Cuando el pueblo habl¨®
El 14 de junio de 1977, hoy hace 25 a?os, este pa¨ªs viv¨ªa una in¨¦dita jornada de reflexi¨®n preelectoral, pr¨®logo de otra experiencia que le hab¨ªa sido vedada durante m¨¢s de cuatro d¨¦cadas: la de unas elecciones libres y pluripartidistas como las que se llevaron a cabo al d¨ªa siguiente
El 14 de junio de 1977, hoy hace 25 a?os, este pa¨ªs viv¨ªa una in¨¦dita jornada de reflexi¨®n preelectoral, pr¨®logo de otra experiencia que le hab¨ªa sido vedada durante m¨¢s de cuatro d¨¦cadas: la de unas elecciones libres y pluripartidistas como las que se llevaron a cabo al d¨ªa siguiente. Desde aquellas fechas miliares ha transcurrido ya un cuarto de siglo, que para muchos de nuestros conciudadanos actuales supone toda una vida; a la intenci¨®n de ellos, y de los menos j¨®venes pero desmemoriados, quiz¨¢ merezca la pena esbozar unas notas valorativas acerca de lo que aquellos hist¨®ricos comicios supusieron, y del camino recorrido desde entonces.
Si uno hojea las p¨¢ginas ya amarillentas del Bolet¨ªn Oficial del Estado donde se publicaron las candidaturas admitidas a aquella convocatoria, lo primero que llama la atenci¨®n es la dispersi¨®n de unas opciones entre las que, adem¨¢s, no hab¨ªa m¨¦todo seguro para separar el grano de la paja: en aquel momento, la distinci¨®n entre parlamentarios y extraparlamentarios carec¨ªa de sentido. La inseguridad de muchos de los grupos concurrentes en sus propias fuerzas explica que, entre las 19 listas presentadas al Congreso por la provincia de Barcelona, ¨²nicamente 7 lo fuesen de un partido (de ¨¦stos, s¨®lo el PSUC obtuvo diputados), mientras que todas las dem¨¢s eran coaliciones, en la mayor¨ªa de los casos coaliciones m¨²ltiples trabajosamente cerradas a ¨²ltima hora del plazo legal.
Aunque el 15-J sea com¨²nmente considerado el hito fundacional de la actual democracia espa?ola, es de justicia recordar que aquellas elecciones no fueron del todo equitativas, y no s¨®lo por el uso abusivo que la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico hizo de los resortes y los aparatos del Estado, sino tambi¨¦n porque a numerosos partidos pol¨ªticos les hab¨ªa sido negada la legalizaci¨®n y, con ella, el derecho a concurrir ante las urnas bajo su nombre, o el acceso a los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos. En Catalu?a, eso oblig¨® a toda la izquierda situada m¨¢s all¨¢ del PSUC, a nacionalistas radicales y a republicanos a hacer uso de la f¨®rmula subrepticia de la agrupaci¨®n de electores y a presentarse bajo r¨®tulos de circunstancias: el de Esquerra de Catalunya amparaba a ERC, el Partido del Trabajo, la Associaci¨® Catalana de la Dona y Estat Catal¨¤; el Front per a la Unitat dels Treballadors reun¨ªa a Acci¨®n Comunista, la Organizaci¨®n de Izquierda Comunista, la Liga Comunista Revolucionaria y el hist¨®rico Partido Obrero de Unificaci¨®n Marxista; la Candidatura d'Unitat Popular per al Socialisme era el paraguas legal del Movimiento Comunista, el Partido Carlista, el Partido Comunista de los Trabajadores y el Moviment d'Unificaci¨® Marxista; una Candidatura de los Trabajadores serv¨ªa de pantalla a la mao¨ªsta Organizaci¨®n Revolucionaria de Trabajadores...
No se crea, sin embargo, que la proliferaci¨®n de siglas -la 'sopa de letras', como se dec¨ªa entonces- fuese patrimonio de la extrema izquierda. Tambi¨¦n en los ¨¢mbitos de la derecha, el centro y la izquierda moderada los proyectos viables conviv¨ªan con los estramb¨®ticos en un contexto de etiquetas confusas y marcas todav¨ªa por fijar. As¨ª, al lado de proveristas, pi?aristas (de Blas Pi?ar), cantareristas (de Manuel Cantarero del Castillo, el l¨ªder de Reforma Social Espa?ola) y falangistas varios, la Uni¨® del Centre i la Democr¨¤cia Cristiana que hab¨ªan fraguado UDC i el Centre Catal¨¤ ve¨ªa disputada su etiqueta por una vol¨¢til Democr¨¤cia Social Cristiana de Catalunya; y a la coalici¨®n Socialistes de Catalunya (PSC-PSOE) le suced¨ªa otro tanto con respecto a una fantasmal Alianza Socialista Democr¨¢tica, o incluso con el Partido Socialista Popular que por entonces capitaneaba aqu¨ª el despu¨¦s televisivo Javier Nart. Dadas las circunstancias, con los insondables d¨¦ficit de cultura pol¨ªtica acumulados a lo largo del franquismo y la inexperiencia de candidatos y votantes, resulta casi un prodigio que el cuerpo electoral tuviese tanto tino a la hora de escoger a sus representantes.
En efecto, el escrutinio de aquellas elecciones actu¨® como un primer cedazo objetivo entre los aspirantes a protagonistas del cambio democr¨¢tico y esboz¨® un nuevo sistema de partidos que, de todos modos, a¨²n sufrir¨ªa importantes mutaciones a lo largo del lustro siguiente. En Catalu?a, concretamente, aquel 16 de junio amaneci¨®, por supuesto, con una rotunda victoria de las fuerzas de raigambre democr¨¢tica y antifranquista (77% de los votos) frente a los grupos continuistas y al camaleonismo ucedista (21,5%), pero tambi¨¦n con un complej¨ªsimo mapa pol¨ªtico: 7 siglas hab¨ªan alcanzado representaci¨®n parlamentaria -de hecho, los 47 diputados electos se repart¨ªan entre 11 partidos distintos-, la m¨¢s votada de las cuales (los socialistas) obten¨ªa s¨®lo el 28,4% de los sufragios, mientras que otras tres casi empataban en el 16-18% (PSUC, UCD y el Pacte Democr¨¤tic de Pujol), y tres m¨¢s se situaban entre el 3,5% y el 5,6% (Alianza Popular, Esquerra y los democristianos de centro).
Transcurridos 25 a?os, el abanico pol¨ªtico catal¨¢n se ha cerrado algunos grados y tiende m¨¢s hacia el bipartidismo. Y los herederos de la frondosa extrema izquierda de entonces buscan nuevos referentes dentro del magma antiglobalizador. Y los de la extrema derecha tratan de reba?ar en el indigesto guiso de los miedos que suscita la inmigraci¨®n. Y al parecer, desde el palacio de La Moncloa se ha querido conmemorar la efem¨¦ride del 15-J con dos gestos que me atrevo a calificar de ominosos: una Ley de Partidos Pol¨ªticos que nos retrotrae a los m¨¢s oscuros debates de la primera transici¨®n -?era preciso legalizar a los comunistas para que el sistema fuese democr¨¢tico?- y el fichaje de Adolfo Su¨¢rez hijo, un modo particularmente grosero de tratar de comprarle al PP imagen centrista y talante de di¨¢logo. Dime de lo que presumes, y te dir¨¦ de lo que careces.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es profesor de historia contempor¨¢nea de la UAB.
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