Analfabetismo y coches de lujo en la Ca?ada de la Muerte
El barrio carece de mercado y de centro de salud. Las compa?¨ªas el¨¦ctricas no pasan recibos y la polic¨ªa no hace acto de presencia
La Ca?ada de la Muerte no se llama as¨ª. Los carteles indican 'Ca?ada de Hidum' y no queda mucho del barrio en el que antes de 1985 se hacinaban los musulmanes de Melilla sin ning¨²n tipo de servicios y que horroriz¨® a muchos visitantes. Ahora, la Ca?ada sigue teniendo problemas, muchos e importantes, pero refleja una realidad distinta. Las chabolas se han convertido en an¨¢rquicas casas de l¨ªneas rectas y suaves colores ocres y rojizos que dan al barrio un hermoso perfil. Eso s¨ª, se han construido sin licencia ni plan de urbanismo y las calles siguen siendo tan estrechas que no entran las ambulancias. Es un territorio musulm¨¢n espa?ol en el que los funcionarios no existen, las basuras se depositan en contenedores a la entrada de la barriada, las compa?¨ªas el¨¦ctricas no pasan recibos y la polic¨ªa no hace acto de presencia. Y sigue sin tener mercado ni centro de salud, pese a sus 5.000 habitantes.
En 1997 se hizo un censo de viviendas y se contaron 700, varias de ellas de 200 metros cuadrados, pero todos reconocen que desde entonces se han construido muchas m¨¢s. 'Incluso hay censada alguna vivienda de m¨¢s de 1.000 metros cuadrados, con grandes patios', asegura el director de Vivienda, Fernando Moreno. Moreno explica que la ciudad intenta legalizar las construcciones y dar t¨ªtulos de propiedad a sus due?os. Para eso intenta comprar la finca original a sus propietarios legales. La idea es volver a vender las parcelas a quienes las ocupan en realidad. Legalizar las construcciones exigir¨¢ que el Colegio de Arquitectos examine la solidez de las viviendas y que los vecinos regularicen sus tomas de energ¨ªa y de agua.
Un paseo por la Ca?ada produce algunas sorpresas. La pobreza y el alto analfabetismo de la poblaci¨®n adulta, sobre todo las mujeres, se combinan con algunos coches de alta gama y escenas extra?as. Por ejemplo, los alba?iles que realizan obras particulares en algunas de las mejores casas o que levantan nuevas construcciones son saharauis, trabajadores ilegales que cobran una miseria a los habitantes del barrio. 'Nosotros no podemos pagar el sueldo oficial de un alba?il, por eso les contratamos a ellos, que cobran menos', asegura tranquilamente uno de los beneficiados de ¨¦ste peculiar toma y daca. Los saharauis, un grupo de hombres pobres y sin papeles, busca d¨ªa a d¨ªa el jornal, malviven hacinados y aceptan cualquier trabajo por duro que sea por salarios de 800 pesetas al d¨ªa.
Las luchas por el dominio de la barriada se centran en el control de la nueva asociaci¨®n de vecinos, nacida de la fusi¨®n de dos anteriores. Ocupar la asociaci¨®n es importante porque sus dirigentes negocian y gestionan los subsidios que se puedan obtener y porque tiene influencia a la hora de orientar el voto en las elecciones.
A fines de junio, esta enviada especial presenci¨® un duro enfrentamiento entre Abdelkrim, que asegura ser el presidente de la asociaci¨®n, y un grupo de vecinos que lo negaba. Seg¨²n ellos, Abdelkrim no fue elegido en una asamblea libre sino en una reuni¨®n celebrada en la mezquita lo que supone que solo le ha podido votar la gente religiosa. Le acusan de mezclar religi¨®n y pol¨ªtica y de aprovecharse de los sentimientos de la mayor¨ªa de vecinos. Incluso, creen que Abdelkrim est¨¢ siendo utilizado a su vez por una de las asociaciones religiosas de la ciudad, en perjuicio del partido Coalici¨®n por Melilla, de Mustafa Aberch¨¢n .
Abdelkrim, ojos escrutadores y modales muy autoritarios ('De esto no escribas porque yo no quiero') niega que est¨¦ aprovech¨¢ndose de la religi¨®n para hacerse con la asociaci¨®n de vecinos. Afirma que es un antiguo delincuente que ha encontrado el camino gracias a la religi¨®n y que ha ganado la presidencia en buena lid. En mitad de la charla aparece un joven, tambi¨¦n barbado y con una t¨²nica a la moda saud¨ª, y nos interroga sobre lo que est¨¢ haciendo EE UU con los musulmanes de todo el mundo. Abdelkrim le indica que no mezcle las cosas, que lo importante es hablar del barrio, de la lucha contra la droga que azota a sus j¨®venes.
A la salida de la Ca?ada, un vecino que ha presenciado el enfrentamiento y que asegura ser neutral explica: 'Es verdad que Abdelkrim utiliza la religi¨®n y critica a los anteriores dirigentes del barrio porque no han sido fieles y respetuosos con el Islam. Como no le gustaba la forma en que llamaban al rezo, su gente lleg¨® incluso a cortar los cables del altavoz de la mezquita. Pero tambi¨¦n es verdad que ¨¦l act¨²a contra la droga y que algunos de los que han venido a criticarle por mezclar la religi¨®n y la pol¨ªtica viven muy hermosamente del hach¨ªs. En este barrio casi nada es lo que parece'.
Hamadi, teniente coronel saharaui
El Ej¨¦rcito ofrece estos d¨ªas 106 plazas de soldado profesional para Melilla y, en contra de lo que sucede en otros lugares, no tendr¨¢ problemas para cubrirlas. Ser metopa es una buena salida para parte de la juventud que no alcanza el bachillerato: el sueldo es de 620 euros, pero en el caso de Melilla reciben un plus que lo deja en unos apetitosos 853 euros (142.000 pesetas). El problema suele ser que se presentan m¨¢s candidatos musulmanes que cristianos. Algunos portavoces de la comunidad aseguran que el Ej¨¦rcito prefiere no cubrir las plazas de Melilla antes que ocuparlas todas con melillenses musulmanes, con lazos familiares en zonas cercanas de Marruecos. La Comandancia General niega cualquier discriminaci¨®n y asegura que entre el 28% y el 30% del total de soldados profesionales que hay en la ciudad es 'de origen bereber' y de ese grupo, entre el 12% y el 17% son mujeres musulmanas. El ¨²nico oficial musulm¨¢n del Ej¨¦rcito espa?ol, el teniente coronel Hamadi, es de origen saharaui e ingres¨® en la Academia General en 1972, antes de que Espa?a abandonara el S¨¢hara. 'Creo que ahora va a salir alg¨²n joven melillense musulm¨¢n de la Academia de suboficiales', afirma en su despacho. Hamadi, de 50 a?os, asegura que el Ej¨¦rcito es una instituci¨®n que no se presta a las diferencias. 'Aqu¨ª, un soldado es un soldado'. 'No entiendo por qu¨¦ va a ser un problema que un d¨ªa haya en Melilla m¨¢s soldados musulmanes que cristianos. A lo mejor es un problema para otros, pero desde luego no para m¨ª', ironiza. ?Nunca se ha sentido relegado en el Ej¨¦rcito? 'Siempre me han tratado bien, pero yo tampoco hubiera tolerado otra cosa', asegura con firmeza.
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