?Qu¨¦ dices, Tutankhabr¨®n?
Comenzaban a cicatrizar las heridas por la derrota de Espa?a ante Corea del Sur, pero una entrevista que Juan Morenilla le hace al egipcio Gamal Ghandur (El Pa¨ªs, 26-6-2002), el ¨¢rbitro que, como bien ha escrito Gari Kasp¨¢rov, nos atrac¨® en los cuartos de final, me vuelve a sacar, oh admirado y sereno Iker, me vuelve a sacar, digo, de mis casillas. Y, si el que avisa no es traidor, nadie podr¨¢ acusar de traici¨®n a este peri¨®dico porque la entrevista publicada en la p¨¢gina 48 ven¨ªa ya anunciada en portada. Para encrespar m¨¢s mi dolor, un anuncio de El Corte Ingl¨¦s que, ese mismo d¨ªa y tambi¨¦n en este peri¨®dico, invitaba a visitar en Benidorm el parque de atracciones Terra M¨ªtica, en cuyo pabell¨®n dedicado a Egipto, por el fallo mec¨¢nico de un ascensor, sufr¨ª recientemente un buen susto, asociando al nefasto ¨¢rbitro con sus ancestros del Imperio Nuevo a los que conoc¨ª en esta localidad alicantina, hizo aflorar en m¨ª la sibila de Cumas que todos llevamos dentro. Le¨ª ya en la portada estas palabras del ¨¢rbitro: 'Pues si quieren, que pite un robot'. Y, sin poder contenerme, aunque, para tranquilizar mis nervios, en plan Iker Casillas, me puse a hacer calceta, le contest¨¦ instant¨¢neamente al ¨¢rbitro en voz alta: 'Pero ?qu¨¦ dices?, pero ?qu¨¦ dices, Tutankhabr¨®n, que luces la cobra y el buitre en tu frente?'. Porque, tras mi visita a Terra M¨ªtica, y aun a pesar del susto del ascensor, mi cultura egipcia ha mejorado mucho, y estoy tan puesto en s¨ªmbolos zool¨®gicos de faraones que ya distingo a Amenofis IV de Cavafis, que tambi¨¦n naci¨® y muri¨® en Egipto.
La entrevista al ¨¢rbitro que, a pesar de mi furia espa?ola heredada de nuestros tercios de Flandes, no pude dejar de leer desde su primera l¨ªnea hasta la ¨²ltima, me trajo a la memoria este verso del poeta griego Yorgos Seferis: 'En mi pecho se vuelve a abrir la herida', herida que ya digo que llevaba, el 26 de junio, a la primera hora de la ma?ana en que le¨ªa la entrevista de Morenilla con tan simp¨¢tico sujeto, cuatro d¨ªas mal contados de ardua cicatrizaci¨®n. El 25 de junio, a las 15.15 horas -o sea, a la ni?a bonita al cuadrado, que dir¨ªa un castizo-, Alemania, que no en vano, el siglo pasado, fue el alma m¨¢ter ('la madre nutricia') y el hircus p¨¢ter ('el padre cabr¨®n') que desencaden¨® dos guerras mundiales y se permiti¨® el lujo de utilizar a Espa?a como laboratorio de guerra alimentando a destajo nuestra mal llamada guerra civil, se quit¨® de en medio a Corea, y en el propio feudo de su rival, con un arbitraje irreprochable. Hay selecciones de las que emana la autoridad como ca¨ªa del cielo el man¨¢, enviado por Dios, a modo de escarcha, para que el pueblo elegido mantuviera equilibrada su dieta en el desierto. Y esta alusi¨®n al man¨¢ es, claro, para Michael Ragoonath, el siniestro juez de l¨ªnea del Espa?a-Corea, que, entrevistado tambi¨¦n por Juan Morenilla (El Pa¨ªs, 27-6-2002), ha declarado que es un buen cristiano y lee la Biblia todas las noches. Pues nada: que le aproveche el lic¨¢ntropo Pentateuco.
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