y arriesgan inversiones, sino al inter¨¦s general de los usuarios y ciudadanos. Al cabo, en vez de fusi¨®n o absorci¨®n, lo que puede producirse es la quiebra de Stream. Es un caso que entra?a lecciones para lo que puedan hacer las autoridades espa?olas y de la UE ante la fusi¨®n de Sogecable y V¨ªa Digital.
?A qui¨¦n corresponde pronunciarse sobre la operaci¨®n espa?ola? A la luz del criterio de facturaci¨®n de las empresas involucradas, parece que es a la Comisi¨®n Europea a quien corresponde el pronunciamiento definitivo, aunque es posible que no le falten razones al Gobierno cuando considera, como el italiano en su d¨ªa, que al tratarse de un mercado esencialmente limitado a la geograf¨ªa espa?ola, le corresponde a ¨¦l la decisi¨®n y pide que Bruselas le remita el dossier.
Ni en Italia ni en Espa?a habr¨¢, tras estas fusiones o adquisiciones, un monopolio en la televisi¨®n de pago. Para empezar, nada impide que surjan otros operadores, ya sea por sat¨¦lite -lo que no requiere licencia gubernativa-, digital terrestre, por cable o por otros medios. Lo que no deber¨ªan hacer las autoridades de defensa de la competencia es cerrar v¨ªas de difusi¨®n de los canales y las plataformas. En Italia, la autoridad ha pretendido imped¨ªrselo a Telepi¨´, al obligarle a vender sus participaciones en televisi¨®n digital terrestre. No entra dentro de las competencias ni de las capacidades razonables de ninguna autoridad la anticipaci¨®n sobre cu¨¢l va a ser el desarrollo tecnol¨®gico. Se parte, adem¨¢s, de una idea err¨®nea de lo que es una plataforma digital: una suma de canales muy diversos. El propio ¨¦xito de la televisi¨®n digital por sat¨¦lite no era previsible dos lustros atr¨¢s. Los mismos contenidos acabar¨¢n yendo por distintas v¨ªas. M¨¢s l¨®gico resulta que obligue a no discriminar, al menos hasta 2010, a los clientes de Stream, y a vender sus paquetes de canales y programas a otras empresas que emitan por otros sistemas que el sat¨¦lite.
La ley espa?ola ya abre a otros operadores la retransmisi¨®n de partidos de f¨²tbol en televisi¨®n de pago. Pero las restricciones que se pretenden imponer en Italia -l¨ªmite de dos a?os en los contratos, con derecho de revisi¨®n anual y de ruptura unilateral- van en detrimento de los propios clubes y de las televisiones. No es ajena la televisi¨®n de pago, y el dinero que ha aportado a este deporte, a la expansi¨®n del f¨²tbol en Espa?a, con una de las mejores y m¨¢s caras ligas de Europa. Las grandes inversiones necesarias en este terreno, como en el de adquisici¨®n de pel¨ªculas a las distribuidoras -contratos que tambi¨¦n pretende forzar a abrir la autoridad antitrust italiana- necesitan de plazos estables y de horizontes serenos. Condiciones como las fijadas en Italia generan inestabilidad cuando el sector demanda lo contrario.
El mercado espa?ol, como el italiano, ha demostrado que no es suficientemente amplio para permitir la supervivencia de dos plataformas digitales de pago por sat¨¦lite, y que las fusiones responden a una l¨®gica empresarial, no pol¨ªtica, en la industria de ocio y entretenimiento. ?Preferir¨ªan las autoridades la quiebra de una o de todas las operadoras? Tampoco cabe aducir que un monopolio natural va necesariamente en detrimento de los usuarios, si mantiene precios razonables, como, por ejemplo, ha hecho Bill Gates en el terreno de los programas de ordenadores.
Los organismos de defensa de la competencia deben velar por el pluralismo, pero ¨¦ste no est¨¢ amenazado cuando la mayor audiencia la tienen las cadenas generalistas en abierto y cuando las dos plataformas programan pr¨¢cticamente todos los canales, am¨¦n de una extensa oferta de informativos de otros pa¨ªses. Por lo dem¨¢s, las acusaciones a PRISA de acumulaci¨®n de poder cuando resulta que dicho grupo diluir¨¢ su actual participaci¨®n en Sogecable y renunciar¨¢ a la presidencia de la compa?¨ªa, resultan simplemente rid¨ªculas. Las decisiones de las autoridades de la competencia deben guiarse por el inter¨¦s general y ¨¦ste pasa por introducir racionalidad en la televisi¨®n de pago por sat¨¦lite, y en un modelo audiovisual que, hoy por hoy, es absolutamente ca¨®tico.
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