Aznar intentar¨¢ hoy desbloquear con Blair el acuerdo sobre la cosoberan¨ªa de Gibraltar

Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Tony Blair tendr¨¢n un duro cometido cuando se re¨²nan hoy en Londres, al hilo de la visita que el presidente del Gobierno espa?ol realizar¨¢ por la tarde a Oxford para pronunciar una conferencia. Sobre la mesa del almuerzo que celebrar¨¢n en Downing Street, un acuerdo para liquidar el contencioso de Gibraltar, que est¨¢ pr¨¢cticamente ultimado pero no puede ser firmado, esencialmente debido a problemas pol¨ªticos del primer ministro brit¨¢nico. Los dos mandatarios deber¨¢n reunir fuerzas para impulsar definitivamente las negociaciones. O dejarlas morir.

Es seguro que la expresi¨®n de apoyo la dar¨¢n en cualquier caso, porque los ministros de Exteriores respectivos, Josep Piqu¨¦ y Jack Straw, respectivamente, ya han anunciado que se ver¨¢n dentro de mes y medio a fin de volver a intentar un consenso que, hace s¨®lo dos semanas, pensaban que se realizar¨ªa hoy, si no antes.

Al cabo de seis meses de negociaciones efectivas, la agenda ha quedado perfectamente definida y los ¨²nicos posibles puntos de convergencia entre las partes han sido suficientemente identificados como para decir que el acuerdo est¨¢ ultimado y que mientras se discute de detalles, lo que queda por dilucidar es si se quiere o no asumir el riesgo de cerrarlo.

Los puntos de la agenda son tres: el estatuto de soberan¨ªa, el futuro de la base militar y la capacidad de los gibraltare?os para condicionar la validez del compromiso alcanzado por Espa?a y el Reino Unido. Por lo que se refiere al primer punto, el lugar de encuentro est¨¢ en un r¨¦gimen de soberan¨ªa compartida por tiempo indefinido, es decir sin plazo de caducidad, que incorpore la garant¨ªa incluida en el art¨ªculo 10 de Tratado de Utrecht de que Espa?a tendr¨¢ la soberan¨ªa plena sobre Gibraltar en el caso de que los brit¨¢nicos cedan sus derechos.

La base militar ser¨¢ de soberan¨ªa compartida como el resto del territorio, o no habr¨¢ acuerdo. Lo ¨²nico negociable, y no en esta fase, son las condiciones bajo las cuales Espa?a ceder¨ªa el control operativo de las instalaciones al Reino Unido, del mismo modo que cede a Estados Unidos el control de Rota y Mor¨®n.

Ratificaci¨®n parlamentaria

En cuanto al refer¨¦ndum que los brit¨¢nicos deben realizar entre los gibraltare?os, porque tienen el compromiso de no transferirles a la soberan¨ªa de otro pa¨ªs sin su consentimiento, Espa?a, que rechaza el derecho de autodeterminaci¨®n de los llanitos, tendr¨¢ que conformarse con que el voto previsiblemente negativo de ¨¦stos no invalide lo acordado, aunque s¨ª bloquee su aplicaci¨®n. Para ello, las dos partes se proponen someter su acuerdo a la ratificaci¨®n de los respectivos Parlamentos.

El acuerdo tendr¨¢ finalmente la forma de una Declaraci¨®n de Principios que sentar¨¢ las bases de un tratado futuro. La idea de negociar directamente el tratado se abandon¨® cuando, tras conocerse la determinaci¨®n de Londres de llegar a un compromiso aunque se opusieran los gibraltare?os, surgieron las primeras protestas de ¨¦stos y las subsiguientes manifestaciones de rechazo dentro de Westminster, no s¨®lo por parte de la oposici¨®n conservadora sino de exponentes del laborismo.

La negociaci¨®n avanz¨®, sin embargo, con agilidad por la v¨ªa de la soberan¨ªa compartida hasta que, en un momento algo tard¨ªo, Londres plante¨® el problema de la base con la pretensi¨®n inicial de excluir esas instalaciones del acuerdo. La parte brit¨¢nica se avino posteriormente a compartir la soberan¨ªa tambi¨¦n sobre la base y reclam¨® solamente el control operativo de la misma.

El pasado 23 de abril, Piqu¨¦ transpiraba optimismo, pero la publicaci¨®n de que ese d¨ªa, en Valencia, hab¨ªa celebrado un encuentro con Straw que hubiera debido quedar secreto hizo creer, err¨®neamente, a los brit¨¢nicos que la parte espa?ola hab¨ªa filtrado la informaci¨®n. El Foreign Office descarg¨® su malhumor revelando la agenda de las conversaciones y los problemas planteados. Unas secas declaraciones de Aznar sobre la aspiraci¨®n espa?ola a la plena soberan¨ªa del Pe?¨®n tensaron m¨¢s el ambiente.

As¨ª se lleg¨® a anunciar que el acuerdo llegar¨¢, como pronto, si acaso, en julio. En el trasfondo de esa noticia pesaba claramente, m¨¢s que las diferencias entre las partes, la divisi¨®n del laborismo en torno al tema. Se supo que el propio ministro de Defensa de Blair se opon¨ªa al acuerdo. El problema de abrir un comp¨¢s de espera es que el Gobierno de Gibraltar ha iniciado una nueva campa?a de protesta y, hasta ahora, el tiempo ha servido para que aumenten las protestas y no para conquistar a los gibraltare?os.

El propio ministro Piqu¨¦ se?al¨® el pasado s¨¢bado que la negociaci¨®n es 'muy complicada', pero mostr¨® la disposici¨®n del Gobierno a llegar a un acuerdo que, seg¨²n dijo, requiere 'imaginaci¨®n, y voluntad y coraje pol¨ªticos'. En declaraciones a Onda Cero, el titular de Asuntos Exteriores se mostr¨® esperanzado en llegar a un acuerdo 'antes de las vacaciones de verano, lo que supondr¨ªa, a?adi¨®, cerrar las conversaciones en un 'tiempo r¨¦cord'.