"Lo nuestro es una aventura diaria"
Hiddink, aclamado como si fuera el mes¨ªas de una nueva naci¨®n, se ve el mismo de siempre
Las escuelas coreanas organizan visitas guiadas para ver a Guus Hiddink, como si el seleccionador holand¨¦s fuese el pr¨®cer viviente de un estado mao¨ªsta. Hace tres a?os, Hiddink era el hazmerre¨ªr de un pu?ado de estrellas adolescentes, cuando dirig¨ªa al Madrid y algunos jugadores se burlaban de su escasa habilidad para tocar el bal¨®n. Ayer, cientos de ni?os, todos prolijamente uniformados de blanco y gris, poblaron el segundo anillo del estadio futurista de Daejeon para aclamar al entrenador como si fuera el mes¨ªas de una nueva naci¨®n. Al acabar el entrenamiento, una vez que los jugadores se hab¨ªan marchado al vestuario, Hiddink permaneci¨® sobre la hierba, sin pesta?ear, bajo la tormenta monz¨®nica. Y los ni?os le chillaron al un¨ªsono el grito nacionalista: '?Rep¨²blica de Corea del Sur!' .
"La velocidad no se puede mejorar con drogas; quiz¨¢ hay un poco de envidia"
"Cada vez nos tienen m¨¢s miedo; los contrarios ya nos toman en serio"
A dos d¨ªas de enfrentarse a Espa?a en cuartos de final, la selecci¨®n de Corea del Sur arrastra multitudes. A la cabeza de la gran caravana patri¨®tica, apoyado sobre gruesas piernas como ca?oncitos, aparece este hombre de 55 a?os exhibiendo su particular sentido de la autopromoci¨®n. Su gesto con los pu?os celebrando los goles de Corea se ha convertido en un s¨ªmbolo de ¨¦xito en la pen¨ªnsula. La multinacional coreana Samsung utiliza su imagen para promocionar su tarjeta de cr¨¦dito, la Samsung Card, en medio de una descomunal campa?a televisiva. La victoria sobre Italia, en octavos de final, ha disparado tantas expectativas emocionales como comerciales, un incremento en el consumo y la inversi¨®n que se ha dado en llamar S¨ªndrome Hiddink.
La federaci¨®n coreana ha decidido pagar a Hiddink cerca de un mill¨®n de d¨®lares por haber ganado a Italia. El presidente de la rep¨²blica, el septuagenario Kim Dae-jung, no deja de llamar al t¨¦cnico por tel¨¦fono, seg¨²n el Korea Times. En este registro se inserta la propuesta gubernativa de conceder a Hiddink la nacionalidad coreana. Algunos ayuntamientos proyectan utilizar el nombre del holand¨¦s para bautizar calles o construir estatuas en su honor. Y si Corea derrota ma?ana a Espa?a, el d¨ªa de la semifinal en Se¨²l, el 25 de junio, ser¨¢ decretado fiesta nacional.
'Los entrenadores no se ponen de moda', afirma Hiddink, que arde en deseos de volver a entrenar a un club de Espa?a - 'mi segundo pa¨ªs', dice- y no pierde oportunidad de hablar con la prensa, sobre todo la europea. 'Yo no soy nada especial. Soy el mismo que entren¨® a Holanda y al Real Madrid. Hago el mismo tipo de trabajo. Lo que tengo que agradecer es que los jugadores coreanos se hayan abierto para aprender muchas cosas. Lo de la nacionalidad honor¨ªfica es algo bueno, pero no me lo tomo muy en serio. El otro d¨ªa hab¨ªa una pancarta en el campo que pon¨ªa 'Hiddink for president'. Era una broma, evidentemente'.
Tras el ¨¦xito de la selecci¨®n coreana se cierne la sorpresa por su extraordinario despliegue f¨ªsico. La velocidad a la que corren sus jugadores, el ritmo sostenido que exhiben, la gran superficie de campo que cubren en cada partido, han encendido las suspicacias malintencionadas en un Mundial en que la mayor¨ªa de los equipos viven sofocados. Si a Hiddink le preguntan por el dopaje, contragolpea: 'La velocidad no se puede mejorar con drogas, por supuesto. Pero si alguien piensa hacer una acusaci¨®n tiene que poner las pruebas sobre la mesa. Quiz¨¢ hay un poco de envidia, o quieren boicotear la m¨¢quina. Si alguien quiere hacer la acusaci¨®n lo invito a que se muestre. ?Que muestre el pecho! Y que sea bienvenido, porque estamos haciendo pruebas permanentemente para comprobar la limpieza de nuestros jugadores'.
Hiddink dice que sus hombres han sufrido un desgaste muy fuerte en el partido contra Italia y que llevan dos d¨ªas menos de recuperaci¨®n que los espa?oles. Luego, explica la raz¨®n del estado f¨ªsico de su plantilla: 'Yo sab¨ªa que los equipos asi¨¢ticos muchas veces hab¨ªan fallado en la parte f¨ªsica en los Mundiales. Por eso he pedido a la federaci¨®n un plan de disponibilidad con los jugadores, para poder trabajar diariamente con ellos muy fuerte en el plano f¨ªsico y t¨¢ctico, desde marzo, en La Manga, hasta mayo. Nos hemos preparado para llegar a este momento en el pico f¨ªsico'.
