Un lateral para el 'Guinness'
El brasile?o Caf¨² se convertir¨¢ hoy en el ¨²nico jugador con tres finales consecutivas
Una tarta de chocolate fue el obsequio que Caf¨² recibi¨® de sus compa?eros el pasado d¨ªa 7 en la concentraci¨®n de la selecci¨®n brasile?a. Se celebraba el trig¨¦simo segundo cumplea?os del capit¨¢n de un equipo que hab¨ªa comenzado el Mundial con buen pie tras derrotar a Turqu¨ªa. Siempre con su eterna sonrisa por delante, el agasajado declar¨® sentirse como 'un joven de 32 a?os', como un aut¨¦ntico 'menino'.
Tres semanas despu¨¦s, el hombre m¨¢s veterano del conjunto tetracampe¨®n del mundo se siente todav¨ªa m¨¢s joven, espoleado por la ilusi¨®n que supone convertirse en el ¨²nico futbolista que ha jugado tres finales de la Copa del Mundo de manera consecutiva. No lo logr¨® ni Pel¨¦, el estandarte del Brasil de los a?os dorados. Ahora los ojos de Caf¨² tienen un brillo especial: 'Miren mi sonrisa. Estoy sonriendo, pero es algo que debo contener dentro de m¨ª'. El lateral del Roma se emociona al pensar en la posibilidad de emular a Mauro, Bellini, Carlos Alberto o Dunga, los capitanes brasile?os que tuvieron el honor de disfrutar ese instante m¨¢gico que supone la entrega del gran trofeo.
En Brasil hay un dicho popular perfectamente aplicable a los comienzos de Caf¨² como jugador: 'Comi¨® el pan que el diablo amas¨®'. Los inicios no fueron f¨¢ciles para Marcos Evangelista de Moraes, ya que fue rechazado tres veces en las pruebas para ingresar en las categor¨ªas inferiores del S?o Paulo en la primera mitad de los ochenta. Pas¨® por equipos desconocidos, como el Itaquaquecetuba, en el que un t¨¦cnico le bautiz¨® con el seud¨®nimo de Caf¨² porque su juego vertical y habilidoso le recordaba a Cafuringa, un extremo derecho del Fluminense en los setenta.
Al cuarto intento, alg¨²n ojeador del S?o Paulo vio algo aprovechable en aquel joven delgaducho que corr¨ªa por la banda con los pulmones siempre a punto de reventar. Y no se equivoc¨®. Tras una gran actuaci¨®n con la selecci¨®n paulista de j¨®venes, el maestro Tel¨¦ Santana le subi¨® al primer equipo, en el que Caf¨² se hart¨® de ganar t¨ªtulos: un campeonato brasile?o, tres paulistas, una Recopa suramericana, dos Copas Libertadores de Am¨¦rica y dos Copas Intercontinentales.
Con 22 a?os, Caf¨² presenci¨® como Ra¨ª clavaba el bal¨®n en la escuadra de la porter¨ªa de Zubizarreta en aquella inolvidable final que el S?o Paulo gan¨® al gran Barcelona de Cruyff. Y al a?o siguiente tambi¨¦n escuch¨® como M¨¹ller dedicaba con sorna el gol de la victoria a Costacurta, el central que formaba con Baresi el eje de la zaga de un Milan que lleg¨® a la final de Tokio con fama de invencible y se march¨® derrotado por 3-2.
Todos esos momentos los vivi¨® Caf¨² desde el privilegiado lugar que representaba la banda derecha de aquel fant¨¢stico equipo que reuni¨® los talentos de gente como Ra¨ª, Toninho Cerezo, Leonardo, M¨¹ller, Palinha o Juninho.
Tel¨¦ Santana le ense?¨® a jugar como lo hace ahora, con una verticalidad y una insistencia ofensiva impropias de un f¨²tbol que parece jugarse con el freno de mano puesto. Es tanta la admiraci¨®n que el alumno siente a¨²n por su maestro -ahora alejado del f¨²tbol por su delicado estado de salud- que le ha guardado la camiseta que utiliz¨® frente a B¨¦lgica en los octavos de final.
Caf¨² dej¨® el S?o Paulo para buscar m¨¢s t¨ªtulos en Europa. A mediados de los noventa, el Madrid so?aba con su fichaje, pero renunci¨® por el alto coste de la operaci¨®n para contratar poco despu¨¦s al an¨®nimo Vitor, compa?ero de Caf¨² en el cuadro paulista. Los derechos de Caf¨² hab¨ªan sido adquiridos por la multinacional Parmalat, que en aquel momento gestionaba clubes como el Palmeiras o el Parma, pero una clausula impuesta por el S?o Paulo no le permit¨ªa fichar por otro club grande brasile?o sin antes pasar por Europa. Ah¨ª surgi¨® la posibilidad de ir al Zaragoza, en el que jug¨® media temporada, fuera de forma y sin exhibir su aut¨¦ntico potencial. Era simplemente un puente, igual que los seis meses que jug¨® a continuaci¨®n en el modesto Juventude de Cax¨ªas, para poder aceptar una oferta dif¨ªcil de rechazar: el Palmeiras, con el dinero de Parmalat y el proyecto deportivo de un t¨¦cnico con buen gusto como Wanderley Luxemburgo, estaba montando un equipazo: Roberto Carlos se acababa de marchar al Inter, pero hab¨ªa llegado sangre joven al equipo: Rivaldo, Djalminha, Junior, Flavio Concei?ao, M¨¹ller, Luizao..., un equipo que arras¨® en el Campeonato Paulista -el m¨¢s fuerte de Brasil- marcando 103 goles en 30 partidos.
Brasil se le hab¨ªa quedado definitivamente peque?o y en el 97 fich¨® por el Roma, en el que le esperaba otro t¨¦cnico con talante ofensivo capaz de fomentar su descaro atacante. Zdenek Zeman liber¨® a Caf¨² para jugar casi como un extremo en el equipo m¨¢s ofensivo que se ha visto en el ¨²ltimo decenio en el rocoso calcio. La fogosidad de su f¨²tbol, sus asistencias, sus desbordes... Todo convence a los entrenadores y Fabio Capello le ha declarado intransferible. Seguir¨¢ admirando a Pel¨¦, su ¨ªdolo de la infancia; disfrutando del f¨²tbol de Zidane, su jugador favorito de la actualidad, y atendiendo a su fundaci¨®n Alimentando Sue?os, de ayuda a los ni?os necesitados en S?o Paulo.
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