Dando todo por supuesto
Sucesos
No es que la memoria del franquismo est¨¦ viva, o sus im¨¢genes -ya que nadie quiere recordar al triste sujeto que le dio nombre- pero cada giro a la derecha del gobierno de Aznar, y se han producido ya unos cuantos en lo que va de a?o, remite sin remedio al rescoldo de aquella imagen porque es la m¨¢s pr¨®xima en el recuerdo a las tropel¨ªas de una derecha que hizo lo que quiso durante cuarenta a?os. Al celebrar las primeras elecciones democr¨¢ticas, casi nadie ha mencionado que los que ahora detentan la mayor¨ªa absoluta no s¨®lo no eran antifranquistas de toda la vida sino que adem¨¢s opusieron todos los obst¨¢culos posibles a la reforma inevitable que Adolfo Su¨¢rez no ten¨ªa m¨¢s remedio que impulsar. Son muchas las cosas que se han ocultado estos d¨ªas sobre esa tenebrosa historia, quiz¨¢s las mismas que dentro de otros tantos a?os se ama?ar¨¢n sobre los entresijos de lo que ahora mismo sucede.
Viento tiempo
Para hablar de algo m¨¢s agradable, viendo en la tele la Roma de Fellini vuelve a sorprender la manera en que utiliza el viento como recurso dram¨¢tico alusivo al paso del tiempo, algo que ya hiciera de manera inaugural en La dolce vita o en Ocho y medio. Es notable esa manera invisible, sugerida como quien se refiere a cualquier otra cosa, de mostrar la devastaci¨®n de sus personajes, en una expresi¨®n de estilo que tambi¨¦n se encuentra -aunque con otra sintaxis y provista de atributos m¨¢s definitivos- en tantas p¨¢ginas de Juan Benet, quien observa sobre el viento que 'se dir¨ªa que siempre va en direcci¨®n hacia la nada'. No parece que Fellini fuese lector de Conrad, ni que hubiera apreciado la prosa benetiana caso de haberla conocido. M¨¢s all¨¢ de la inspiraci¨®n se encuentra esa l¨ªnea de estilo que desde T¨¢cito y Shakespeare une naturaleza y cultura en la misma y eterna sustancia narrativa que lleva a Conrad a afirmar que 'es el viento el que hace parecer al mar anciano'.
Sus mafias
Es una argucia indigna la insistencia del Gobierno en que su lucha es contra las mafias para colar de matute restricciones severas en la inmigraci¨®n, como lo es sugerir que el auge de la delincuencia es proporcional a la llegada de ilegales. Dando por supuesto que es l¨ªcito recurrir al apriorismo para recuperar el aplomo, el ministro Piqu¨¦ hace de portavoz de una estrategia que quiere dignificar el cierre de fronteras para personas sin posibles mediante la apelaci¨®n al combate de las mafias que las controlar¨ªan. Detr¨¢s de todo eso est¨¢, tambi¨¦n, la temeraria asunci¨®n pol¨ªtica de la xenofobia emergente, deudora de la esperanza de cobrar votos a costa del temor de quienes ven en el extra?o al enemigo. Las p¨¦rdidas de cultura democr¨¢tica ser¨¢n -ya lo est¨¢n siendo- cuantiosas y tal vez irreparables. Si la cruzada es ahora contra las mafias, no ser¨¢ faena lo que les falte a esta gente en su casa antes de emprenderla contra la exhausta invasi¨®n de los hambrientos.
Salir en la foto
?Y no ser¨¢ la afici¨®n desmedida por quedar en la memoria agonizante de las fotos lo que lleva a los responsables de nuestra cultura a la propensi¨®n hacia lo ef¨ªmero? Del general Franco se recuerda en sepia el anzuelo de sus atunes, su habilidad de sanguinario Mois¨¦s de provincias para sortear el Mar Rojo inaugurando pantanos, sus disfraces excesivos de jefe de Estado en las recepciones al Cuerpo Diplom¨¢tico. Cierto que tambi¨¦n los socialistas abusaron del recurso a la foto que habr¨ªa de inmortalizarlos, pero todos, incluido el par¨¦ntesis kerenskiano de Adolfo Su¨¢rez, hicieron algo digno de ser captado, ya fuera por las buenas o por las malas, y hasta Alfonso Guerra -algo que se dir¨ªa imposible- no queda del todo mal en alguna de las instant¨¢neas de su mejor ¨¦poca. Pronto, como sucede ya con la sustancia de tantos programas televisivos, la foto atestiguar¨¢ el acontecimiento que nunca existi¨®.
