Otro Chile

Maestro indiscutido de la novela breve, Luis Sep¨²lveda (Ovalle, Chile, 1949) recupera en forma de libro este follet¨ªn que revisa la realidad chilena en los estertores del siglo XX. Lo f¨¢cil, trat¨¢ndose de un relato por entregas y teniendo como protagonista a un detective mapuche llamado George Washington Caucam¨¢n, hubiera sido recurrir al cl¨¢sico cent¨®n donde los lugares comunes remiendan los descosidos de la premura period¨ªstica y la obviedad pol¨ªtica, pero Sep¨²lveda -defensor tenaz de la memoria frente a la l¨®gica del exilio y de la transici¨®n a la democracia, versi¨®n Boldos cane- se ha obligado a esculpir una pieza compacta y repleta de la mejor literatura. Zanjando de paso cualquier pol¨¦mica sobre la legitimidad del entretenimiento frente a calidad (pues derrocha ambas cualidades, aparte de un vitri¨®lico sentido del humor), el autor de Un viejo que le¨ªa novelas de amor traza un robusto argumento policiaco que se lee en lo que se fuma una buena labor de tabaco y proporciona id¨¦ntica intensidad en los placeres: los personajes -como Anita Ledesma, la taxista madura y guerrera-, las situaciones -como la captura de unos cuatreros a perdigonadas, donde el hijo de un general 'tendr¨¢ que conseguir un donante de culo para volver a sentarse'- y los di¨¢logos convocan un mar de referencias para comprender la viciada normalidad de un pa¨ªs en el que torturadores y v¨ªctimas contin¨²an vi¨¦ndose desigualmente las caras.

Heredero de la ¨¦pica andi

na con la que Agapito Robles devolvi¨® la dignidad a los desheredados de la tierra, Caucam¨¢n se ve obligado a descabalgar su Pampero y trasladarse a la capital (donde 'hacen nata los hombres rencorosos') para investigar delitos sexuales, destino en el que no tardar¨¢ en darse de bruces con una intriga netamente pol¨ªtica. Urbana sin renunciar al poderoso aire de la Patagonia, la novela es un perfecto an¨¢lisis del arquetipo negro en el oscuro marco del esmog que arrastra el Chile actual. El eco de las torturas y el dolor de las heridas abiertas en la sociedad post (es un decir) pinochetista obliga a Sep¨²lveda a apostar fuerte por un tipo de literatura que es, de paso y sobre todo, una creencia; como si, contra todo pron¨®stico, fuera posible otro Chile.