La conquista del silencio
Nacido en Berl¨ªn en 1922, pero exiliado en el Reino Unido desde los 11 a?os, donde se naturaliz¨® a los 17, Lucian Freud se form¨® art¨ªsticamente y ha realizado toda su carrera como pintor en ese pa¨ªs, en el que fue apreciado pr¨¢cticamente desde el principio de su proyecci¨®n p¨²blica en la segunda mitad de la d¨¦cada de 1940. Muy poco despu¨¦s se relacion¨® estrechamente con otros colegas ilustres, como Francis Bacon, Frank Auerbach, Michael Andrews, Howard Hodgkin, etc¨¦tera, pintores de estirpe y maneras muy variadas, pero sobre cuya amistad se mont¨® lo que despu¨¦s se ha llamado, con harta imprecisi¨®n, Escuela de Londres. Salvo Bacon, ninguno de ellos alcanz¨® un reconocimiento internacional hasta fechas muy tard¨ªas, aproximadamente a partir de la d¨¦cada de 1980, lo que demuestra que tuvieron que pagar un precio por no seguir al pie de la letra las directrices vanguardistas seg¨²n Par¨ªs y Nueva York. Sirva de ejemplo el que la primera gran retrospectiva internacional de Lucian Freud, que recorri¨® Washington, Par¨ªs, Berl¨ªn y Londres, tuvo lugar durante la temporada de 1987-1988.
Al muy sagaz Herbert Read, uno de los mejores cr¨ªticos de arte del siglo XX, no se le escap¨® la importancia del joven Freud, al que, en una fecha muy temprana, junto con Francis Bacon, consider¨® como representante de la Edad de la Desilusi¨®n, la etapa moderna posterior y antit¨¦tica de la Edad de la Revelaci¨®n, encarnada por Ben Nicholson. Read adem¨¢s acu?¨® una f¨®rmula extraordinaria para explicar el estilo y la actitud de Freud, al que tild¨® del 'Ingres del existencialismo'. Fue una apreciaci¨®n cr¨ªtica muy aguda, no s¨®lo porque puso de manifiesto la pasi¨®n de Freud por el genio dibuj¨ªstico del pintor franc¨¦s, tan admirador de Rafael como de los primitivos flamencos, sino porque con ello revel¨® comprender la compleja y rica fuente de inspiraci¨®n art¨ªstica moderna de este joven germano-brit¨¢nico, muy culto, refinado, profundo y exigente. No hace mucho, en 1987, cuando la plenitud de su fama alcanzaba las m¨¢ximas cotas internacionales, Lucian Freud tuvo la oportunidad de expresar cu¨¢les eran sus modelos art¨ªsticos preferidos, al participar en la serie de exposiciones, que, con el t¨ªtulo de El ojo del pintor, organiz¨® la National Gallery de Londres. Entre los fondos de este gran museo, Freud seleccion¨® siete rembrandts, tres constables, tres degas, dos hals, dos ingres y un cuadro respectivamente de Vel¨¢zquez, Rubens, Chardin, Turner, Daumier, Monet, Whistler, C¨¦zanne, Seurat y Vuillard. Si a esta significativa l¨ªnea de preferencias, le a?adimos la de Watteau, que, junto con Rembrandt, es quiz¨¢ el pintor hist¨®rico m¨¢s presente en la obra de Freud, tendremos definido no s¨®lo el horizonte de su gusto personal, sino toda una declaraci¨®n est¨¦tica.
Observador apasionado, casi fan¨¢tico, de la realidad, que no reproduce de forma prolija, sino honda e intensa, los temas obsesivamente recurrentes de Lucian Freud han sido el desnudo y el retrato, que no pocas veces entremezcla, dando origen a una peculiar y angustiosa nueva versi¨®n del tradicional g¨¦nero de las Conversation Pieces, s¨®lo que signadas por el silencio m¨¢s estremecedor. El estilo de Freud combina la precisi¨®n y dureza del contorno dibujado con la palpitaci¨®n pictoricista del empaste rembrandtiano, lo que da a sus figuras una intensidad y una fuerza sobrecogedoras. No creo que nadie pueda dejar de considerar hoy a Lucian Freud como uno de los mejores pintores vivos, pero quiz¨¢ lo que mejor refleje su actitud art¨ªstica es lo que escribi¨® cuando le pidieron que explicase el porqu¨¦ de su selecci¨®n de pintores de la National Gallery londinense: 'Se me ha pedido que razone sobre mi elecci¨®n. Las propias pinturas son por s¨ª mismas razones. Al igual que el lenguaje del arte es silencioso, la belleza de la pintura es la que deja mudo al espectador. El extra?o silencio de un hombre frente a una obra de arte no se parece a ning¨²n otro. ?Qu¨¦ es lo que yo le pido a una pintura? Le pido que asombre, perturbe, seduzca, convenza. Una de las cualidades que comparten todas estas pinturas es que me incitaron a volver a trabajar'.
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