Familiares y amigos despiden a Carlos Berlanga, referente del pop espa?ol
El m¨²sico, fallecido a los 42 a?os, fue enterrado ayer en Pozuelo
Ayer fue enterrado en Pozuelo (Madrid) Carlos Garc¨ªa Berlanga, compositor, int¨¦rprete musical y dibujante, fallecido el mi¨¦rcoles a los 42 a?os. Hijo del realizador Luis Garc¨ªa Berlanga, fue uno de los artistas espa?oles m¨¢s relevantes de la d¨¦cada de los a?os ochenta. Su capacidad creativa y su decisiva participaci¨®n en grupos como Kaka de Luxe, Alaska y los Pegamoides o Alaska y Dinarama conmocionaron el panorama musical popular espa?ol. Pedro Almod¨®var, Miguel Bos¨¦, Alaska, Nacho Canut, Ana Bel¨¦n y V¨ªctor Manuel fueron algunos de los muchos representantes del mundo de la cultura que asistieron al funeral de cuerpo presente celebrado en el hospital Montepr¨ªncipe.
?Un dandi con lamparones! A Carlos Berlanga -y a toda su tropa- le repatear¨ªa ver un texto sobre su persona que citara un verso de una letan¨ªa del (detestado) Joaqu¨ªn Sabina. Pero esa imagen sabiniana se me ven¨ªa a la cabeza cuando me encontraba con ¨¦l.
Carlos rechazaba la facilona descripci¨®n de dandi y tampoco llevaba ropa sucia si pod¨ªa evitarlo. Sin embargo, habitaba en ¨¦l la sospecha de que hab¨ªa llegado al pa¨ªs equivocado con la oferta inadecuada. Lejos de las querencias kitsch, su m¨¢ximo ideal musical era la suave seducci¨®n sonora de un Jo?o Gilberto en un ¨¢mbito que no acepta las propuestas sutiles. Pero, como se quejaba, ni siquiera ten¨ªa la opci¨®n de lanzarse como cantautor: 'No me toman en serio, ni soy canario ni he tocado en el Retiro'.
Las actuaciones en directo no eran un modo de expresi¨®n adecuado para Carlos Garc¨ªa-Berlanga Manrique. Se lamentaba de que el nerviosismo le hac¨ªa dispararse en movimientos compulsivos 'a lo David Byrne'. Y no ten¨ªa demasiada confianza en la tolerancia del respetable: en su cat¨¢logo de historias de horror de m¨²sicos en carretera estaba la noche en que los mozos de Calahorra le tiraron a un pil¨®n. O as¨ª lo recordaba.
Esos mismos b¨¢rbaros seguramente habr¨¢n cantado/bailado muchas de las canciones que Carlos Berlanga compuso en Pegamoides y, sobre todo, Dinarama. Solo o en compa?¨ªa de Nacho Canut, Berlanga evidenci¨® una deslumbrante capacidad para fagocitar ideas y reconvertirlas en piezas relucientes, marcadas por un uso incisivo del lenguaje cotidiano y una vocaci¨®n provocadora.
Desdichadamente, a Carlos le separaba un mundo est¨¦tico de sus compa?eros, Alaska y Canut. Ellos, que reniegan a diario de las coordenadas est¨¦ticas del pa¨ªs en que les ha tocado vivir, fueron no obstante lo bastante flexibles para integrarse en la industria espa?ola del entretenimiento.
Aunque ejerci¨® de relaciones p¨²blicas en un local nocturno, tarea que encontr¨® agotadora, Carlos no sigui¨® a sus amigos en su inmersi¨®n en la cultura del baile. En sus momentos de distanciamiento diagnosticaba que sufr¨ªan de 'paroxismo de la modernidad'. Se pelearon y reconciliaron mil veces, incluso colaboraron, aunque Carlos era sincero sobre sus posibilidades de conectar con las tendencias dominantes en las pistas. Aseguraba que hab¨ªan intentado hacer su tema La cajera en clave de deep house pero que el resultado no fue satisfactorio.
Ten¨ªa Carlos una ecuanimidad que le permit¨ªa juzgarse a s¨ª mismo y al mundo que le rodeaba. Hablaba de cuando sufri¨® 'una media crisis', de que era un 'comprador semicompulsivo'. De lo absurdo que se sent¨ªa en locales gay donde sonaba su m¨²sica pero el ideal masculino era 'el cuerpo castigado en el gimnasio'. As¨ª que llevaba con calma los sucesivos desencuentros con el p¨²blico que marcaron su carrera en solitario. Momentos hubo en los que abominaba de las incertidumbres de la m¨²sica pop. Ve¨ªa una relaci¨®n m¨¢s clara entre esfuerzos y rendimientos en su faceta de pintor e ilustrador. Pero le encantaba saber que una superestrella latina como Thal¨ªa, a la que normalmente hubiera vituperado (en su clan no gustaba el sonido Miami), acababa de grabar A qui¨¦n le importa. Los derechos de autor eran importantes para un artista que ya hab¨ªa comprobado en sus carnes que, aqu¨ª y ahora, no hab¨ªa margen para un diletante con vocaci¨®n multidisciplinar. Amante de la orfebrer¨ªa cancion¨ªstica de Vainica Doble, sab¨ªa lo que daba de s¨ª el negocio musical si se iba de francotirador exquisito.
Aun as¨ª, persever¨® en su idea del pop. Como declar¨® a este peri¨®dico en 1997, 'el pop es hacer canciones bonitas que a la gente se le queden, que las tarareen cuando salen por ah¨ª con las novias o los novios. El pop es tambi¨¦n una forma de vestir, etc¨¦tera. Lo que pasa es que ha sido sustituido por la cultura del club y all¨ª no hay canciones de referencia'.
Babelia
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