Vuelo nocturno IB-811 Las Palmas-Madrid
Un billete de avi¨®n de 196 euros, una orden de expulsi¨®n y falsas ilusiones forman el equipaje con el que decenas de africanos llegan a diario a Barajas desde la capital canaria
Mira con incredulidad cuando le dicen que para ir desde el aeropuerto de Barajas hasta la estaci¨®n de autobuses de M¨¦ndez ?lvaro (Madrid) debe tomar un medio de transporte que va por las entra?as de la tierra. La madrugada ha sido una sarta de sorpresas: es la segunda vez que Raphael George viaja en avi¨®n y la primera que tomar¨¢ el metro. Tiene 22 a?os, nacionalidad de Sierra Leona, una cita pendiente relacionada con su expediente de expulsi¨®n y un absoluto desconocimiento del espa?ol y de c¨®mo moverse en la red subterr¨¢nea.
Raphael lleg¨® a Madrid con una veintena de subsaharianos en el vuelo 0811 de Iberia, procedente de Las Palmas, donde infructuosamente busc¨® empleo. 'Aqu¨ª no hay; ve para arriba', dice que le recomend¨® la polic¨ªa. Y lo hizo. Compr¨® un billete por 196 euros -un vuelo nocturno, el m¨¢s barato- en la agencia Las Palmas Travel. Se identific¨® con una notificaci¨®n policial que no entiende, seg¨²n la cual debe presentarse el pr¨®ximo d¨ªa 22 en las dependencias del Grupo de Extranjeros de Las Palmas 'para un asunto relacionado con su expediente de expulsi¨®n'. Pero Raphael no ir¨¢ a esa cita. Son las 6.30 del martes, y acaba de aterrizar en la capital. Tras varios tropiezos en las escaleras mec¨¢nicas del metro, un artilugio que jam¨¢s ha utilizado, coge un autob¨²s en la estaci¨®n de M¨¦ndez ?lvaro con rumbo a Almer¨ªa.
Los nombres y las particularidades pueden cambiar, pero no la esencia de la historia. Siete vuelos regulares de Iberia unen a diario Madrid con Las Palmas, pero cada madrugada, dos decenas de irregulares, reci¨¦n salidos de los centros de internamiento de Fuerteventura y Lanzarote, llegan a Barajas con semblante de hu¨¦rfano y el dinero justo. Viajan s¨®lo en el vuelo que despega a las 2.30 de Las Palmas: el 0811. El n¨²mero de viajeros subsaharianos se ha duplicado desde mayo. La 'olla a presi¨®n' de la inmigraci¨®n, como define la situaci¨®n el alcalde de Las Palmas, Jos¨¦ Manuel Soria (PP), tiene en este vuelo su v¨¢lvula de escape que, adem¨¢s, reporta diariamente a las agencias de viaje de la ciudad unos 5.000 euros.
'El fen¨®meno se repite desde finales del a?o pasado, cuando llegaron los primeros con billetes pagados por el Ayuntamiento de Las Palmas', explica Antonio Freijo, coordinador de la ONG Karibu, que acoge y ayuda a los africanos que llegan a la capital. 'Llegan completamente desorientados, y creen que su orden de expulsi¨®n les permitir¨¢ vivir y trabajar en Espa?a', asegura Freijo. 'Nosotros les explicamos no tienen ning¨²n derecho, ni siquiera a dormir en un albergue p¨²blico. Al final, la mayor¨ªa acaba en la calle, tratando de sobrevivir. Otros viajan a otras ciudades'.
Bartel, Give y Ferre emprendieron su viaje hacia el norte desde Kinshasa (Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo). Para ellos Madrid es s¨®lo una escala, pero la verdad es que tampoco ir¨¢n mucho m¨¢s lejos. Su destino final es Parla. ?Por qu¨¦ Parla? Madrid es una gran ciudad que podr¨ªa ofrecerles mejores oportunidades. Ferre responde simple: 'Un amigo me dijo en Las Palmas que Parla es un buen lugar para vivir'. 'Ahora lo primero es encontrar un sitio para dormir', dice Give, que acaba de comprar el billete para esa ciudad del sur de Madrid. 'Hasta ma?ana no comenzaremos a estudiar el terreno', a?ade seguro de sus posibilidades de encontrar un trabajo.
Cuando saltaron de la patera en las playas canarias, muchos creyeron que ya hab¨ªan alcanzado la pen¨ªnsula. Sus nociones de geograf¨ªa son vagas. Un contacto en cualquier punto de Espa?a -o el resto del continente- es suficiente para elegir un destino. Jeans Jon, de Sierra Leona, lleg¨® a Madrid en la madrugada de jueves. A duras penas entiende c¨®mo llegar hasta la estaci¨®n de autobuses de avenida de Am¨¦rica. No se salva de las malas miradas por su torpeza en las escaleras mec¨¢nicas. Delante de un tel¨¦fono p¨²blico, saca un papel arrugado en el que ha escrito varios n¨²meros. Hace cinco llamadas. Todos sus contactos en Barcelona le dicen que ya se han marchado de la ciudad. Con las manos temblorosas, con los ojos enrojecidos por el cansancio y la desesperaci¨®n, se?ala un n¨²mero m¨¢s en su lista. 'En Holanda, all¨ª tambi¨¦n tengo un amigo'.
Otros s¨ª tienen destino, pero no dinero para llegar hasta ¨¦l. Georg y Prince, paisanos de Jeans que han llegado en el mismo vuelo, le proponen un trueque: alojamiento en Barcelona, donde tienen un contacto, a cambio de los billetes de autob¨²s. La soluci¨®n deja satisfechos a los tres subsaharianos.
Parla, Barcelona o Almer¨ªa son algunos de sus destinos, pero ni siquiera saben lo que les espera all¨ª. Williams, de 27 a?os, originario de Sierra Leona, resuelve la duda sobre su futuro con una fe que ni el viaje en patera, ni los 40 d¨ªas de miedo en la terminal de Fuerteventura pueden destruir: 'Only God knows'. S¨®lo Dios lo sabe.
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