Los calmucos y el bolero de Ravel
No s¨®lo los adolescentes creen estrenar el mundo cuando salen del hogar familiar; ese generalizado malentendido ad¨¢nico tambi¨¦n fluye como el Guadiana -unas veces sumergido y otras aflorado- a trav¨¦s del paisaje hist¨®rico para suscitar expectativas desmesuradas difundidas por algunos temibles profetas que incurren en la 'innoble fantas¨ªa' de bautizar su ¨¦poca como 'la m¨¢s alta ocasi¨®n que vieron los siglos'. La l¨ªnea central de este provocador y sugerente ensayo sobre Liberalismo frente a ciudadan¨ªa en la sociedad contempor¨¢nea -as¨ª reza el subt¨ªtulo- es el an¨¢lisis y la valoraci¨®n de una monocorde melod¨ªa de ingenuidad, intolerancia y fanatismo interpretada -como el bolero de Ravel- a lo largo de los siglos con diversos instrumentos. Sin perder el hilo conductor de esa b¨²squeda, Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao se ocupa de otras cuestiones situadas en los m¨¢rgenes de la corriente principal: sirvan de ejemplo las p¨¢ginas dedicadas al fracaso de la cooperaci¨®n para el desarrollo y la injerencia humanitaria durante los ¨²ltimos a?os o a la pol¨ªtica de inmigraci¨®n de la Europa-fortaleza. Como suele suceder con los polemistas apasionados, no siempre resulta f¨¢cil compartir enteramente sus tesis; por ejemplo, parece improbable que el verdadero prop¨®sito de la recuperaci¨®n de la Antig¨¹edad cl¨¢sica por los artistas del Quattrocento fuese 'desafiar y desacreditar' el monopolio del legado greco-rromano administrado por el islam en el mundo mediterr¨¢neo.
LA ELECCI?N DE LA BARBARIE
Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao
Tusquets. Barcelona, 2002
185 p¨¢ginas. 14 euros
Durante el siglo XX, el r¨¦gimen nazi y el sistema sovi¨¦tico participaron de un mismo ensue?o sangriento, aunque unos y otros utilizaran coartadas ideol¨®gicas diferentes para justificar los campos de exterminio y el Gulag: el regreso a la Edad de Oro y el mito de la raza, para los nazis, y la marcha hacia la Utop¨ªa y el concepto de clase, para los bolcheviques. La elecci¨®n de la barbarie niega, sin embargo, que la ¨¦tica de los motivos y las apelaciones a la universalidad frente a la particularidad puedan servir de atenuante al comunismo en comparaci¨®n con el nazismo. Dada la magnitud y crueldad de los cr¨ªmenes perpetrados por el llamado socialismo real, ese debate de arqueolog¨ªa doctrinaria resulta seguramente ocioso; en todo caso, la tendencia a la simetr¨ªa de cualquier paralelismo hist¨®rico le lleva a Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao a forzar la mano al atribuir a los bolvechiques la invenci¨®n de la clase obrera rusa. En v¨ªsperas de la Revoluci¨®n de Octubre, Lenin cre¨ªa que la conquista del poder en la Rusia feudal y campesina ser¨ªa s¨®lo el detonante para la movilizaci¨®n de los trabajadores en los pa¨ªses industrializados de capitalismo maduro; el socialismo en un solo pa¨ªs fue la herencia administrada por Stalin, no el testamento de Lenin.
Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao busca las semejanzas hist¨®rico-conceptuales entre las terribles experiencias de la Alemania nazi o la Rusia sovi¨¦tica y los trompetazos sobre el futuro de la humanidad escuchados tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. El ensayo hace una severa lectura cr¨ªtica de Francis Fukuyama (o el fin de la historia), Samuel P. Huntington (o el choque de las civilizaciones) y Anthony Giddens (o la globalizaci¨®n) como muestras de la 'rancia ret¨®rica de la nueva era y del nuevo comienzo'; en contraste, Hayek, Popper y Berlin fueron durante la d¨¦cada de los cuarenta respetables contraejemplos de honradez intelectual y firmeza moral por su resistencia a doblegarse ante las teor¨ªas de moda sobre la inevitabilidad de la econom¨ªa planificada. La astucia para disfrazar las prescripciones valorativas con el ropaje neutral de las descripciones f¨¢cticas es la clave -ayer y hoy- de ese tipo de falacias.
?Cu¨¢l es la inquietante melo
d¨ªa que vuelve a tocar hoy la orquesta formada por los pol¨ªticos que toman las decisiones y los ide¨®logos que las justifican? La invenci¨®n de la Edad de Oro y la idealizaci¨®n del pasado alientan por doquier las reivindicaciones comunitaristas y multiculturales; al igual que las antiguas utop¨ªas, la globalizaci¨®n es concebida a la vez como periodo auroral de la historia y como camino obligatorio hacia el para¨ªso. Las justificaciones para proseguir la marcha pese a los elevados costes del recorrido son los sentimientos de altruismo hacia las generaciones venideras y la lealtad hacia las v¨ªctimas ya causadas; las poblaciones castigadas por los efectos de la globalizaci¨®n financiera en ?frica, Am¨¦rica Latina y Asia se enfrentan al irresoluble dilema con que toparon los calmucos al llegar a la mitad de su viaje, seg¨²n cuenta en La rebeli¨®n de los t¨¢rtaros Thomas de Quincey: conscientes de los sacrificios ya pagados y de los riesgos futuros, los pa¨ªses que han pagado ese precio tienen las mismas razones para seguir adelante que para regresar.
El bolero de Ravel suena de nuevo para reiterar mensajes de fanatismo, autoritarismo e intolerancia; las leyes econ¨®micas continuar¨ªan siendo el motor monocausal -el mercado sustituye ahora a la planificaci¨®n- de un proceso hist¨®rico arrebatado a la voluntad y a las ideas de los hombres. En Europa, el desmantelamiento del Estado de bienestar, la disoluci¨®n del concepto de ciudadan¨ªa y el repliegue identitario frente a los inmigrantes son algunos de los efectos visibles de esa deriva. Pero la utop¨ªa de los mercados globales encierra una contradicci¨®n semejante a la meta de sociedad sin clases; as¨ª como el llamado socialismo real desemboc¨® en una aberrante proliferaci¨®n de estratos y capas sociales, as¨ª la globalizaci¨®n cosmopolita -uno de esos conceptos-zombi despreciados por Ulrich Beck- provoca divisiones y fracturas que est¨¢n poniendo en marcha contratendencias capaces de desmentir su supuesta necesidad hist¨®rica. Esa conclusi¨®n puede tranquilizar a los lectores propensos a interpretar de forma apocal¨ªptica las simetr¨ªas y los paralelismos hist¨®ricos dibujados por Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao, que invita a preguntarse el por qu¨¦ y el para qu¨¦ de la globalizaci¨®n 'hasta encontrar las respuestas que detr¨¢s de cada acci¨®n hallan una responsabilidad y detr¨¢s de cada responsabilidad un responsable'.
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