El huevo y la gallina

El otro d¨ªa me encontr¨¦ con un amigo que ten¨ªa un primo que conoc¨ªa a uno que estaba corriendo el Tour (aunque sospecho que m¨¢s que conocerlo, lo le¨ªa en el peri¨®dico); el caso es que le cont¨® algo que les pasaba en las etapas llanas de la primera semana, cuando suele tener m¨¢s protagonismo el tiempo perdido por alg¨²n favorito involucrado en alguna de las m¨²ltiples ca¨ªdas -y dolorosas- que el propio vencedor del d¨ªa. El caso es que seg¨²n me lo contaba mi amigo, as¨ª, de sopet¨®n, me entr¨® una duda existencial.

Contaba el ciclista que los primeros d¨ªas del Tour, cuando las ca¨ªdas son el gran escollo a superar, el director les dec¨ªa que ten¨ªan que estar en cabeza del pelot¨®n para evitarlas. Pero que estar en cabeza no era estar entre los 50 primeros, ?eh listillos!, -deb¨ªa decir-, es estar en cabeza, ?entendido? O¨ªdo cocina, parece ser que dec¨ªan.

Y poco despu¨¦s, cuando las ca¨ªdas dejaban de ser conjeturas y pasaban a ser hechos, el ciclista se deb¨ªa justificar diciendo: si es normal que haya ca¨ªdas, ?qu¨¦ quieres que hagamos? todos queremos estar en cabeza y, como es evidente, no hay sitio para todos, a ver qu¨¦ crees t¨². Aqu¨ª todos culpan a las carreteras, a las rotondas, a los setos centrales o al p¨²blico que se mete en tu trayectoria para sacar la foto lo mismo me da, pero la realidad es que los ¨²nicos culpables de las ca¨ªdas somos nosotros, que queremos entrar donde no cabemos.

Claro, porque hacen caso a los directores, dije yo mientras me introduc¨ªa en el gran dilema de si fue primero el huevo o la gallina.

Pedro Horrillo corre con Mapei