'Shizuoka de Janeiro'
El Brasil-Inglaterra se jugar¨¢ en una zona con m¨¢s de 70.000 brasile?os
El ir¨®nico destino, o qui¨¦n sabe qu¨¦ duendecillos, ha querido que ma?ana Brasil se juegue el pase a las semifinales, frente a Inglaterra, en Shizuoka. Nada relevante, aparentemente, si no fuera porque en la provincia del mismo nombre, situada al sur de Tokio y a una hora de tren, con 3,7 millones de habitantes, viven m¨¢s de 70.000 brasile?os. En todo el pa¨ªs hay unos 250.000, pero Shizuoka es la capital brasile?a en Jap¨®n. Por algo es la cuna del f¨²tbol en este pa¨ªs y en sus calles abundan el f¨²tbol-sala y la samba. S¨®lo en Hamamatsu, una de las principales localidades de la regi¨®n, hay 12.000 brasile?os y dos peri¨®dicos en portugu¨¦s, el m¨¢s popular Folha Mundial.
La hermandad entre la cosmopolita Shizuoka y Brasil se remonta a principios del siglo pasado, cuando miles de granjeros japoneses salieron de estamp¨ªa de las deprimidas ¨¢reas rurales y emigraron a Suram¨¦rica, en especial a la tierra del Carnaval, para trabajar de forma masiva en las plantaciones de caf¨¦.
Los suramericanos con ascendientes nipones se instalaron en los ¨²ltimos a?os
Pero en los ¨²ltimos a?os la situaci¨®n se invirti¨® por completo. En el podio de la econom¨ªa mundial, Jap¨®n precisaba empleados manuales que ocuparan el espacio que dejaba la juventud, nada partidaria de las labores del campo, principalmente en el ¨¢rea de Shizuoka, en la falda del monte Fuji, donde se amontonan las plantaciones de t¨¦.
El Gobierno no era partidario de abrir sus fronteras laborales a otros trabajadores asi¨¢ticos. De hecho, a¨²n hoy d¨ªa, la comunidad coreana, afincada desde el siglo XIX, sigue inscrita como extranjera. As¨ª, en 1990 se le ocurri¨® promulgar una nueva ley de inmigraci¨®n que conced¨ªa la ciudadan¨ªa a todo aqu¨¦l que acreditara al menos un antepasado nip¨®n en sus tres generaciones anteriores. A cada uno se le concedi¨® autom¨¢ticamente una visa para vivir y trabajar en Jap¨®n.
Dadas las siderales diferencias econ¨®micas entre la isla asi¨¢tica y Suram¨¦rica, no result¨® dif¨ªcil persuadir al personal. Muchos se encontraron en el pa¨ªs de sus antepasados con El Dorado, con sueldos hasta cinco veces superiores a los que percib¨ªan, por ejemplo, en Brasil.
Hoy d¨ªa, con tanto brasile?o por sus alrededores, no es extra?o que Shizuoka sea considerada la reina del f¨²tbol japon¨¦s. S¨®lo en Shimizu, una de las principales ciudades de la provincia, donde juega el S-Pulse, uno de los grandes de la Liga profesional, se calcula que hay 30.000 practicantes. El otro gran equipo de la regi¨®n es el Jubilo Iwata, otro de la ¨¦lite. Por el torneo han pasado unos 150 jugadores brasile?os, algunos tan rutilantes como Zico, Toninho Cerezo y Dunga.
Pese a contar con la enorme ventaja de este paisaje, Brasil, que en su deb¨² en Jap¨®n, el pasado lunes, en Kobe y ante B¨¦lgica, tuvo un apoyo un¨¢nime, deber¨¢ medirse no s¨®lo a una Inglaterra apoyada por unos 8.000 brit¨¢nicos, sino a la de Beckham, que desmaya a los japoneses y las japonesas a su paso. Nada desconcertante en un pa¨ªs donde los hinchas no se vuelcan con los equipos, sino con los futbolistas: si un jugador cambia de club, sus seguidores tambi¨¦n.
Por supuesto, a Brasil tampoco le faltan cromos que enfrentar a Beckham. Y en Shizuoka de Janeiro, mucho menos. Ayer mismo, en la estaci¨®n ferroviaria de Kobe, con el equipo camino de Shizuoka, se arm¨® un revuelo considerable. Los jugadores iban mezclados con aficionados brasile?os y ciudadanos japoneses, estos ¨²ltimos a¨²n m¨¢s alborotados que la torcida. Qui¨¦n lo dir¨ªa.
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