Un simulacro verdadero
Hasta Los ojos de la met¨¢fora, la poes¨ªa de Antonio Gracia (1946) hab¨ªa recorrido un camino caracterizado por una obstinada indagaci¨®n en los horrores de la existencia, registrada en el volumen recopilatorio de 1993 Fragmentos de identidad. All¨ª se contienen, entre otros, libros como Palimpsesto (1980), un postumario que avanza a trancas y barrancas por los desfiladeros de la angustia vital y la desaz¨®n art¨ªstica, y Los ojos de la met¨¢fora (1983), donde la palabra del poeta queda varada en la intransitividad y al fin la afasia, tras los estertores y balbuceos de unos poemas que pretend¨ªan infructuosamente desatascar la obstrucci¨®n verbal. Quien quiera entrar en esa sima deber¨¢ chapotear por entre los remedos de poemas que encierran grumos de un pensamiento atrofiado y de un dolor incompatible ya con el arte y aun con la comunicaci¨®n ling¨¹¨ªstica.
RECONSTRUCCI?N DE UN DIARIO
Antonio Gracia
Pre-Textos/IAC Juan Gil-Albert. Valencia, 2002
72 p¨¢ginas. 9,02 euros
Pero en 1998 el poeta rompi¨® ese silencio funeral con Hacia la luz, t¨ªtulo al que siguieron Libro de los anhelos y, ahora, Reconstrucci¨®n de un diario (a los que pronto se sumar¨¢ La epopeya interior, por el que obtuvo el Premio Fernando Rielo de poes¨ªa m¨ªstica). En Reconstrucci¨®n de un diario, Antonio Gracia abandona el confesionalismo directo, que lo abocaba a la exhibici¨®n de su espanto, y recurre a un ¨¢lter ego que tiene las trazas de un viejo y anacr¨®nico caballero que ha perdido a la amada, habita castillos, examina ruinas, recorre pasadizos, asciende escalinatas, otea promontorios y garabatea los manuscritos que conforman el diario contenido fragmentariamente en este libro. Su discurso argumental relata en sucesi¨®n un quebranto amoroso, el sometimiento a la dictadura de los recuerdos, el goce de los ¨²ltimos zumos de la vida. El tono narrativo cede en ocasiones a los remansos l¨ªricos en que la historia se detiene, dominados ahora por otro sujeto: ese que lee el manuscrito original del caballero anciano, y va siendo pose¨ªdo por ¨¦l a medida que procede a su reconstrucci¨®n.
Para evitar el pastiche en que hubiera dado una artificiosa y no lograda integraci¨®n de los dos planos de ficci¨®n, el poeta ha debido imponer sobre la polifon¨ªa de la obra el registro inconfundible de su voz autorial, que se escucha en esas consideraciones terminales sobre la muerte, la vida, el fracaso amoroso, la salvaci¨®n por la belleza. El ¨²ltimo poema, Locus amœnus, constituye una recapitulaci¨®n donde el redactor del diario -pero tambi¨¦n su reconstructor, y el escritor que est¨¢ al fondo de este simulacro tan verdadero- cierra los ojos ante la redenci¨®n del dolor, no s¨¦ si conseguida por el esfuerzo o s¨®lo recibida por la gracia, a trav¨¦s de la m¨²sica, la pintura, la poes¨ªa.
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