El marasmo de la izquierda francesa
La desaparici¨®n de Jospin deja hu¨¦rfano ante las pr¨®ximas elecciones legislativas a un Partido Socialista muy dividido
'La izquierda est¨¢ en desbandada', afirma Daniel Cohn-Bendit, el antiguo l¨ªder estudiantil de Mayo del 68 y hoy portavoz de Los Verdes en el Parlamento Europeo. Las bases bullen y a ello no es ajena la direcci¨®n de los ecologistas, muy crecida desde que su candidato a las presidenciales sac¨® casi el doble de votos (1,5 millones) que el del Partido Comunista. En este ambiente proliferan los llamamientos a la 'reconstrucci¨®n de la izquierda', para dar una continuidad a la movilizaci¨®n antifascista del 5 de mayo y no permitir que se quede en el rechazo callejero a Le Pen.
Los l¨ªderes tradicionales est¨¢n abrasados. Frente a la f¨¢brica de Dassault Aviation en Argenteuil, en la regi¨®n de Par¨ªs, el presidente del Partido Comunista, Robert Hue, se encuentra con un grupo de simpatizantes que acusan a los pol¨ªticos de haberse despreocupado de ellos: 'Con 2.000 euros al mes es dif¨ªcil vivir', le espeta uno. Hue, diputado saliente por el distrito donde se encuentra la f¨¢brica, tiene problemas para mantener su esca?o frente a la ultraderecha, que recupera electores desencantados en los antiguos feudos comunistas.
La catarsis ronda tambi¨¦n al Partido Socialista, apoyado por un poderoso grupo de 248 diputados (de un total de 577) en la ¨²ltima legislatura. Su primer secretario, Fran?ois Hollande, se ha esforzado en armar una 'izquierda unida' que parece de servicios m¨ªnimos: s¨®lo pretende evitar que dos candidatos de partidos aliados se enfrenten en la primera vuelta, all¨ª donde la derecha o la extrema derecha son fuertes. A ese pacto escapa un distrito de Marsella, cuyos candidatos socialista y comunista se niegan a retirarse en beneficio del otro, y todo el Polo Republicano, de Jean-Pierre Chev¨¨nement, que presenta 400 candidatos propios.
La desaparici¨®n de Lionel Jospin tiene que ver con este clima. Es como si se hubiera muerto. El protagonista de una veintena de a?os de intensa vida p¨²blica no ha vuelto a aparecer desde el 7 de mayo, d¨ªa en que concedi¨® a los fot¨®grafos un instante de sus vacaciones en Sicilia, mientras las tropas socialistas se lam¨ªan las heridas e intentaban asentar el nuevo frente. 'Ah¨®rrenme las flores', dicen que dijo a su equipo de colaboradores. Hasta el gesto de devolver al Estado los fondos reservados que le sobraban -una probidad totalmente inusual en Francia-, comunicado por un simple fax, revela el desprecio que siente hacia los aspectos prosaicos de la pol¨ªtica.
En su feudo electoral de Cintagabelle creen saber que el ex primer ministro acudir¨¢ a votar el domingo pr¨®ximo. Pero lo peor para sus generales es que se ha marchado sin sucesor. Y sin haber preparado ning¨²n gabinete en la sombra que d¨¦ la sensaci¨®n de disponer de un equipo listo para responsabilizarse del poder en caso de victoria. Jospin era el pilar que sosten¨ªa el puente construido entre los diversos jefes del Partido Socialista: una vez hundido, la pasarela se muestra muy inestable.
A falta de un liderazgo claro, el primer secretario, Fran?ois Hollande, se ha declarado 'disponible' para asumir la funci¨®n de primer ministro, si gana la izquierda. Los dem¨¢s primeros ministrables han montado en c¨®lera: Martine Aubry, la ex ministra de las 35 horas, se ha mostrado discreta, pero los llamados socialistas modernizadores no ocultan su enojo. 'La distribuci¨®n de cargos que no se tienen me parece fuera de lugar', sentenci¨® Laurent Fabius, mientras que Dominique Strauss-Kahn gru?¨®: 'Primero habr¨¢ que ganar'.
P¨¦rdida de votos
Los modernizadores quer¨ªan ir hacia la privatizaci¨®n de grandes empresas p¨²blicas. Hasta el final de la campa?a presidencial, Fabius sostuvo que, si se perd¨ªa, era por no haber reducido lo bastante los impuestos. Estos gestos, destinados a sectores profesionales y al centro pol¨ªtico, fueron avalados por el propio Jospin, cuando dijo en televisi¨®n que su proyecto como candidato a presidente de la Rep¨²blica no era socialista.