Haberla, la hubo
M¨¢s pat¨¦tica que Alicia de Miguel, que ya es decir, es ese Javier Arenas -tan aficionado a mordisquearse el labio inferior a la manera de los cl¨¦rigos lascivos- cuando dice que Zapatero, instigador principal de la huelga del 20-J seg¨²n ese ministro, ha fracasado, y aprovecha de paso para aconsejar a las bases socialistas que pidan cuentas a sus jefes por tanto atropello. Y, sin embargo, nadie puede ignorar que all¨ª donde los sindicatos cuentan con m¨¢s presencia organizativa por tama?o empresarial, la jornada fue un ¨¦xito, por lo mismo que no pudo sumarse al paro el camarero o la dependienta que disfruta de un contrato de dos meses que a lo mejor termina el lunes. Por lo mismo tambi¨¦n que, con huelga o sin ella, el decreto del Gobierno contra los parados es indigno de gestores sensibles al bienestar de los ciudadanos.
Viento tiempo
Para hablar de algo m¨¢s agradable, viendo en la tele la Roma de Fellini vuelve a sorprender la manera en que utiliza el viento como recurso dram¨¢tico alusivo al paso del tiempo, algo que ya hiciera de manera inaugural en La dolce vita o en Ocho y medio. Es notable esa manera invisible, sugerida como quien se refiere a cualquier otra cosa, de mostrar la devastaci¨®n de sus personajes, en una expresi¨®n de estilo que tambi¨¦n se encuentra -aunque con otra sintaxis y provista de atributos m¨¢s definitivos- en tantas p¨¢ginas de Juan Benet, quien observa sobre el viento que 'se dir¨ªa que siempre va en direcci¨®n hacia la nada'. No parece que Fellini fuese lector de Conrad, ni que hubiera apreciado la prosa benetiana caso de haberla conocido. M¨¢s all¨¢ de la inspiraci¨®n se encuentra esa l¨ªnea de estilo que desde T¨¢cito y Shakespeare une naturaleza y cultura en la misma y eterna sustancia narrativa que lleva a Conrad a afirmar que 'es el viento el que hace parecer al mar anciano'.
Sus mafias
Es una argucia indigna la insistencia del Gobierno en que su lucha es contra las mafias para colar de matute restricciones severas en la inmigraci¨®n, como lo es sugerir que el auge de la delincuencia es proporcional a la llegada de ilegales. Dando por supuesto que es l¨ªcito recurrir al apriorismo para recuperar el aplomo, el ministro Piqu¨¦ hace de portavoz de una estrategia que quiere dignificar el cierre de fronteras para personas sin posibles mediante la apelaci¨®n al combate de las mafias que las controlar¨ªan. Detr¨¢s de todo eso est¨¢, tambi¨¦n, la temeraria asunci¨®n pol¨ªtica de la xenofobia emergente, deudora de la esperanza de cobrar votos a costa del temor de quienes ven en el extra?o al enemigo. Las p¨¦rdidas de cultura democr¨¢tica ser¨¢n -ya lo est¨¢n siendo- cuantiosas y tal vez irreparables. Si la cruzada es ahora contra las mafias, no ser¨¢ faena lo que les falte a esta gente en su casa antes de emprenderla contra la exhausta invasi¨®n de los hambrientos.
Salir en la foto
?Y no ser¨¢ la afici¨®n desmedida por quedar en la memoria agonizante de las fotos lo que lleva a los responsables de nuestra cultura a la propensi¨®n hacia lo ef¨ªmero? Del general Franco se recuerda en sepia el anzuelo de sus atunes, su habilidad de sanguinario Mois¨¦s de provincias para sortear el Mar Rojo inaugurando pantanos, sus disfraces excesivos de jefe de Estado en las recepciones al Cuerpo Diplom¨¢tico. Cierto que tambi¨¦n los socialistas abusaron del recurso a la foto que habr¨ªa de inmortalizarlos, pero todos, incluido el par¨¦ntesis kerenskiano de Adolfo Su¨¢rez, hicieron algo digno de ser captado, ya fuera por las buenas o por las malas, y hasta Alfonso Guerra -algo que se dir¨ªa imposible- no queda del todo mal en alguna de las instant¨¢neas de su mejor ¨¦poca. Pronto, como sucede ya con la sustancia de tantos programas televisivos, la foto atestiguar¨¢ el acontecimiento que nunca existi¨®.
Haberla, la hubo
M¨¢s pat¨¦tica que Alicia de Miguel, que ya es decir, es ese Javier Arenas -tan aficionado a mordisquearse el labio inferior a la manera de los cl¨¦rigos lascivos- cuando dice que Zapatero, instigador principal de la huelga del 20-J seg¨²n ese ministro, ha fracasado, y aprovecha de paso para aconsejar a las bases socialistas que pidan cuentas a sus jefes por tanto atropello. Y, sin embargo, nadie puede ignorar que all¨ª donde los sindicatos cuentan con m¨¢s presencia organizativa por tama?o empresarial, la jornada fue un ¨¦xito, por lo mismo que no pudo sumarse al paro el camarero o la dependienta que disfruta de un contrato de dos meses que a lo mejor termina el lunes. Por lo mismo tambi¨¦n que, con huelga o sin ella, el decreto del Gobierno contra los parados es indigno de gestores sensibles al bienestar de los ciudadanos.
