WorldCom emula a Enron
La contabilizaci¨®n de p¨¦rdidas como ganancias pone en entredicho la honestidad y transparencia de las grandes corporaciones
Seis meses justos ha tardado en recibir respuesta la pregunta de cu¨¢l ser¨ªa el siguiente Enron. Esta semana, WorldCom ha producido otro cataclismo financiero al revelar que sus cuentas, como antes las de la compa?¨ªa tejana, no ten¨ªan nada que ver con la realidad. Contabilidad fraudulenta convirti¨® 3.800 millones de gastos en inversiones y, en consecuencia, p¨¦rdidas a¨²n sin contabilizar fueron transformadas en 1.530 de beneficios. Por en¨¦sima vez desde diciembre, los inversores recib¨ªan una bofetada y el mundo asist¨ªa con pasmo a lo que ha sido diagnosticado como la 'enfermedad americana', aprovechamiento venal de los agujeros que deja el sistema.
Acuciada, como otras operadoras, por el exceso de capacidad y la falta de demanda, WorldCom recurri¨® a los m¨¢s burdos trucos contables
Dos de cada tres nortemericanos no conf¨ªan ya en los gestores de compa?¨ªas cotizadas y tres de cada cuatro no se creen sus resultados
'El sistema necesita reparaciones', dice Harvey Pitt, presidente de la Comisi¨®n del Mercado de Valores (SEC), el polic¨ªa de Wall Street que no da abasto. En lo que va de a?o, la SEC ha abierto m¨¢s de 120 investigaciones sobre irregularidades contables y memorias financieras sospechosas, una cifra sin precedentes. El sistema qued¨® en espectacular evidencia en diciembre, con la suspensi¨®n de pagos presentada por Enron. La compa?¨ªa hab¨ªa entrado en barrena al descubrirse que hab¨ªa ocultado p¨¦rdidas mediante complejos artificios financieros ante los que hizo la vista gorda Andersen, anta?o tenida por m¨¢ximo garante de la calidad auditora.
Las irregularidades ofrecen un rico panorama. Tyco, un vasto conglomerado de cientos de empresas, se hunde en Bolsa cargado de deudas por Dennis Kozlowski, destituido antes de ser detenido por evasi¨®n fiscal; el presidente de la farmac¨¦utica ImClone tiene que prestar declaraci¨®n ante el juez por presunto tr¨¢fico de informaci¨®n privilegiada; la teleco GlobalCrossing suspende pagos ahogada en n¨²meros rojos; Adelphia, una compa?¨ªa de televisi¨®n por cable, ha buscado refugio en la administraci¨®n judicial despu¨¦s de que la familia fundadora usara la sociedad como un banco personal que le hab¨ªa prestado 3.100 millones; Dynegy, que estuvo a punto de adquirir a su rival Enron en noviembre, arrastra una cotizaci¨®n m¨ªnima y se ha deshecho de su presidente; la telef¨®nica Qwest despide al suyo entre alegaciones de liberalidad contable; Xerox adelanta el importe de ingresos futuros; Andersen es un coladero... Sobre todas ellas trabajan los inspectores de la SEC.
La ex ni?a bonita
El c¨ªrculo del pasmo lo cierra, de momento, WorldCom, hasta hace poco tiempo una de las ni?as bonitas de Wall Street. Bernard Ebbers vio a finales de los ochenta una oportunidad singular en el desmantelamiento del monopolio telef¨®nico en Estados Unidos y dej¨® la gesti¨®n motelera para adquirir una peque?a telef¨®nica local en Misisip¨ª. Fue la plataforma para una desbocada carrera adquisitiva que engull¨® medio centenar largo de compa?¨ªas y convirti¨® a WorldCom en la segunda telef¨®nica del pa¨ªs. Adem¨¢s de proveer equipos de telefon¨ªa a clientes de 60 pa¨ªses, fuentes del sector estiman que el 70% del correo electr¨®nico que circula por Estados Unidos los hace por redes de WorldCom.
