Encerrona en el hospital
La polic¨ªa detiene a un marroqu¨ª que sali¨® de la Pablo de Olavide para recibir atenci¨®n sanitaria por una fractura
![Reyes Rinc¨®n](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F0c42f657-bf64-40e4-999b-ded8a0acefc9.jpg?auth=5b3f0921110c660825b9f146fd6eb9da124c726b0e8fe0d13ae2b693afe02da0&width=100&height=100&smart=true)
Karim Kabbali llevaba m¨¢s de dos d¨ªas soportando el dolor de un dedo roto, pero sosten¨ªa que hab¨ªa sufrido demasiado para conseguir entrar en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla y que no quer¨ªa arriesgarse a salir para desplazarse a un hospital por temor a que la polic¨ªa, que controla las entradas y salidas al recinto universitario, aprovechara para detenerle. Sus peores augurios se confirmaron apenas hora y media m¨¢s tarde. Anoche acab¨® durmiendo en el calabozo de la Jefatura Superior de Polic¨ªa de Sevilla.
Su dedo, el me?ique del pie derecho, empeor¨® ayer y, entre unos y otros, lo persuadieron para que saliera. '?l no quer¨ªa, le hemos convencido asegur¨¢ndole que no le iba a pasar nada. Pero no tenemos ni idea de c¨®mo funcionan las cosas', se lamentaba entre l¨¢grimas Laura, integrante de la red de apoyo que colabora con los inmigrantes encerrados desde el lunes.
Karim Kabbali, marroqu¨ª de 20 a?os, se resbal¨® el martes en la ducha de uno de los pabellones deportivos de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla en la que permanecen encerrados alrededor de 400 inmigrantes. La unidad m¨®vil de M¨¦dicos del Mundo que se desplaz¨® esa misma noche al campus universitario detect¨® pronto que se hab¨ªa roto el dedo me?ique del pie derecho. El personal de la ONG que lo atendi¨®, trat¨® de convencerle para que se desplazara de inmediato a un centro sanitario para recibir una asistencia m¨¢s adecuada.
Pero Karim se neg¨® en rotundo a dejar el encierro porque tem¨ªa que no pudiera regresar. El personal de la ONG le prest¨® las curas imprescindibles e intent¨® paliarle el dolor con un analg¨¦sico inyectable. Ayer por la tarde la hinchaz¨®n del dedo iba a m¨¢s y el dolor era insoportable. A¨²n as¨ª, Karim, tumbado en una camilla dentro de una ambulancia de la Cruz Roja, se resist¨ªa a abandonar el encierro.
Pero entre sus compa?eros y los voluntarios consiguieron convencerle, no sin antes intentar dejarlo todo bien atado temi¨¦ndose lo peor: contactaron con abogados para seguir sus instrucciones y pedirles que se personaran en el equipo quir¨²rgico municipal. Tambi¨¦n movieron contactos para buscar alg¨²n apoyo pol¨ªtico. Alrededor de las 20.00, la ambulancia sal¨ªa del campus con Karim dentro y seguida por algunos voluntarios que trabajan con los inmigrantes encerrados.
Pero los problemas empezaron demasiado pronto. Antes de salir del recinto universitario. La polic¨ªa situada en la puerta del campus par¨® la ambulancia, habl¨® con el personal sanitario, abri¨® la puerta lateral y vio a Karim tumbado en la camilla. Una vez que supo a d¨®nde se dirig¨ªa, dej¨® marchar el veh¨ªculo.
Karim lleg¨® al equipo quir¨²rgico municipal poco antes de las 21.00 horas. Siguiendo al joven marroqu¨ª, se hab¨ªan desplazado hasta el centro sanitario algunos miembros de la red de apoyo. 'Al encierro no puede volver', coincid¨ªan todos al enterarse de los problemas que hab¨ªa tenido la ambulancia a la salida. Dos de ellos, que viven muy cerca del equipo quir¨²rgico, se ofrecieron para acogerlo en sus casas.
Pero no tuvieron tiempo ni para alimentar un poco la ilusi¨®n. Minutos m¨¢s tarde, entraban cuatro agentes del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa en busca de Karim, que sali¨® en camilla rumbo a la unidad de Traumatolog¨ªa del Hospital Virgen del Roc¨ªo, a la que fue trasladado en la misma ambulancia de la Cruz Roja que le hab¨ªa sacado del campus. Custodiado por la Polic¨ªa, Karim ingres¨® sobre las 21.30, sabiendo ya que sus peores temores se hab¨ªan cumplido. Tres cuartos de hora m¨¢s tarde, sal¨ªa del hospital en un coche policial con destino a la Jefatura Superior de Polic¨ªa.
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