Obispos nacionalistas

La ¨²ltima pastoral de los obispos vascos es un pronunciamiento pol¨ªtico contra la Ley de Partidos que actualmente se tramita en el Parlamento y que permitir¨ªa eventualmente la ilegalizaci¨®n judicial de Batasuna. ?se es el transparente objetivo de esta nueva salida episcopal a la plaza p¨²blica: decir que est¨¢n contra esa ilegalizaci¨®n. Muchas otras personas, nacionalistas y no nacionalistas, comparten esa opini¨®n. Lo singular es que los obispos presentan como principios morales indiscutibles las muy terrenales razones que al respecto defiende actualmente el nacionalismo vasco, a las que se adhieren sin mayores reservas.

Los obispos hicieron bien en no suscribir el Pacto Antiterrorista, un acuerdo pol¨ªtico que s¨®lo ten¨ªa sentido como compromiso entre partidos. Ahora han cambiado de criterio y aceptan entrar en un debate estrictamente pol¨ªtico. Lo hacen cuando los partidos nacionalistas, los democr¨¢ticos y los que apoyan a ETA, se disponen a manifestarse conjuntamente, el pr¨®ximo d¨ªa 16, contra la Ley de Partidos. Los obispos bendicen esa oposici¨®n con argumentos de naturaleza pol¨ªtica; respetables, pero tambi¨¦n criticables. El principal es que, 'sean cuales fueren las relaciones existentes entre Batasuna y ETA', la ilegalizaci¨®n tendr¨ªa consecuencias sombr¨ªas para la convivencia, agudizando la 'divisi¨®n y confrontaci¨®n c¨ªvica'.

Eso mismo pronostican los nacionalistas, pero es algo que llevan 20 a?os haciendo, cada vez que surge alguna iniciativa contra la pretensi¨®n de impunidad de ese mundo: desde las extradiciones, en su d¨ªa, a las reformas legislativas o actuaciones de los jueces. Especialmente decepcionante resulta esa menci¨®n a las relaciones entre ETA y Batasuna: como si fuera algo indiferente a efectos de la ilegalizaci¨®n el que, por ejemplo, existiera una financiaci¨®n com¨²n, como sostiene Garz¨®n. El planteamiento llevar¨ªa a defender la impunidad de determinados delitos a fin de evitar reacciones que provoquen un 'deterioro mayor' de la convivencia y una mayor inseguridad de 'los amenazados'.

Aunque se revista de criterio moral, es una l¨®gica que llevar¨ªa a no enfrentarse a ETA; a no hacer nada que pueda irritar a los que amenazan y a los que cumplen las amenazas. La experiencia demuestra, adem¨¢s, que la impunidad no hace desistir a quienes se consideran con derecho a imponer sus ideas por la fuerza. Al respecto resulta desconcertante que los obispos pongan en el mismo plano a quienes quieren 'imponerse por la fuerza ciega' y a los que abogan por 'el puro imperio de la ley'. La ley no es, en un r¨¦gimen democr¨¢tico, la expresi¨®n de una voluntad desp¨®tica, sino la de la ciudadan¨ªa, en defensa de la convivencia.

Esta pastoral no evita llamar terroristas a los terroristas, ni es ambigua en su condena de ETA. Tampoco reh¨²ye concretar que las v¨ªctimas caen siempre del lado de los no nacionalistas. Sin embargo, hay m¨¢s elementos de continuidad que de cambio respecto a las pastorales del hoy jubilado obispo Seti¨¦n. Hay adaptaci¨®n al terreno: las consideraciones de Ibarretxe sobre las v¨ªctimas o sobre el pluralismo han sido incorporadas, pero el razonamiento episcopal sigue dando por supuestos t¨®picos como el de que existe un d¨¦ficit democr¨¢tico que har¨ªa necesario un nuevo consenso; es decir, nuevas concesiones por parte de los no nacionalistas, hasta contentar e integrar a los que no aceptan el consenso forjado en torno a la autonom¨ªa.

Los obispos vascos no defienden a ETA, no son condescendientes con los cr¨ªmenes ni indiferentes al dolor de las v¨ªctimas. Se limitan a proponer, como soluci¨®n al drama del terrorismo, salidas favorables al nacionalismo y de probada ineficacia. Abogan por el convencimiento amistoso antes que por el enfrentamiento, pero no dicen qu¨¦ hacer si ETA no acepta disolverse. Son m¨¢s sensibles a los agravios de los nacionalistas por ser injustamente identificados con la violencia que a las afrentas cotidianas contra los otros.

En el Pa¨ªs Vasco, el 77,7% de los ciudadanos se autodefinen como cat¨®licos, y un 30% se consideran practicantes. Un estudio realizado en 1987 en Vizcaya revel¨® que la identificaci¨®n con el nacionalismo era mayor entre los curas que entre los laicos. El 64% de los cl¨¦rigos dec¨ªa tener un sentimiento nacionalista, y dos tercios de ellos lo calificaban como fuerte o muy fuerte. En 1998, el consejo presbiteral de Bilbao pidi¨® por escrito al obispo Bl¨¢zquez que dejase de asistir a los funerales por las v¨ªctimas de ETA dado el 'grave riesgo de ambig¨¹edad y manipulaci¨®n'. Los obispos vascos reflejan con fidelidad ideas, sentimientos y hasta prejuicios de la mayor¨ªa nacionalista de su clero, pero no tanto los del conjunto de sus feligreses, y mucho menos los del sector de la sociedad que no comparte la fe nacionalista.