Con el abrupto fin de la fiebre especulativa por Internet, WorldCom, como otras telef¨®nicas, se encontr¨® con exceso de capacidad y falta de demanda. Los n¨²meros no cuadraban y Scott Sullivan, el genio financiero que ayud¨® a Ebbers a crear un emporio con activos valorados en 100.000 millones de d¨®lares, opt¨® por ocultar resultados inaceptables.
Un truco burdo
No recurri¨® como Enron a complejos instrumentos y creaci¨®n de sociedades paralelas. Simplemente contabiliz¨® como inversiones de capital lo que no eran m¨¢s que gastos. Es un truco contable tan basto y elemental que no se entiende c¨®mo pudo pasar desapercibido a los ojos de los auditores de Andersen, cuya defensa de no haber sido informados provoca irrisi¨®n y hace hablar a expertos en auditor¨ªa de incompetencia o complicidad.
Una reciente encuesta entre norteamericanos con medios econ¨®micos revela que dos de cada tres no conf¨ªan en los gestores de las compa?¨ªas cotizadas y tres de cada cuatro no se creen los resultados que trimestralmente ofrecen las empresas. El sistema tiene muchos agujeros por los que la zorra se cuela al gallinero y pone en peligro la econom¨ªa nacional. El cuadro ha producido la ir¨®nica situaci¨®n de escuchar a Rusia, por boca del presidente Vlad¨ªmir Putin, pedir 'transparencia en el mundo de los negocios de Estados Unidos', si bien debido a que 'en un mundo globalizado mucho depende del estado de la econom¨ªa de Estados Unidos'.
En la aparici¨®n de las opciones sobre acciones como m¨¦todo de retribuci¨®n de los ejecutivos, con su corolario de hinchar resultados, se establece el origen de la actual crisis, reforzada por el r¨¦gimen de autorregulaci¨®n del sector de las auditoras. Diversos comit¨¦s del Congreso han escuchado llamadas a favor de controlar el uso de las stock options, sin que hasta el momento se haya llegado a ninguna conclusi¨®n.
La C¨¢mara de Representantes, el Senado y la SEC pugnan tambi¨¦n por introducir reformas y crear un organismo de control de las auditoras, aunque los tres cuerpos discrepan en el importante detalle de la composici¨®n y atribuciones de ese ente. Todos est¨¢n de acuerdo, sin embargo, en separar auditor¨ªa de consultor¨ªa. La normas contables (Principios Contables Generalmente Aceptados, GAAP) suscitan asimismo dudas, sobre todo fuera de Estados Unidos. El sistema contable de la primera econom¨ªa del mundo es extremadamente prolijo, con vocaci¨®n de abarcarlo todo. Resulta, as¨ª, que lo que no est¨¢ prohibido puede estar permitido. No es el caso de la burda manipulaci¨®n de World-Com, pero algo de eso hubo en las triqui?uelas de Enron. A pesar de estas cr¨ªticas, Estados Unidos se niega a renunciar a su modelo.
Los analistas, cuyas recomendaciones son seguidas por millones de inversores, est¨¢n en la picota por los flagrantes conflictos de intereses entre su funci¨®n valorativa y el negocio bancario de las entidades para las que trabajan, como qued¨® de manifiesto en Merrill Lynch, donde se recomendaban en p¨²blico acciones que se despreciaban en privado.
La intervenci¨®n de Bush
El presidente George Bush ha pedido rigor moral y mano dura con quienes traicionan la confianza de trabajadores e inversores y el Congreso busca medios para tapar los agujeros entre las advertencias de los recelosos del intervensionismo de que un exceso de regulaci¨®n y legislaci¨®n puede resultar contraproducente para la econom¨ªa libre por antonomasia. Pero alg¨²n tratamiento tendr¨¢ que aplicar para combatir la enfermedad americana.
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