Un pollo para Hermoso
No hay p¨²blico m¨¢s agradecido que el de los espect¨¢culos de rejoneo: divertido, entusiasta, dispuesto siempre al aplauso y sol¨ªcito hasta el enfado en la petici¨®n de trofeos. A veces, como ayer, el p¨²blico, especialmente el de sol, parece la representaci¨®n m¨¢s aut¨¦ntica de la Espa?a ca?¨ª y castiza de los a?os sesenta.
Cuando Hermoso de Mendoza daba una triunfal vuelta al ruedo con la oreja de su primero, un espont¨¢neo baj¨® al ruedo para colocarle un pa?uelo rojo en el cuello; otros lanzaron botas de vino y conminaban al rejoneador para que probara el buen caldo de la tierra, y, por ¨²ltimo, alguien le regal¨® un pollo de corral vivo y coleando atado a una cuerda para evitar desbandada molesta de ¨²ltima hora. ?Hay que ser o no hay que ser ca?¨ª para venir cargando con un pollo por todo Madrid con la ilusi¨®n de regal¨¢rserlo al triunfador de la tarde? ?Y si no hay triunfador? Pues, vuelta con el pollo para el pueblo.
Boh¨®rquez / Hern¨¢ndez, Boh¨®rquez, Hermoso
Toros despuntados para rejoneo de Ferm¨ªn Boh¨®rquez, aceptables de presentaci¨®n, sosos y descastados. Leonardo Hern¨¢ndez: rej¨®n en lo alto (vuelta); pinchazo y rej¨®n en lo alto (silencio). Ferm¨ªn Boh¨®rquez: rej¨®n trasero y ca¨ªdo (vuelta); pinchazo y metisaca (oreja). Pablo Hermoso de Mendoza: rej¨®n en lo alto (oreja); dos pinchazos y rej¨®n trasero (ovaci¨®n). Plaza de Las Ventas, 25 de mayo, 13? corrida de feria. Lleno.
?Y qu¨¦ hizo Hermoso con el pollo? ?Lanzarlo al tendido? No, se?or. Se lo entreg¨® a un subalterno; y ¨¦ste, a su vez, a un cuidador de los caballos, que lo puso a buen recaudo. Un pollo de corral no es para despreciarlo en los tiempos que corren.
Seguro que Hermoso de Mendoza pens¨® celebrar con un arroz el triunfo en Las Ventas. Pero, al final, el rej¨®n de muerte le jug¨® una mala pasada y no pudo redondear una tarde de magisterio absoluto que lo confirma, una vez m¨¢s, como el rejoneador m¨¢s importante del momento actual. Entre ¨¦l y el resto dista un abismo. No tiene necesidad de buscar el aplauso f¨¢cil porque su t¨¦cnica depurada, la perfecta doma de sus caballos y la pureza de su toreo conectan f¨¢cilmente con el p¨²blico. En su primero, un manso escondido en tablas, protagoniz¨® un espectacular tercio de banderillas de la mano de Danubio, el sucesor de Cagancho, que desaf¨ªa a su oponente con el hocico y se lo deja llegar hasta las mismas barbas; cuando el toro arremete, el caballo, valiente y torero, lo quiebra con la culata.
Perdi¨® los trofeos en el ¨²ltimo a causa de su mala punter¨ªa a la hora de matar, y bien que se enfad¨®, y con raz¨®n. Lo cierto es que hab¨ªa redondeado una actuaci¨®n plet¨®rica de temple y torer¨ªa. Sorprendi¨® con los rejones de castigo al quiebro y destac¨®, otra vez, con las banderillas, todas clavadas al estribo, como debe ser. Se adorn¨® sin estridencias, y los tendidos herv¨ªan de emoci¨®n, dispuestos a sacar a hombros por la puerta grande al rey del rejoneo. Pero no pudo ser, y todo qued¨® en una fuerte ovaci¨®n y, este mediod¨ªa, arroz con pollo, que estar¨¢ para chuparse los dedos.
No hubo pollo de corral ni para Boh¨®rquez ni para Hern¨¢ndez. Tampoco lo merecieron, ¨¦sa es la verdad.
El primero no parece ya el rejoneador perfeccionista de hace unos a?os. Busca el aplauso f¨¢cil -cuando sale al ruedo saluda a todos con parsimonia por lo que pueda ocurrir-, pero falla mucho en la colocaci¨®n de los rejones y banderillas. En su haber, sin embargo, un buen tercio con los garapullos a dos manos en el quinto. Mat¨® muy mal, pero le concedieron un trofeo.
Y no obtuvo ninguno Leonardo Hern¨¢ndez, un rejonedaor sobrio, campero, muy voluntarioso, pero, tambi¨¦n, muy irregular. Fall¨® demasiado y clav¨® siempre a la grupa.
En fin, que Boh¨®rquez y Hern¨¢ndez se tendr¨¢n que conformar con pollo de granja. El otro hay que gan¨¢rselo.
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