Jos¨¦ Tom¨¢s, por la puerta grande
Jos¨¦ Tom¨¢s cort¨® las dos orejas al quinto de la tarde y se lo llevaron a hombros de la puerta grande. Muy bien. La verdad es que ven¨ªa dispuesto a hacer olvidar el borr¨®n del pasado a?o y lo consigui¨® con una decisi¨®n desmedida durante toda la tarde. Desde el quite ajustad¨ªsimo por gaoneras en el primer toro de Rivera hasta la gran estocada final a su segundo, su labor estuvo impregnada de la b¨²squeda constante del triunfo. Se reconcili¨®, pues, con la afici¨®n, y recibi¨® los honores de la mayor¨ªa.
Ciertamente, Tom¨¢s es un torero diferente, pleno de cualidades, y con capacidad para cambiar el sino negro de una tarde. Esforzado ante su primero, una birria de toro, se vaci¨® en el otro, inv¨¢lido, manso y que no fue picado, en una faena de empaque y prestancia, templad¨ªsima, propia de un privilegiado. Comienzo por estatuarios, un pase de la firma y otro largo de pecho que hac¨ªan presagiar los mejores augurios. Contin¨²a por la izquierda, muy quieto, pero sin el aire apropiado, que llega con la derecha en redondos ajustad¨ªsmos perfectamente ligados con el de pecho. Otra tanda de frente, un cambio de manos, ayudados y otro pase de la firma, que supo a un aut¨¦ntico cartel de toros. Y todo, con el aroma del toreo m¨¢s lento, m¨¢s ¨ªntimo y profundo.
Martelilla / Rivera, Tom¨¢s, De Julia
Toros de Martelilla, mal presentados -el 3?, anovillado-, inv¨¢lidos, mansos y descastados. Rivera Ord¨®?ez: media estocada (silencio); pinchazo y media (pitos). Jos¨¦ Tom¨¢s: media tendida (palmas y algunos pitos); -aviso- y estocada en todo lo alto (dos orejas). Sali¨® a hombros por la puerta grande. Rafael de Julia: bajonazo escandaloso (silencio); pinchazo y estocada ca¨ªda (silencio). Plaza de Las Ventas, 21 de mayo. 9? corrida de feria. Lleno.
La pena es que el mismo inter¨¦s que puso en alcanzar el triunfo no lo pusiera Tom¨¢s a la hora de elegir la corrida. Se not¨® que han llegado las figuras y, con ellas, la marca Domecq, que, en esta ocasi¨®n, un vez vez m¨¢s, fue sin¨®nimo de toros anovillados, inv¨¢lidos y descastados.
Hace a?os, se puso de moda en Madrid el grito de '?pss, pss, que viene, que viene!', que se refer¨ªa a Manili, quien, a base de valor y t¨¦cnica, barri¨® el escalaf¨®n y triunf¨® con toros encastados. Ahora se vuelve a o¨ªr: '?pss, pss, que viene, que viene!'. ?Qui¨¦n viene? Una figura. Y la autoridad se echa a temblar en una actitud vergonzante. De otro modo, es inexplicable que se aprueben toros tan mal presentados, feos y desgarbados como los de ayer. Y como las desgracias nunca viene solas, mansos de solemnidad, inv¨¢lidos y descastados. Y el p¨²blico se traga el timo porque lo ¨²nico que quiere es lucir el clavel en la solapa, dejarse ver y ser visto, y contar, c¨®mo no, que acaba de llegar del Roc¨ªo, donde ha disfrutado con la crema del poder¨ªo madrile?o.
En esta plaza de las Ventas hay aficionados que protestan -alguno no hace otra cosa durante toda la tarde- y se niegan a aceptar los continuos atropellos a que se somete a los espectadores. Pero si no existieran habr¨ªa que inventarlos para impedir que alguna que otra tarde salgan seis gatos aut¨¦nticos por la puerta de chiqueros mientras los del clavel cuentan y paran sobre sus andanzas rocieras. El toro les importa un bledo.
Una verg¨¹enza. Un desprop¨®sito. ?C¨®mo se atreve a venir a Madrid la primera figura del toreo con semejante ganado? Es una afrenta, corte las orejas que corte. Las cort¨®, pues muy bien, pero el toro es otra cosa.
Nada pudo hacer Rivera Ord¨®?ez, otro que tal baila. Recibi¨® a su primero con ajustadas ver¨®nicas, pero era un marmolillo y lo despach¨® con brevedad. El otro, un manso de libro que recibi¨® ocho picotazos en un tercio de varas desordenado. Lo cit¨® con la muleta retrasada y el toro huy¨® como un descosido.
Y Rafael de Julia pas¨® como alma en pena. Sus oponentes inv¨¢lidos no ofrecieron facilidades, pero tore¨® siempre con escaso ¨¢nimo y al hilo del pit¨®n en un ambiente hostil.
Ojal¨¢ alg¨²n aficionado no se haya contagiado de la euforia tomasista. Ser¨ªa la prueba de que a¨²n nos queda la esperanza...
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.