De John Gay a Bertolt Brecht
En 1727, cuando John Gay escribi¨® La ¨®pera del mendigo (The Beggar's Opera), Londres se hab¨ªa extendido como una mancha de aceite y una parte enorme de su poblaci¨®n viv¨ªa en condiciones mis¨¦rrimas. El crimen florec¨ªa ante la ineficacia de una polic¨ªa corrupta: como los puestos en la Administraci¨®n se vend¨ªan y compraban, los funcionarios procuraban amortizar su inversi¨®n por cualquier medio. Por ejemplo, ofreciendo a los presos una celda aireada por lo mismo que pod¨ªa costar un alojamiento de lujo. Mientras pobreza, alcoholismo y delincuencia crec¨ªan, la ¨®pera italiana se ense?oreaba de los escenarios con obras de tema galante o mitol¨®gico. Gay (libretista de Acis y Galatea, y de Aquiles, de Handel), temeroso de que el teatro ingl¨¦s y el sentido de realidad del p¨²blico acabaran siendo barridos del mapa, decidi¨® hacer una parodia feroz del g¨¦nero for¨¢neo. Una anti¨®pera. Sustituy¨® la m¨²sica culta por canciones inglesas e irlandesas de tradici¨®n oral -interpretadas con arreglos de John Christopher Pepusch-, los h¨¦roes por ladrones, los palacios por tabernas, y vino a contar que, mientras se castigan los delitos de los pobres, los mayores delincuentes ocupan la c¨²spide de la escala social. Con 62 funciones en su primera temporada, esta mezcla de humor, denuncia y m¨²sica popular que es La ¨®pera del mendigo bati¨® todos los r¨¦cords de la ¨¦poca, hasta el punto de que muchos autores hicieron su propia versi¨®n.
Dos siglos despu¨¦s del estre
no, la reposici¨®n de Nigel Playfair cosech¨® 1.462 representaciones. Convencida de que el ¨¦xito se pod¨ªa repetir en Berl¨ªn, Elisabeth Hauptmann tradujo el original al alem¨¢n y se lo dio a Bertolt Brecht. Como Josef Aufricht, empresario, le acababa de rechazar un proyecto, el dramaturgo puso sobre la mesa el que le hab¨ªa brindado su colaboradora. A Aufricht le encant¨®. Sobre lo que pas¨® despu¨¦s, hay versiones. Brecht estaba entusiasmado con la obra de Gay que, con sus 69 canciones y su falso final (Macheath es enviado a la horca, pero un actor cambia el curso de los acontecimientos porque 'toda ¨®pera debe acabar bien'), prefigura la teor¨ªa del distanciamiento. El cartel del estreno de La ¨®pera de cuatro cuartos menciona a Brecht como adaptador (a pesar de que sus cambios respecto al original son muy significativos), a Hauptmann como traductora y el hecho de que incorporaron baladas de Fran?ois Villon y de Kipling, pero omite a Kurt Weill, el compositor. Brecht lleg¨® a decir que ¨¦l le hab¨ªa dictado la m¨²sica 'l¨ªnea por l¨ªnea, silbando y actuando', mientras bi¨®grafos como John Fuegi y Ronald Hayman atribuyen buena parte de los di¨¢logos y de las letras a Hauptmann... Sea como fuere, la secuela super¨® el ¨¦xito del original. G. W. Pabst la llev¨® al cine, Marc Blitzstein super¨® las 2.500 representaciones en Broadway, y las canciones pasaron a formar parte del repertorio de grandes estrellas. En Espa?a, el montaje que hizo Mario Gas en los ochenta, con un sorprendente Constantino Romero encarnando a Macheath, es una referencia. El que ahora acomete Calixto Bieito, en traducci¨®n castellana de Pablo Ley (la de las canciones es de Josep Galindo), tiene a Boris Ruiz en ese papel: se representa del 25 de junio al 3 de julio en el Teatre Grec, y del 24 al 27 en Salamanca, Ciudad Europea de la Cultura.
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