Viento tiempo
Para hablar de algo m¨¢s agradable, viendo en la tele la Roma de Fellini vuelve a sorprender la manera en que utiliza el viento como recurso dram¨¢tico alusivo al paso del tiempo, algo que ya hiciera de manera inaugural en La dolce vita o en Ocho y medio. Es notable esa manera invisible, sugerida como quien se refiere a cualquier otra cosa, de mostrar la devastaci¨®n de sus personajes, en una expresi¨®n de estilo que tambi¨¦n se encuentra -aunque con otra sintaxis y provista de atributos m¨¢s definitivos- en tantas p¨¢ginas de Juan Benet, quien observa sobre el viento que 'se dir¨ªa que siempre va en direcci¨®n hacia la nada'. No parece que Fellini fuese lector de Conrad, ni que hubiera apreciado la prosa benetiana caso de haberla conocido. M¨¢s all¨¢ de la inspiraci¨®n se encuentra esa l¨ªnea de estilo que desde T¨¢cito y Shakespeare une naturaleza y cultura en la misma y eterna sustancia narrativa que lleva a Conrad a afirmar que 'es el viento el que hace parecer al mar anciano'.
Sus mafias
Es una argucia indigna la insistencia del Gobierno en que su lucha es contra las mafias para colar de matute restricciones severas en la inmigraci¨®n, como lo es sugerir que el auge de la delincuencia es proporcional a la llegada de ilegales. Dando por supuesto que es l¨ªcito recurrir al apriorismo para recuperar el aplomo, el ministro Piqu¨¦ hace de portavoz de una estrategia que quiere dignificar el cierre de fronteras para personas sin posibles mediante la apelaci¨®n al combate de las mafias que las controlar¨ªan. Detr¨¢s de todo eso est¨¢, tambi¨¦n, la temeraria asunci¨®n pol¨ªtica de la xenofobia emergente, deudora de la esperanza de cobrar votos a costa del temor de quienes ven en el extra?o al enemigo. Las p¨¦rdidas de cultura democr¨¢tica ser¨¢n -ya lo est¨¢n siendo- cuantiosas y tal vez irreparables. Si la cruzada es ahora contra las mafias, no ser¨¢ faena lo que les falte a esta gente en su casa antes de emprenderla contra la exhausta invasi¨®n de los hambrientos.
Salir en la foto
?Y no ser¨¢ la afici¨®n desmedida por quedar en la memoria agonizante de las fotos lo que lleva a los responsables de nuestra cultura a la propensi¨®n hacia lo ef¨ªmero? Del general Franco se recuerda en sepia el anzuelo de sus atunes, su habilidad de sanguinario Mois¨¦s de provincias para sortear el Mar Rojo inaugurando pantanos, sus disfraces excesivos de jefe de Estado en las recepciones al Cuerpo Diplom¨¢tico. Cierto que tambi¨¦n los socialistas abusaron del recurso a la foto que habr¨ªa de inmortalizarlos, pero todos, incluido el par¨¦ntesis kerenskiano de Adolfo Su¨¢rez, hicieron algo digno de ser captado, ya fuera por las buenas o por las malas, y hasta Alfonso Guerra -algo que se dir¨ªa imposible- no queda del todo mal en alguna de las instant¨¢neas de su mejor ¨¦poca. Pronto, como sucede ya con la sustancia de tantos programas televisivos, la foto atestiguar¨¢ el acontecimiento que nunca existi¨®.
Haberla, la hubo
M¨¢s pat¨¦tica que Alicia de Miguel, que ya es decir, es ese Javier Arenas -tan aficionado a mordisquearse el labio inferior a la manera de los cl¨¦rigos lascivos- cuando dice que Zapatero, instigador principal de la huelga del 20-J seg¨²n ese ministro, ha fracasado, y aprovecha de paso para aconsejar a las bases socialistas que pidan cuentas a sus jefes por tanto atropello. Y, sin embargo, nadie puede ignorar que all¨ª donde los sindicatos cuentan con m¨¢s presencia organizativa por tama?o empresarial, la jornada fue un ¨¦xito, por lo mismo que no pudo sumarse al paro el camarero o la dependienta que disfruta de un contrato de dos meses que a lo mejor termina el lunes. Por lo mismo tambi¨¦n que, con huelga o sin ella, el decreto del Gobierno contra los parados es indigno de gestores sensibles al bienestar de los ciudadanos.
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