Comedia libre y sin fronteras
Alguien que conoce desde muy adentro la milenaria ciencia del teatro dijo que una verdadera comedia es una tragedia desacralizada, o un poema tr¨¢gico prosificado, o una ceremonia tr¨¢gica despojada de solemnidad, pero con toda su inmemorial e incalculable carga de energ¨ªa liberadora intacta. El cineasta franc¨¦s Jacques Rivette -que fue uno de los forjadores del movimiento de la nouvelle vague y hoy es, junto a Eric Rohmer y Claude Chabrol, su superviviente m¨¢s vivo- ha explorado a fondo la escena y, sin duda, conoce bien esta antigua, pero a¨²n secreta, ley de la teatralidad, porque en Vete a saber hace un despliegue majestuoso de ese conocimiento, que le permite fijar a un severo, intrincado y riqu¨ªsimo trenzado de personajes, situaciones, comportamientos e im¨¢genes de estirpe tr¨¢gica en el celuloide libre y escurridizo, ¨¢gil, ligero e inundado por el flujo incontenible del humor de una comedia cl¨¢sica de rara, extraordinaria pureza.
VETE A SABER
Direcci¨®n: Jacques Rivette. Gui¨®n: Christine Laurent, Pascal Bonitzer, Rivette. Int¨¦rpretes: Sergio Castellitto, Jeanne Balibar, Marianne Bassler, Jacques Bonnaf¨¦, H¨¦l¨¨ne de Fougerolles . G¨¦nero: comedia. Francia, 2001. Duraci¨®n: 154 minutos.
Hay en la primorosa -sutil y delicada, pero tambi¨¦n muy firme, exacta y llena de vigor- escritura de Vete a saber, hecha por Christine Laurent y Pascal Bonitzer y el propio Rivette, una llamada directa, completamente expl¨ªcita, a esa aludida teatralidad primordial que se mueve en el fondo del filme, pues todo gira en la pantalla alrededor de un escenario parisiense donde una compa?¨ªa de c¨®micos italianos, encabezados por los maravillosos Sergio Castellito y Jeanne Balibar, representa Como tu mi vuoi, el c¨¦lebre drama de Luigi Pirandello que sirve a Rivette como desencadenante y contrapunto argumental, adem¨¢s de como eje formal, de un juego de situaciones que estalla de vitalidad al ser impulsado por int¨¦rpretes en estado de gracia. ?stos se mueven con soltura sobre la inefable cuerda floja que traza bajo sus pies el hecho de vivir d¨ªa tras d¨ªa en la frontera del territorio de la vida real y el territorio metaf¨®rico del escenario pirandelliano, heredero directo de la ecuaci¨®n trazada por Calder¨®n entre teatro y mundo. Y all¨ª, siempre al borde del batacazo, juegan al amor y al rencor, al roce y al choque, a la seducci¨®n y a la destrucci¨®n. Juegan en toda su desnudez al gozoso y doloroso, veloz pero inagotable, juego de vivir.
Es una delicia fundirse y acabar siendo, ante la pantalla de Vete a saber, parte del esplendor y de la astucia y de la inteligencia con que Rivette ata y desata, mediante un divertido y luminoso trenzado entre azares y necesidades, los destinos de cuatro mujeres y cuatro hombres, con los que ¨¦l y sus guionistas, en una pirueta s¨®lo posible en comediantes de genio, convierten a la teatralidad en esencia, y quiz¨¢s en quintaesencia, de puro cine.
Con otros tintes y otros recursos formales, m¨¢s inh¨®spitos y graves, ya alcanz¨® Rivette esta haza?a del estilo en La bella mentirosa, obra enorme, quiz¨¢s desmesurada, pero sin duda de talla excepcional. Pero aqu¨ª, en la transparencia y la sencillez de Vete a saber, llega m¨¢s lejos y cala m¨¢s hondo, porque no echa mano del gran gesto, ni nos embarca en un vuelo de ret¨®rica noble, ni se sirve de las facilidades explicativas del patetismo ni abusa de la abstracci¨®n. Por el contrario, se mueve y nos mueve entre concreciones de gran simplicidad, hechas con m¨ªnimas y viv¨ªsimas pinceladas, y se divierte divirti¨¦ndonos, goza, ironiza, hace que su gente nos mire de frente. Y con seriedad se burla de su sombra, nos emociona con emociones, nos hace re¨ªr tras situarnos en los bordes del dram¨®n. Y desde all¨ª salta de pronto a la mirada incr¨¦dula y abre de par en par la pantalla a la sonrisa sabia, esc¨¦ptica del formidable explorador y conocedor de los rincones escondidos del juego de vivir que hay dentro de este inmenso cineasta, comediante y tr¨¢gico.
Del calambre de los choques de contrarios y de las explosivas paradojas verbales y visuales que maneja Rivette en esta joya del cine moderno saltan chispas de conocimiento. Caemos en Vete a saber atrapados -sin tropiezo, con plena libertad, sin enga?o o manipulaci¨®n o despotismo en la imagen- en una intrincada red de relaciones de personajes y de cruces de situaciones trazadas en un m¨¢gico relevo, en contrapunto. Y dos horas y media de cine noble y de alta pureza no nos dejan ni rastro de fatiga en los ojos.
Babelia
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