El exotismo del Mundial hace pensar en la posibilidad cada vez m¨¢s palpable de que Corea llegue a la final. 'Est¨¢bamos en el puesto 43 del r¨¢nking FIFA', dice Hiddink, despejando euforia. 'Y los grandes pa¨ªses tienen m¨¢s experiencia. Lo nuestro es una aventura cada d¨ªa. Para m¨ª es una sorpresa haber llegado tan lejos. Si se compara con el principio del campeonato, los rivales de Corea cada vez nos tienen m¨¢s miedo. Los contrarios nos han tomado cada vez m¨¢s en serio'.
Al enterarse de que Hierro anunci¨® que dejar¨¢ la selecci¨®n espa?ola tras el Mundial, Hiddink ejercit¨® su iron¨ªa: 'Yo no le puedo decir a mi equipo: 'mi amigo Hierro est¨¢ jugando, Ahn , no puedes marcar hoy'. Hierro dijo que quiere terminar en este Mundial su carrera como internacional y, con todos mis respetos, espero que el s¨¢bado juegue su ¨²ltimo partido'.
El verdadero mago es un holand¨¦s de 29 a?os
Los coreanos corren mucho, los coreanos son infatigables, los coreanos saltan, sprintan, marcan, rematan y regresan a sus puestos, los coreanos presionan sin cesar. Los coreanos, su forma f¨ªsica, el mito de su infatigabilidad, asusta. Los rivales describen: qu¨¦ m¨²sculos, el doble que los nuestros, qu¨¦ resistencia, qu¨¦ coraje...
Los rivales sospechan, acusan. Los rivales investigan. Y dan con la figura clave. Se llama Raymond Verheyen, tiene 29 a?os y, como el jefe, Guus Hiddink, es holand¨¦s. Prestado por la selecci¨®n naranja, lleva cuatro meses en Corea. Su secreto, dice, no es el ginseng ni la qu¨ªmica, sino la ciencia. Una ciencia, la del entrenamiento, a la que a?ade un tratamiento personal. Conditionning football, lo llama (y as¨ª se titula el libro que ha escrito describi¨¦ndolo). La clave est¨¢ en la recuperaci¨®n; cuanto antes se recupere un jugador de un esfuerzo, m¨¢s esfuerzos podr¨¢ hacer, es su primer mandamiento. Y sostiene que al m¨¢s alto nivel un futbolista deber¨ªa ser capaz de repetir al menos entre 200 y 250 acciones explosivas (saltos, sprints cortos...) durante los 90 minutos de un partido.
En el fondo, la teor¨ªa de Verheyen, un enamorado de la observaci¨®n y el an¨¢lisis (se estuvo a?o y medio en Liverpool contabilizando los movimientos de todos los jugadores de la Premier League en todos los partidos) se basa en una vieja conocida de los preparadores f¨ªsicos: la periodizaci¨®n, la planificaci¨®n de los entrenamientos en ciclos para trabajar, sobre todo, la velocidad y la resistencia. Y como se trata de futbolistas, su toque personal es que todos los ejercicios f¨ªsicos se deben hacer con bal¨®n.
Todo ello parece muy bonito, y muy bien orientado, pero tampoco es nada del otro mundo, lejos del alcance de otras selecciones. La vervadera diferencia est¨¢ en otro punto: la Liga coreana se suspendi¨® en el mes de enero y desde entonces todos los jugadores han estado a disposici¨®n de Hiddink y de su equipo.
Desde entonces, sin competici¨®n, los jugadores han podido seguir el plan espec¨ªfico de preparaci¨®n, todas las etapas meticulosamente dise?adas y elaboradas.
Y eso no es todo. No s¨®lo los coreanos tienen tiempo libre y un mago holand¨¦s, sino que, por si eso fuera poco, los coreanos son coreanos. Son una raza especial, llega a decir Verheyen, con unos m¨²sculos con m¨¢s fibras r¨¢pidas que los europeos, m¨²sculos explosivos por naturaleza. Adem¨¢s, tienen car¨¢cter, un esp¨ªritu que les obliga a llegar al fondo en todas las sesiones, a alcanzar el l¨ªmite, su l¨ªmte, en cada ejercicio, unos jugadores que permiten a cualquier preparador f¨ªsico ir m¨¢s all¨¢ de su m¨¦todo, y triunfar.
Dicen que una de las ventajas de Espa?a es que los de Camacho jugaron el partido de cuartos el domingo y han tenido dos d¨ªas m¨¢s de recuperaci¨®n que los coreanos. Pero Verheyen, dice, ha convencido a sus jugadores de que eso no es nada: 'Si cuatro d¨ªas son suficientes para recuperar, para qu¨¦ queremos seis?'
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