El gran problema del Partido Socialista es la cantidad de votos de izquierda que se le han escapado. Los 4.610.113 sufragios obtenidos por Jospin el 21 de abril son algo menos de los que reunieron sus cuatro aliados de la antigua izquierda plural, No?l Mam¨¨re (Los Verdes), Robert Hue (Partido Comunista), Jean-Pierre Chev¨¨nement (Polo Republicano) y Christiane Taubira (Radical de Izquierda): 4.635.179 entre los cuatro. Y en la extrema izquierda recalaron nada menos que 2.973.293 sufragios, sumando los de los troskistas Olivier Besancenot, Arlette Laguiller y Daniel Gluckstein.
Jospin contaba con un buen balance, desde la creaci¨®n de 900.000 empleos a la implantaci¨®n de las 35 horas, la cobertura sanitaria universal, la paridad hombres-mujeres en la pol¨ªtica o la conciliaci¨®n entre un Estado poderoso y el ¨¦xito econ¨®mico de las empresas privadas.
El periodo negro posterior al 11 de septiembre lo estrope¨® todo, sustituyendo las anteriores certidumbres por un fuerte sentimiento de inseguridad, una remontada del paro y un arbitraje cada vez m¨¢s dif¨ªcil entre los que ped¨ªan m¨¢s rebajas de impuestos (Fabius) y los que exig¨ªan un aumento sensible del salario m¨ªnimo (la izquierda socialista). Todo ello en medio de la crisis con Chev¨¨nement por la cuesti¨®n corsa, cuya campa?a electoral contra Jospin debilit¨® a ¨¦ste, sin aprovecharle a aqu¨¦l.
Al frente del Partido Socialista y de la 'izquierda unida', Hollande pide que se aplacen los ajustes de cuentas y dedica todo su esfuerzo a movilizar a los electores. Anticipar los movimientos internos 'despu¨¦s de las legislativas' le parece que equivale a transmitir la seguridad de una derrota.
La pol¨ªtica como un medio de vida
La primera vuelta de las elecciones presidenciales registr¨® un r¨¦cord de candidatos, se?al aparente de la fuerza renovada de la pol¨ªtica en este pa¨ªs, pero contradictoria con la apat¨ªa del conjunto de los ciudadanos durante la campa?a, que se tradujo en una elevada abstenci¨®n. Ahora se repite la historia: enfrentados a la primera vuelta de las legislativas, los sondeos recogen de nuevo el desinter¨¦s de la opini¨®n, cuando el n¨²mero de candidatos a diputados (8.455) vuelve a batir r¨¦cords. Qui¨¦n sabe si una sorpresa no ocultar¨¢ otra. Para acabar con la corrupci¨®n, Francia aplica un generoso sistema de financiaci¨®n p¨²blica de la pol¨ªtica, que est¨¢ directamente relacionado con la multiplicaci¨®n de candidaturas. En los dos pr¨®ximos domingos, los partidos se juegan la subvenci¨®n p¨²blica para cinco a?os. Una parte del dinero depende del n¨²mero de votos, y, por tanto, cuantos m¨¢s candidatos presenten, m¨¢s posibilidades hay de obtener dinero; para cobrar es necesario estar presentes por lo menos en 50 de las 577 circunscripciones. Cada voto recibido el pr¨®ximo domingo -d¨ªa de la primera vuelta- genera el derecho a 1,67 euros. Las ¨²nicas razones para denegar esa ayuda son las irregularidades en la contabilidad o no cumplir con la ley de la paridad entre hombres y mujeres en las candidaturas. La segunda parte de la ayuda recompensa a los partidos que obtienen esca?os, lo que depende de los resultados de la segunda vuelta (16 de junio). Se pagan algo m¨¢s de 45.000 euros por esca?o y a?o. Estas realidades econ¨®micas contribuyen a explicar, por ejemplo, que el centrista Fran?ois Bayrou se haya negado a integrar su partido (UDF) en la Uni¨®n por la Mayor¨ªa Presidencial (UMP), que abandera Jacques Chirac: perder¨ªa no s¨®lo relevancia pol¨ªtica, sino autonom¨ªa econ¨®mica.
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