Una ilusi¨®n
Es un torero de una personalidad arrolladora. Llena el ruedo con su sola presencia. Le da una importancia suprema a todo lo que hace. Y se mete a la gente en el bolsillo a poco que se estire con los enga?os.
Por un momento, volvi¨® loca a la plaza de las Ventas con su toreo al natural. Mat¨® mal y le obligaron a dar una clamorosa vuelta al ruedo. ?Qu¨¦ le hubieran dado si acierta? Una, quiz¨¢ las dos orejas, vaya usted a saber.
?Es que, acaso, no mereci¨® Jos¨¦ Tom¨¢s el reconocimiento general?
El quinto de la tarde fue un manso que huy¨® de su sombra en el primer tercio, punte¨® los capotes, sali¨® suelto del caballo y no quiso saber nada del torero cuando le mostr¨® la muleta. Consigui¨® someterlo por bajo y las dos primeras tandas con la derecha resultaron enganchadas. Cogi¨® la zurda, se coloc¨® muy cerca y tir¨® de la embestida hasta conseguir un natural largo; m¨¢s cerca, despu¨¦s, quieta la planta, pero escaso lucimiento. Por fin, otro natural ligado con uno largo de pecho. Repiti¨® la escena y la plaza se vino abajo presa de entusiasmo. Unos ayudados, un aviso y el error con la espada.
Alcurruc¨¦n / Luguillano, Tom¨¢s, Mora
Toros de Alcurruc¨¦n, desiguales de presentaci¨®n, flojos, mansos y descastados; el 3?, anovillado e inv¨¢lido. David Luguillano: dos pinchazos, media ca¨ªda -aviso- y tres descabellos (ovaci¨®n); estocada tendida, seis descabellos -aviso- y dos descabellos (pitos). Jos¨¦ Tom¨¢s: tres pinchazos, casi entera perdiendo la muleta -aviso- y un descabello (silencio); -aviso-, media baja y casi entera ladeada (petici¨®n y vuelta). Eugenio de Mora: estocada baja (palmas); metisaca, pinchazo y estocada baja (ovaci¨®n). Asisti¨® el Rey en una barrera del tendido 1. Luguillano y Mora le brindaron sus primeros toros. Plaza de Las Ventas, 28 de mayo. 16? corrida de feria. Lleno.
Una faena de menos a m¨¢s, valiente y emocionante, que tuvo la virtud de hacer embestir a un toro parado. Y un defecto. Un defecto capital: Tom¨¢s no adelant¨® nunca la pierna contraria, no se cruz¨® y no termin¨® los pases en la cintura. La virtud del valor qued¨® patente, pero el toreo no fue aut¨¦ntico.
Exactamente lo mismo hizo en su primero, otro manso, con genio, con el que se dobl¨® muy bien rodilla en tierra, pero no se centr¨® en ning¨²n momento. Se dej¨® enganchar la muleta repetidas veces y tore¨® de perfil y ventajista, seg¨²n la moda actual. Lo intent¨® sin demasiada convicci¨®n, ¨¦sa es la verdad.
?Exagerado, pues, el entusiasmo? S¨ª, porque a un torero tan exigente, a una primera figura, hay que exigirle mucho m¨¢s. Y lo de ayer fue una ilusi¨®n que estuvo m¨¢s en la mente de los espectadores que en la realidad de la ortodoxia.
De cualquier modo, un abismo le separ¨® de sus compa?eros. Luguillano dio una de cal y otra de arena. La primera, ante un nobil¨ªsimo primero que lleg¨® agotado a la muleta, pero que embest¨ªa con una exquisita dulzura. El torero tiene gusto y empaque, y construy¨® una faena elegante, pero ayuna de la emoci¨®n del toro encastado. Los redondos fueron largos y profundos, al igual que un natural. Hab¨ªa comenzado bien por estatuarios y un bell¨ªsmo pase de la firma, y termin¨® con ayudados vistosos. Y se transfigur¨® ante un manso complicado con el que se mostr¨® acelerado, agobiado, encorsetado, precavido y torpe. Lo castig¨® en demas¨ªa y nunca se coloc¨® en el lugar adecuado. Algunos se lo recriminaron y ¨¦l abri¨® los brazos como diciendo: ?Qu¨¦ quer¨¦is? Pues que torees, hombre.
Y Eugenio de Mora tampoco triunf¨® porque es imposible hacerlo con un estilo tan perfilero como el suyo. Su primero fue un inv¨¢lido y su labor result¨® triste y tediosa. M¨¢s dispuesto en el sexto, comenz¨® poderoso por bajo y aguant¨® tarascadas de un ¨¢spero toro ante el que tampoco se cruz¨® nunca. Y lo que no puede ser, no pueder ser.
Al final, por los pelos no sacan a hombros a Tom¨¢s. La ilusi¨®n lo merec¨ªa; la realidad, no.
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